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América Norte

Histórico y fresco, el Hotel Lincoln

Está situado en uno de los barrios más enérgicos de Chicago, en un edificio de 1920

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Chicago, la ciudad estadounidense en la que el viento perfila todos los edificios y determina el tiempo, la joya del estado de Illinois y precursora de los rascacielos. Es difícil resistirse a sus encantos cuando se conoce y conveniente tenerla en mente si se decide visitar Estados Unidos. En la parte norte de Chicago, junto a Lincoln Park –el Central Park de Chicago-, una de los barrios más de moda de la ciudad, se encuentra un alojamiento con historia pero, a la vez, la frescura de las nuevas construcciones. Es el Hotel Lincoln, uno de los hoteles más dinámicos y atrevidos de esta zona del centro de la ciudad. Comparte con el entorno algunas características como la energía y la moderada excentricidad, lo que le convierten en único y muy recomendable. Además, su ubicación es idónea para conocer ambas caras de la ciudad: la más urbana y también la más natural, ya que se encuentra al lado del lago Michigan, de Lincoln Park y a pocos minutos a pie del zoológico de Lincoln Park. Pertenece a la cadena hotelera Joie de Vivre y su singularidad le ha valido 4 estrellas como carta de presentación. El Hotel Lincoln es un perfecto resumen del espíritu vintage que se respira en algunos rincones de Chicago y en él se puede disfrutar de una mezcla de contrastes muy acogedora entre lo antiguo y lo moderno. Y también entre la tranquilidad y el bullicio, dos ambientes muy distintos entre los cuales los huéspedes pueden elegir al alojarse en el hotel. Cuenta con 185 habitaciones repartidas en un edificio que data de 1920. Este lugar ha visto entre sus paredes a personajes como el mafioso Al Capone o el dramaturgo David Mamet y durante la llamada Ley Seca, en él existía un bar clandestino en el que se podía beber alcohol hasta altas horas de la madrugada. Posteriormente, albergó a escritores y personas relacionadas con el mundo literario, que dejaron en el edificio sus señas, vivencias y parte de su espíritu bohemio. Las historias y anécdotas son parte del hotel, aunque aún siguen siendo un misterio en gran medida. Por lo demás, el edificio fue reformado en el año 2012 pero ha mantenido algunos guiños al estilo de su época original para recordarla y homenajearla, eso sí, combinados a la perfección con las comodidades contemporáneas. Wifi, televisión por cable, soporte para iPod, set de café y té… El Hotel Lincoln tiene mucho que ofrecer a todo tipo de huéspedes, de todas las edades y gustos, por eso es uno de los alojamientos boutique más codiciados del barrio. Además, muchos espacios y habitaciones están decorados con obras de artistas locales. Durante los meses de verano, en la azotea el hotel organiza clases de yoga y también tiene un servicio de alquiler de bicicletas para disfrutar la ciudad a pedales. En su planta baja, se encuentra el restaurante Perennial Virant, en el que se degustan desde cócteles a un brunch o bien una carta con sugerencias más que apetecibles. Y, para los más trasnochadores, en la azotea abre sus puertas el bar J. Parker, con unas vistas inmejorables de la ciudad, ¿alguien es capaz de resistirse a una carta con combinados de autor y un ambiente tranquilo? El hotel admite hasta dos animales de compañía por habitación, tiene aparcamiento privado y sus espacios comunes se parecen a un estudio de diseño más que a un hotel. El Lincoln es auténtico, genuino, original y, aunque parezca un tópico: único. Una visita a una de las ciudades más atractivas de Estados Unidos no se merece un hotel menos singular que este.

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