Europa
Cork, la escapada perfecta de fin de semana
Construida sobre el río Lee, la segunda ciudad de Irlanda hace gala de ser una de las más divertidas del país.
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Tener un destino a alrededor de dos horas de España es encontrarnos, como quien dice, a tiro de piedra. Y si encima es uno en el que aún podemos descubrir rincones únicos sin el riesgo de encontrarnos en medio de una muchedumbre de turistas, mucho mejor. Es el caso de Cork, uno de los puertos naturales más grandes del mundo y la segunda ciudad más importante de Irlanda, que bien podría considerarse la Barcelona de la isla esmeralda.
Escaparse aquí durante un fin de semana es mucho más que una experiencia, ya que permite conocer una de las ciudades más interesantes, culturalmente hablando, de Irlanda, pero también una de las más divertidas y bulliciosas, donde siempre hay tiempo para una cerveza en un pub. De hecho, tienen su propia pinta negra: la Black Stuff (o Murphy's Stout, si se prefiere).
Su centro histórico llama la atención por contar con muchos edificios de
estilo georgiano, que aparecen junto a otros de arquitectura moderna. Su artería principal, la calle de San Patricio, cumple este año su primera década tras una profunda remodelación que la convirtió en peatonal. Junto a la cercana avenida Grand Parade, es en ellas donde se centran las compras y la vida financiera de la ciudad.
Siendo Irlanda, es imposible no reparar en su cultura religiosa. Aquí en Cork hay dos catedrales: la de Santa María y Santa Ana, que es católica, y la de San Finbar, que está adscrita a la iglesia anglicana irlandesa. La primera es uno de los edificios más conocidos de la ciudad, con su torre de arenisca roja y piedra caliza. Su reloj, que puede ser accionado por los turistas para crear diferentes melodías, es uno de los reclamos más apasionantes para los niños.
Otro punto de interés es el Mercado Inglés, en pleno centro y junto a la calle de St. Patrick. Se trata de un mercado cubierto donde se venden alimentos de las granjas de la región desde el siglo XVII, siendo la construcción actual de finales del siglo XVIII. Es el más antiguo de su tipo en Europa y es imposible salir de allí sin probar un auténtico queso de granja.
Y si hay tiempo, qué mejor que irnos a las afueras de Cork. Concretamente al castillo de Blarney. Es famoso por una leyenda que dice que aquel que bese su piedra tendrá el don de la elocuencia. También es interesante el castillo de Blackrock, del siglo XVI y que es perfecto para los amantes de la astronomía, ya que funciona como observatorio.
Cork bien merece una visita; y viajar hasta allí es más fácil de lo que parece. Aer Lingus conecta la ciudad directamente con siete aeropuertos españoles, y Ryan Air, por su parte, lo hace con nueve.
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