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Madrid histórico

Cinco palacios casi desconocidos que están en Madrid

Madrid es una ciudad llena de recovecos, bonitos rincones y calles peculiares, no es de extrañar en alguna de ellas se escondan palacios y que pasen desapercibidos a la vista de la mayor parte de los transeúntes.

Palacio de Abrantes

Palacio de Abrantes Foto: Luis García. Wikimedia Commons: licencia CC BY-SA 3.0

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Palacio de Vista Alegre

Carabanchel, en sus orígenes, era un pueblo cercano a la capital que albergaba villas y quintas de retiro de nobles y burgueses. Una de ellas es la Finca o Quinta de Vista Alegre, un entorno repleto de zonas verdes, de gran valor histórico y artístico, que albergaba varios palacios. Uno de ellos es el Palacio de Vista Alegre que comienza a ser construido por orden María Cristina de Borbón en torno a 1834, no obstante, doce años más tarde se lo dona a sus hijas. Pero quien realmente le dio el esplendor al edificio que hoy conocemos fue el abogado y banquero José de Salamanca que lo compró en 1859, y encargó magníficos espacios interiores decorados con cuadros y esculturas, como el célebre Salón Árabe. Allí estableció su residencia de recreo.

Palacio de Salamanca
Palacio de Salamanca | Foto: Luis García. Wikimedia Commons. Creative Commons Genérica de Atribución/Compartir-Igual 3.0

Palacio del Marqués de Salamanca

Otra de las posesiones de José de Salamanca y Mayol, marqués de Salamanca, fue este palacio situado en el Paseo de Recoletos. Está considerado Bien de Interés Cultural y Patrimonio Histórico de España, y fue construido a mediados del siglo XIX. Fue inaugurado en 1858 con una gran fiesta. El edificio tiene una planta rectangular con un gran patio central que sirve como distribuidor de las diferentes dependencias del palacio. Estaba rodeado por un gran jardín y cercado por una verja. Aquí vivió el marqués hasta que entró en quiebra, vendiendo este palacio y estableciendo su residencia en el Palacio de Vista Alegre.

Palacio de Altamira
Palacio de Altamira | Foto Luis García, Wikimedia Commons, licencia CC BY-SA 3.0

Palacio de Altamira

En una de las calles que están junto a la Gran Vía, se encuentra este hermoso edificio palaciego que actualmente es la sede del Instituto Europeo de Diseño. El inmueble fue diseñado por el arquitecto Ventura Rodríguez en 1772, pero no fue hasta finales del siglo XVIII cuando comenzaron las obras de este monumental espacio. LA construcción quedó paralida y a finales del siglo XIX el arquitecto Mariano Belmás retoma las obras decidido a homogeneizar estéticamente el edificio, prestando especial interés a una parte de la fachada que había quedado inacabada. En 1977 fue declarado Monumento Nacional.

Palacio de Bauer
Palacio de Bauer | Foto: Luis García. Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA 3.0

Palacio de Bauer

En la esquina de la calle San Bernardo con la calle Pez se encuentra el palacio de los Bauer, que fue construido en el siglo XVIII. Actualmente es una de las pocas representaciones de las mansiones que poblaban la antigua calle ancha de San Bernardo de Madrid. El que hoy es uno de los barrios más “hype” de la ciudad, hace siglos fue una zona señorial llena de palacetes pertenecientes a nobles, banqueros, médicos o señores de la industria.

Palacio de Abrantes
Palacio de Abrantes | Foto: Luis García. Wikimedia Commons: licencia CC BY-SA 3.0

Palacio de Abrantes

Entre las callejuelas del Madrid más antiguo, en plena calle mayor, se encuentra este magnífico palacio del siglo XVII. Los orígenes del palacio se remontan al año 1652, cuando noble de la Corte, Juan de Valencia el Infante, compró cinco casas contiguas para dar lugar al edificio palaciego que hoy conocemos. Fue construido entre 1653 y 1655 por el arquitecto Juan Maza, pero el nombre del inmueble se debe a los duques de Abrantes, quienes lo compraron en 1842 y lo mandarían reformar en los años siguientes. Este palacio no ha sido utilizado solo como residencia, pues desde 1874 hasta 1888 fue la redacción del periódico La Correspondencia de España. Después la sede de la Embajada Italiana hasta 1939, año en el que se convierte en el Instituto Italiano de Cultura.

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