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España

Cabanes, escapada medieval con sabor a turrón

El pueblo castellonense une en diciembre sus castillos y herencia romana con la fabricación de los dulces más típicos.

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La presencia de la Vía Augusta marcó para siempre la vida de Cabanes, un pequeño pueblo de la provincia de Castellón en el que aún hay vestigios de este famoso camino empedrado que atravesaba el litoral mediterráneo de Hispania, desde los Pirineos hasta la actual Cádiz. Con 1.500 km, llegó a ser el eje vertebrador del Mediterráneo Occidental. Y allí, en medio, se encuentra un arco que da testimonio de ello (en el Plà de l'Arc), el símbolo, entre otros, de esta localidad de la Plana Alta de apenas 3.000 habitantes. Pero su reducido número de habitantes es opuesto al inmenso legado cultural e histórico que hay en el municipio. Una escapada a Cabanes permite, además de conocer la vía romana, acercarse a otros momentos de nuestra historia como el Medievo. De aquella época es la Ermita Fortificada de Albalat, declarada Bien de Interés Cultural y que se encuentra en la Ribera de CAbanes. Construida durante el siglo XIII tras la reconquista de la zona por Jaime I de Aragón, sigue estando en pie. También la Ermita de Santa Ýgueda y Santa Lucía, en el valle de la llamada Serra de les Santes y que fue levantada por primera vez en 1243. La actual es la reconstrucción del siglo XVII, con una única nave y bóveda de crucería. En el propio Cabanes destaca el Castillo de Miravet, conquistado a los moros por el Cid Campeador en el siglo XI, o el ayuntamiento, de estilo mudejar con ventanalaes góticos y grandes arcadas en su interior. Todo un palacete del siglo XV digno de visitar, así como las diferentes torres defensivas que nos recuerdan las muchas disputas que allí tuvieron lugar entre musulmanes y cristianos durante varios siglos. Pero, además, la localidad cuenta con su propia Ruta del Turrón, una iniciativa de sus productores locales que trata de acercar la cultura de la elaboración de este producto artesanal y navideño. En esta, se recorre la fábrica de la firma San Luis, conociendo el proceso antiguo y actual, viendo la evolución de la maquinaria y, sobre todo, pudiendo degustarlo allí y en los diferentes puestos del pueblo, donde, además, no falta la mejor gastronomía local. Toda una escapada que ahora, en diciembre, se acompaña del mejor sabor a almendra.

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