PACÍFICO PERUANO
Olas perfectas en el paraíso playero de Tumbes
El norte de la costa peruana cuenta con rincones en los que surf, olas, playas y desconexión van de la mano. Uno de ellos es Tumbes, una ciudad asociada por siempre a la conquista colonial española que, actualmente, se ha convertido en todo un templo para surferos y amantes del ceviche.
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A principios de abril de 1532, Francisco Pizarro, acompañado de 200 hombres y 50 caballos, desembarcaba en las playas de Tumbes. Su misión era explorar y anexionar al Reino de Castilla las que ahora conocemos como tierras de Perú. No tardó ni un año en capturar a Atahualpa, condenarlo a muerte y, también, matar a su sucesor.
Hoy las costas de Tumbes acogen historias mucho menos cruentas. Eso sí, hay algo que se mantiene, y es que siguen siendo las más hermosas del norte de Perú. Situadas casi en la frontera con Ecuador, es imposible no fijarse en su arena, fina y blanca, pero tampoco en sus aguas de olas magníficas. Y como aquí el clima tiene una media anual casi constante alrededor de los 30 ºC, normal que se haya convertido en uno de los rincones preferidos de los que buscan ‘renacer’ en el Pacífico peruano.
El atardecer en las playas de Tumbes, plácidamente tumbado en la arena, es de los recuerdos que todo el mundo se lleva grabados en las retinas. Especialmente, tras haber surfeado un par de buenas olas. Y es que aquí reina el deporte del surf en todas sus formas, lo permite un viento perfecto y unas olas lo suficientemente altas como para disfrutar domándolas.
Dos son las playas más importantes. Por un lado, la de Zorritos. Por otro, la de Punta Sal. A la altura del kilómetro 1240 de la ruta Panamericana, Zorritos es un sitio que ha alcanzado enorme fama por la excepcional temperatura de sus aguas, que suelen llegar a los 25°C gracias a la influencia de la corriente cálida de El Niño. Tiene muchas calitas y suele estar muy vacía, por lo que es perfecta para desconectar.
Más familiar es Punta Sal, sobre todo porque aquí sí que hay presencia humana, reflejada en los hoteles que se han levantado a lo largo de la costa. Es, además, el lugar en el que poder practicar esquí acuático, así como todo tipo de diversiones sobre el agua.
Si queremos aventuras, basta con montarse una excursión al Santuario Nacional de los Manglares. No queda nada lejos y permite navegar entre arbustos de raíces hundidas en el agua. Claro que tendrás que tener cuidado. Allí viven cocodrilos, garzas, nutrias gigantes y mapaches (conocidos popularmente como perros concheros). Se encuentra a menos de 20 kilómetros de la ciudad de Tumbes y son varias las agencias que organizan salidas en botes por la zona.
La vida en este rincón de Perú no se ciñe a las horas de sol. Por la noche, con las playas ya vacías, es el turno de cenar en alguno de los restaurantes de los hoteles de la zona, así como en los locales más típicos. Unos y otros nos servirán los mejores platos preparados a base de pescado y marisco. Son tradicionales el arroz con conchas negras, el enrollado de mero con pulpa de cangrejo y el majarisco tumbesino, preparado con calamares, almejas, langostinos, plátanos verdes y mucha cebolla.
Para llegar, el mejor modo es hacerlo en avión. Hay vuelos directos desde Lima a Tumbes, por lo que basta con reservarlo antes o después de nuestra visita a la capital peruana.
Más información:
Turismo de Perú
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