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Al norte de Alemania

Prora, el hotel abandonado de Adolf Hitler

Este antiguo proyecto del Gobierno nazi estaba destinado a ser el hotel más grande del mundo, pero el comienzo de la Segunda Guerra Mundial impidió que se inaugurara. Hoy sigue parcialmente abandonado y se planifica un nueva vida como balneario.

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Hace 75 años se comenzó a construir el que estaba llamado a ser el hotel balneario más grande del mundo. Fue en 1936 en la isla de Rügen, en el mar Báltico, y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial paralizó el proyecto cuando apenas faltaban meses para su inauguración oficial, frente a una gran bahía con una de las playas más hermosas de Alemania, cuya arena está a apenas 150 metros del hotel.

Cuando comenzó la guerra, ya se habían levantado los ocho gigantescos pabellones, todos iguales, que debían albergar las 10.000 habitaciones del complejo, perteneciente al programa 'Kraft durch Freude' ('Fuerza a través de la alegría') del Partido Nazi, por el cual se crearon por todo el país centros de actividades de ocio para los trabajadores alemanes, con la intención de difundir propaganda ideológica. Cada uno de los edificios, de un blanco inmaculado y tejado a dos aguas oscuro, se levantaba frente a la bahía, formando una especie de muralla de 4,5 kilómetros de largo, lo que le sigue convirtiendo en la estructura hotelera más grande del mundo.

9.000 trabajadores levantaron durante tres años los edificios, cuyo proyecto le valió una distinción durante la Exposición Internacional de 1937 al famoso arquitecto y urbanista Albert Speer, uno de los estrechos colaboradores del dictador. Faltaban por construir otros pabellones dedicados a levantar cines, salas de fiestas, piscinas, embarcadero... De hecho, estaba proyectada una sala capaz de aglutinar hasta a 25.000 personas, dispuesta a acoger los popularísimos discursos de la época.

Pero los planes, y sobre todo las prioridades, cambiaron y el Gobierno de Adolf Hitler decidió que, en vez de seguir con esas habitaciones de 5 x 2,5 metros con dos camas, un armario y un lavabo (los baños eran comunes), había que trasladar a esa mano de obra a Peenemünde, donde levantarían una planta armamentística.

Durante estos 75 años, ninguno de los pabellones se ha venido abajo, por lo que siguen siendo testigo mudo de una de las épocas más oscuras de la historia alemana. Hace una década, un grupo inversor alemán adquirió uno de los pabellones, el quinto, y permitió que diera el salto a su función primigenia: la de hotel, pero no del modo pensado originalmente. Acoge un albergue juvenil, el Jugendherberge Prora, con un cariz más bien alternativo, habitaciones desde 24 €/noche, la posibilidad de acampar en sus jardines o la playa...

Al mismo tiempo, hay otros cuatro que se están restaurando, pues ha crecido el interés por recuperar esta playa para el turismo. Los otros tres, siguen en ruinas, convirtiéndose, a su modo, en otro reclamo turístico.

Durante la guerra, los ciudadanos de Hamburgo se refugiaron aquí. Posteriormente, serían reinstaladas familias de la Alemania Oriental, también huyendo de la contienda. Al final de la misma, eran residencias del personal auxiliar de la Luftwaffe, y pronto pasaron a ser base militar del ejército soviético. Luego, la RDA lo convertiría en Escuela Militar, acogiendo a la unidad paracaidista de élite del país.

Tras la unificación, el complejo se fue abandonando. Llama la atención que, sin haber sido nunca restaurado hasta ahora (salvo el pabellón del albergue) todo el balneario se ha mantenido en pie, a pesar de saqueos, vandalismos y abandono, un ejemplo de calidad de construcción y materiales. En breve estará terminada la reforma del segundo pabellón, que albergará 250 apartamentos al entrar en funcionamiento.

De este modo, Rügen se convierte en uno de los destinos más enigmáticos e interesantes del Báltico, un mar que muchos aún tienen en la lista de pendientes... incluso sin saberlo.

Más información:
Turismo de Alemania
Albergue Prora

 

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