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Siempre impresionante

El roadtrip definitivo por Escocia

Escocia es un lugar para descubrir. Perderse en su naturaleza salvaje y abundante, descubrir sus lagos y soñar admirando sus castillos. Y, sobre todo, relacionándonos con sus maravillosas gentes. Son muy hospitalarios y siempre están dispuestos a ayudar al forastero de turno que se haya perdido en sus sinuosas carreteras.

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Aunque seguramente aterricemos en Glasgow o Edimburgo lo mejor es coger el coche nada más bajarnos del avión y conducir rumbo al norte, hacia las Highlands. En la región de las Tierras Altas está el famoso lago Ness, que tiene una superficie de 56km2 y su punto más profundo llega a los 230 metros. En una de sus orillas se encuentran las ruinas del Castillo de Urquhart, que data del siglo XIII. Subir a una de sus torres para contemplar la inmensidad del lago, es algo que hay que hacer obligatoriamente. Los hay que hasta se acercan a la orilla a tocar sus frías aguas.

En el noroeste de las Highlands, en la costa se encuentra la pequeña ciudad de Ullapool. Es un pueblo de pescadores, en un enclave natural envidiable. Subiendo el monte que hay a las espaldas del pueblo, contemplaremos las casas, el mar, y el otro lado de la pequeña bahía. Esa zona está llena de pequeñas islas, algunas de ellas son reservas naturales que sirven como alojamiento a especies de aves protegidas.

En la Isla de Skye se encuentran una de las cascadas más impactantes y espectaculares de Escocia. Están unos kilómetros al norte de su capital, Portree. Esa cascada se conoce como Mealt Falls, y el agua proviene del lago Mealt, se precipitan al mar desde una altura de más de 50 metros. El paisaje, lleno de acantilados escarpados es inolvidable. Por otro lado, Portree, es una pequeña ciudad costera, muy pintoresca, pues las casitas más cercanas al puerto están pintadas de colores vivos.

Volviendo a las Tierras Altas desde la Isla de Skye, es muy probable que nos tropecemos con el Castillo de Eilean Donan. Está dentro de un lago, para acceder a él hay que atravesar un antiguo puente de piedra. Éste es uno de los castillos mejor conservados de Escocia.

Si seguimos avanzando hacia el interior de las tierras escocesas de nuevo, tropezaremos con el Parque Nacional de Cairngorms. En él se encuentra la única pista de esquí de Reino Unido, además del funicular más alto del país, pues asciende hasta los 1.066 metros de altura, y veremos una preciosa panorámica del parque y el Loch Morlich. Este lago es el paraíso de los deportes acuáticos, y tiene una playa de arena dorada que en los meses de verano se llena de gente. Si res un fan de Harry Potter, el viaducto de Glencoe, no pilla lejos del Cairgorms National Park. Ese viaducto es por el que pasa nuestro querido personaje literario cuando va a Hogwarts.

Ponemos rumbo al este para llegar a Saint Andrews, allí nos recibirá una ciudad con un casco antiguo presidido por una emblemática catedral en ruinas, y un castillo al borde del mar. Los restos de la catedral son de estilo gótico. Lo más sorprendente es lo bien que se conserva la fachada y la pared del altar mayor.

Antes de llegar a Edimburgo tenemos que parar en Stirling, y sumergirnos en su casco antiguo completamente medieval. No podremos irnos de la ciudad sin visitar el monumento al héroe nacional, William Wallace.

Retornamos al punto de partida, Edimburgo, una ciudad abierta y con ese encanto y hospitalidad de sus habitantes. Esta urbe llena de cultura contemporánea, sigue cuidando aspectos tradicionales como la música de las gaitas y la gastronomía. Después de recorrer la Royal Mile, podemos sentarnos en el césped de los Jardines de Princes Street. Allí se relajan los habitantes de Edimburgo tras un largo día de trabajo. Si tenemos oportunidad, sería interesante visitar la ciudad durante el mes de agosto, cuando se celebra el Festival Internacional de Teatro Contemporáneo Fringe. Si caminamos con los ojos bien abiertos por Princes Street y sus alrededores, descubriremos alguno de los escenarios de la película Trainspotting (1996).

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