África
Cultura y belleza en Ksar Char-Bagh
Un sofisticado hotel diseñado como un palacio a las afueras de Marrakech
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Tranquilidad, sosiego, relax, silencio… sensaciones codiciadas y que parecen una contradicción o, por lo menos, difícil de conseguir en Marrakech pero que están al alcance de la mano. Ksar Char-Bagh es la antítesis del algaravío, el zumbido confuso de los zocos con sus saltimbanquis y mercaderes de ilusiones, el laberinto de callejuelas cubiertas de estambres de caña en las que se entremezclan mil y un aromas, los antiguos caravasar convertidos en talleres artesanales escondidos entre el laberinto de los bazares… Basta alejarse de este frenesí y dejar atrás el palmeral para descubrir “otro mundo”. Después de atravesar un espacio semidesértico, una imponente torre nos cierra el paso, empujamos su suntuosa puerta y entramos en una especie de cuento de hadas: Ksar Char-Bagh. Un palacio inspirado en las arquitecturas morisca, otomana y persa unido al minimalismo y comodidad del siglo XXI. No es el típico hotel de lujo, es una creación exquisita que funde cultura con la belleza de la naturaleza. Rodeado de campos de higueras y olivos, envuelto en la embriagadora fragancia de las plantas aromáticas del jardín persa con sus fuentes de agua y arroyos a imagen de los ríos del paraíso y cuyo murmullo, símbolo de vida, se oye desde cualquiera de sus rincones. 12 harim, palabra persa que significa “pequeño apartamento de palacio”, con terraza o jardín privado, a menos que se opte por el apartamento de la torre que cuenta con piscina propia y unas espectaculares vistas del palmeral y la imponente cordillera del Atlas. Lejos ya de la vorágine de un día en la ciudad, dejarse llevar y disfrutar de su tranquilidad. Pasar el rato entre el bar biblioteca, la sala de billar o la boutique, con muebles y accesorios que los propietarios diseñaron para el hotel. Un baño turco o un masaje con aceites aromáticos en su sobrio hammam de mármol rojo como paso previo a deleitarse con la cocina del hotel, todo un homenaje a los intensos aromas marroquíes, elaborada con las verduras de su huerto. Un “sueño marroquí” al que contribuye su discreto personal atento en todo momento a satisfacer los deseos de los huéspedes.
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