ENOLOGÍA
Valle del Aconcagua, el desafío vinícola de las bodegas más señeras de Chile
Abren sus puertas las bodegas de uno de los valles más emblemáticos de Chile: el del Aconcagua. A las faldas de la montaña más alta de América también se puede producir un buen vino, una tradición que se remonta a 1870.
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El valle situado a orillas del río Aconcagua se nutre cada día de una de las aguas más puras del continente sudamericano: la que nace en la cima del monte más alto del subcontinente. Y es que las nieves perpetuas del Aconcagua, con sus majestuosos 6.962 metros de altura, permiten enriquecer de nutritientes una tierra en la que, además de paisajes hermosos, crece un excelente viñedo. Al igual que ocurre en los Alpes, con vinos del Riesling que crecen casi en plena nieve, aquí la altura no es un problema para la producción de unos tintos con fama mundial.
Es esta zona existen viñas desde 1870. En ellas nacen los racimos de uvas que a posteriori darán una de las referencias enológicas en el campo de los vinos dulces. Es tal el cuidado, que se utilizan antiguas maquinas para la vendimia, así como para el proceso de elaboración. Un marco pintoresco que no es de extrañar que atraiga a cada vez más visitantes. Y es que las bodegas del valle del Aconcagua cada vez se abren más al turismo, el mismo que viene pidiendo una degustación única de la magnífica Syrah, el tipo de uva por excelencia del valle.
De entre todas las bodegas, destaca la Viña Errázuriz, además una de las más importantes de todo Chile. Ya solo el recorrido de esta viña necesita de entre una o dos horas. Hay mucho que ver, desde los viñedos a las bodegas, pasando por una degustación de tres vinos y el reportaje fotográfico que todos quieren con las montañas al fondo y el valle en primer plano. Claro que también hay otras viñas con visitas más cortas, como la de la Vinícola Almendral, de 45 minutos de duración, o la de la Viña Mendoza, en la comuna de San Felipe y cuyo recorrido incluye la bodega y la degustación de chica y vino añejo.
Precisamente fue Errázuriz la pionera del lugar. Don Maximiano Errázuriz la fundó en 1870 e importó los más finos clones desde Francia para, con tenacidad y perseverancia, transformar esta tierra estéril en un viñedo de clase mundial.
Situado a 80 km. al norte de Santiago, el valle del Aconcagua es el último de los llamados 'valles transversales' de la cordillera de los Andes. Es uno de los lugares más emblemáticos para disfrutar de auténticas fiestas criollas, de ahí que el vino sea solo una excusa, pues también se puede disfrutar con festivales de domas de potrillos, rodeaos o la fiesta de 'la trilla a yegua suelta' en Putaendo, un pintoresco pueblo del lugar.
San Felipe y Los Andes son las dos localidades más características del valle, perfectas como base de operaciones sobre todo si se quiere hacer una escapada natural. Para conocer la majestuosa naturaleza del Aconcagua, hay que subir a la Serranía del Ciprés, en pleno corazón del valle y con el cordón montañoso Bellavista como telón. Se trata de un precioso bosque de cipreses que crecen a más de 2.000 metros de altitud, algo único en el mundo y que cuenta con algunos de los senderos más hermosos de toda la zona.
Bien para degustar el vino o asombrarse de las montañas, el valle del Aconcagua da para mucho.
Más información:
Turismo de Chile
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