MÉXICO
Palacio de las Bellas Artes de Ciudad de México: ¿sabías que era conocido como Teatro Nacional?
Viajamos hasta la capital de México para adentrarnos de lleno en la historia del Palacio de las Bellas Artes.

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Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Ciudad de México, donde encontramos un gran número de construcciones, monumentos y rincones verdaderamente sorprendentes. Un claro ejemplo es el Palacio de las Bellas Artes. Entre otras cuestiones, hay que destacar que tiene como antecedente inmediato el edificio que albergaba el antiguo Teatro Nacional, que era considerado como el más importante en su género.
A principios del siglo XX, como parte de un programa de obras con el fin de embellecer la capital de México, se barajó la posibilidad de renovarlo. Finalmente, escogieron la opción de derribarlo y construir otro acorde al crecimiento cultural y urbano de la ciudad. Es más, hay que destacar que el lugar escogido para erigir este nuevo teatro fue objeto de estudio tanto por las autoridades pertinentes como por el italiano Adamo Boari, su arquitecto.
Palacio de las Bellas Artes de Ciudad de México, a través de su historia
El origen el Nuevo Teatro, que con posterioridad se empezó a llamar Palacio de las Bellas Artes, es bastante complejo, marcado por dos épocas: la del régimen de Porfirio Díaz y la Revolución Mexicana. Las obras para erigir este edificio comenzaron en 1904, con la firme intención de terminarlo en, aproximadamente, cuatro años.
Pero nada más lejos de la realidad, puesto que diversos problemas técnicos y presupuestarios demoraron su finalización. Es más, tras el estallido de la Revolución en 1910, así como el agravamiento de la situación económica del país, Adamo Boari regresó a Europa en 1916, habiendo concluido, por aquel entonces, prácticamente todo el exterior menos el recubrimiento de la cúpula.

Existe una idea generalizada de que, desde 1917 hasta 1929, esta construcción pasó por un proceso de abandono que es bastante complicado sostener, puesto que había cierto interés en que se terminaran las obras. Es más, esta edificación era utilizada de forma constante para celebrar diversos actos relevantes. Por lo tanto, era algo que interesaba tanto a varios gobiernos posrevolucionarios como al público en general.
A partir del año 1930, coincidiendo con el periodo en el que Pascual Ortiz Rubio era presidente, el reconocido arquitecto Federico E. Mariscal cogió las riendas de este proyecto, que no era otro que finalizar las obras del Teatro Nacional. Eso sí, no fue hasta 1932 cuando la obra fue revitalizada con unas instrucciones muy precisas: el edificio debía albergar varios museos. De ahí que, por primera vez en décadas, esta construcción dejase a un lado su nombre original, el de Teatro Nacional, por el de Palacio de las Bellas Artes.
No podemos dejar de mencionar que, entre 2008 y 2010, se realizó una amplia intervención no solamente en el propio teatro, sino también en la sala de espectáculos. En la actualidad, se ha convertido en una de las edificaciones más significativas de Ciudad de México. Cada día que pasa, son más los curiosos que se acercan hasta el punto en el que se encuentra para dejarse maravillar por su belleza y espectacularidad.
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