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Europa

El icono cultural del Báltico

Lituania, una joya de la naturaleza con un pasado imperial

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Presume de una naturaleza poblada de ríos, lagos vírgenes y bosques milenarios y también de un pasado imperial; de hecho en el siglo XV fue una gran potencia europea, lo que no se puede decir de los otros países de su entorno. A orillas del Báltico, hace frontera con Letonia, Bielorrusia, Polonia y Rusia. Es la mayor de las tres repúblicas bálticas que se independizaron de la antigua Unión Soviética a comienzos de los 90. A pesar de las influencias externas ha sabido mantener su independencia cultural y convertirse en un icono de la cultura europea con sus hermosos monumentos y paisajes de postal. Su capital, Vilnius, declarada Patrimonio de la Humidad por la UNESCO, es una ciudad cómoda para moverse por ella. La vitalidad se palpa en sus calles; de día con sus cafeterías, restaurantes, patios decorados con flores y tiendas, y una actividad nocturna muy animada. Su barroco casco histórico es de los más bonitos del norte de Europa. Podemos recorrerlo a pie, visitar alguna de sus decenas de iglesias, su castillo medieval, el Palacio Ducal o los barrios de los artesanos, de los literatos… Para los aventureros que quieran tener una visión más amplia, y sobre todo panorámica, siempre les quedara sobrevolarla en globo aerostático (práctica permitida, no en vano Lituania es líder mundial en número de globos). Los interesados en fragmentos de su historia reciente deben visitar el Museo del Genocidio, en el edificio que en su día ocupó la Gestapo y la KGB, ya que este país fue uno de los grandes centros de la cultura judía en el mundo hasta el Holocausto. Y si hablamos de esperanza, nada mejor que acercarnos a la Colina de las Cruces, una de las estampas más impresionantes, símbolo de fe convertido en un centro de peregrinaje; un monte donde se plantaban cruces en tiempo de guerra y en la época comunista llegó a alcanzar las 40.000 a pesar de ser un delito.

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