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América Sur

Escapada a toda vela por el delta del Paraná

Una escapada a Rosario no se puede completar sin navegar por el asombroso delta del río transamericano.

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Cuando las aguas del Paraná llegan al puerto fluvial de Rosario, ya llevan tras de sí más de 3.500 kilómetros de viaje. Aún le quedan unos cuantos hasta completar los poco menos de 4.000 km que terminarán en el Río de la Plata, donde se une al río Uruguay y cuyo tramo final es un gran delta que comienza, precisamente, allí, en Rosario. Como suele ocurrir con los grandes ríos del planeta (y el Paraná es el sexto en longitud), su delta es prácticamente un mar, con un caudal de 16.000 metros cúbicos por segundo. Es por ello que visitarlo bien se podría asemejar a un crucero. Pero no hace falta hacer noche para gozar de la riqueza del delta en esta ciudad argentina. Cada día, lanchas y barcos veleros permiten conocer los rincones más interesantes, en contacto con la naturaleza y la historia de la región. Así, no faltan lanchas que se internan en los riachuelos y meandros, barcos con capacidad para hasta 10 personas que recorren puntos como el riacho Los Marinos, El Charigué, Paraná Viejo, el puente Rosario-Victoria, las playas... y siempre con los grandes edificios de la ciudad como testigos y faros que permiten localizar en todo momentos dónde estamos situados. La navegación nos puede llevar también al Centro Cultural Isla Charigüe, un museo en plenos humedales del Paraná fundado y dirigido por el artista plástico Mario Domínguez Teixeira. Aquí es posible recorrer las pequeñas islas del delta a pie, recorrer los bosques del albardón, el interior de los pajonales, ver las aves en las lagunas y conocer más sobre los pueblos que habitaron esta región hace siglos: Chaná-Timbús, Guaraníes, Mocovíes... Y si se quiere un entorno romántico, también se puede hacer de noche. Es uno de los momentos preferidos para ver Rosario iluminada, así como el delta al atardecer. Empresas como Rosario Sail lo proponen con luna llena, para emocionar al viajero con el silencio y la luz natural del satélite sobre el río, y siempre en barcos de vela. Toda una aventura que hace aún más interesante la visita a Rosario y que nos aleja de las clásicas excursiones en Argentina.

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