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Europa

Una isla monástica para amantes de la historia y el arte

El monasterio benedictino de la Isla Reichenau en Alemania

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Situada en el lago Constanza, el mayor lago continental de Alemania, la Isla Reichenau conserva vestigios de un monasterio benedictino, fundado en el año 724, que ejerció una gran influencia espiritual, intelectual y artística. Fiel testimonio de la importancia de este monasterio benedictino de la Alta Edad Media. La pequeña isla se halla al oeste de la ciudad de Constanza, a unos seis kilómetros, y muy cerca de la frontera con Suiza. Reichenau está conectada a tierra firme a través de un puente y es actualmente uno de los principales atractivos turísticos de esta región. En el año 2000 el monasterio de Reichenau, y el resto de las iglesias de la isla, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Las tres iglesias románicas que datan de los siglos IX al XI, están consideradas como centros intelectuales de la época carolingia y otoniana, fiel testimonio de la relevancia de la antigua abadía benedictina en la isla monástica Reichenau en Baden-Wurtemberg. Uno de los monasterios más importantes en el sur de Alemania. El monasterio en sí, fue edificado en 1803 y el edificio es hoy el ayuntamiento del municipio de Reichenau. Los amantes del arte están de enhorabuena. Pinturas murales que nos hablan de la importancia de Reichenau como centro artístico en los siglos X y XI son algunas de las joyas que se pueden visitar. La iglesia de Santa María y San Marcos, con su planta de tres naves, o la iglesia de San Pedro y San Pablo, consagrada en el año 799, que albergan majestuosos órganos y pinturas románicas, así como, las pinturas murales otonianas de la iglesia de San Jorge, único ejemplo de obra pintada de una iglesia al norte de los Alpes del siglo X, harán las delicias de los que aman la historia y el arte. Como parte de la historia del arte de la Alta Edad Media, los singulares códices de Reichenau que decoran el Nuevo Testamento, la vida de Jesucristo y los Evangelios han llegado hasta nuestros días, y se pueden disfrutar en el Museo Reichenau, donde además se expone la historia de la construcción de la iglesia y del monasterio o las poesías del monje Walahfrid Strabo. Esparcidos por la isla quedan muestras de edificaciones y muros de construcciones monacales. Entre ellas las ruinas del Schopflen, un edificio fortificado, la residencia de los abades, y la casa de huéspedes. Allí tuvo también su origen uno de los primeros sistemas de escritura musical que se conocen gracias al monje conocido como Germán el Cojo. Las tres iglesias románicas de la isla de Reichenau son una visita obligada, así como las famosas pinturas murales de la Iglesia de San Jorge, la cámara del tesoro de la Iglesia de Santa María y San Marco y la idílica Iglesia de San Pedro y San Pablo. En otoño, visitar la isla tiene mucho encanto, un viaje de reencuentro con la grandeza del ser humano y la espiritualidad. Reichenau es una de esas pequeñas joyas que hay que disfrutar despacio.

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