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UNA DE LAS ISLAS MÁS DESCONOCÍDAS Y HERMOSAS DE GRECIA

Gaios, el puerto secreto del Jónico

Una estatua de bronce de Georgios Anemogiannis es lo primero que ven los pequeños barcos de pescadores que se acercan al poco profundo puerto de Gaios. Este héroe nacional griego dio su vida en la batalla de Lepanto, que tuvo lugar algo más al sur, en el mismo mar Jónico que baña hoy sus aguas. Y no es que sea lo primero que se divisa porque esta sea gigantesca, sino porque el puerto que 'defiende' está escondido, casi como el secreto que sigue siendo hoy tanto este pueblo como toda la isla de Paxos, en la que se encuentra.

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A pesar de ser la segunda más grande de la Grecia Jónica, la cercanía de Corfú ha eclipsado la belleza e importancia de esta isla meramente pescadora y olivarera. Y para muchos es toda una fortuna, pues la falta de explotación turística la convierte en un destino perfecto para los que quieren descanso, naturaleza y, sobre todo, poder disfrutar de la autenticidad del día a día en Grecia, sin excursiones, autobuses ni chiringuitos.

Gaios es la capital de la isla, un pequeño puerto de pescadores al que es difícil llegar, ya que su escasa profundidad no permite que entren grandes barcos (el trayecto se realiza en pequeños barcos desde Corfú, o en un hidroavión deslizante. Además, está escondido detrás de una gran montaña que forma una especie de falso fiordo, como un canal semicircular estrecho que le protege, además, del mar abierto.

Gaios, el puerto secreto del Jónico



Sus pequeñas casas de no más de dos pisos miran al agua, donde se agolpan los barcos de pescadores. Las playas, solitarias y de aspecto paradisíaco, se mantienen a las afueras, a no muchos kilómetros, con muchas calas en las que tomar el sol en soledad. De hecho, visitar estas calas es casi obligado, y más si se puede hacer en lanchas alquiladas en el pueblo. Con ellas podremos incluso dirigirnos al sur y acercarnos a la isla de Antipaxos, deshabitada y poseedora de una gran flora y aguas turquesas.

Por la noche, sentados en una taberna del puerto con una copa de Ouzo, los pocos turistas se sientan junto a los locales satisfechos de una jornada de sol y, sobre todo, de haber sido inteligentes de escoger uno de los pocos secretos que aún quedan en Grecia de cara al turismo.

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