Asia
Sigiriya, la ciudadela de la “Roca del León”
El orgullo de una fortaleza que se eleva hacia las nubes
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En el centro de Sri Lanka, sobre una montaña rocosa, dominando la verde llanura de Sigiriya, se construyó, a finales del siglo V, un complejo palaciego en la cumbre de la llamada “Roca del León”. No es extraño que esta roca llamase la atención del príncipe Kassapa, quien tras matar a su padre y temiendo el ataque de su hermano y heredero legítimo al trono, busco un lugar en el que construir un castillo fortificado que fuese inexpugnable. Realmente, una audaz construcción. Todo un reto arquitectónico para la época. Se llevó a cabo una excavación en las paredes verticales del peñasco ya que carecía de un acceso natural. Y realmente lo logró, teniendo en cuenta los medios técnicos de los que se disponía entonces. Fue una de las ciudades reales mas interesante del país y tuvo su momento de esplendor al ser su capital aunque solo fuera durante dieciocho años. En una roca inmensa con forma de león y a través de sus fauces abiertas, se encuentra la única entrada que nos llevara a esta ciudad que se alza a más de 200 metros por encima de una base de jardines y árboles centenarios. Una escalera esculpida en su interior y mil doscientos treinta y un escalones nos acercaran a la cumbre. Por supuesto esta escalada cuesta lo suyo pero no queda más remedio si queremos llegar a la cima. Sus diferentes plataformas con jardines, estancias, estanques y el palacio dominando desde la parte más elevada nos dan idea de la grandiosidad y el esfuerzo titánico que supuso su construcción. Una ascensión que permite de paso admirar los frescos que se conservan en el interior de una escarpada gruta en la cara oeste. Una serie de pinturas murales de autor desconocido, figuras femeninas de enigmática sonrisa y pechos al descubierto que mantienen sus vivos colores originales. El reinado de Kassapa fue corto al igual que su vida pero su inmensa obra ha permanecido a lo largo de los siglos y es considerada Patrimonio de la Humanidad. Merece la pena dedicar un día a pasear entre estas ruinas. Lo menor para sobrellevar el esfuerzo es emprender la caminata a primera hora de la mañana para evitar el calor. Los que se vean incapaces, aun sabiendo lo que se pierden, siempre pueden entretenerse en sus alrededores. Hoy en día estos restos suponen un aliciente turístico más de este país junto a sus bellos paisajes, parques naturales, templos de antiguas civilizaciones o sus kilómetros y kilómetros de playas de arena blanca.
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