Europa
Capri y una ventana al Mediterráneo
Caesar Augustus es uno de los hoteles más bellos y espectaculares de la isla de Capri.
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Dicen que Capri tiene un imán especial, un encanto que conquista y cautiva a todo aquel que ha tenido la suerte de disfrutar unos días en su costa. La isla está rodeada de las cálidas aguas del Mar Tirreno, intensas, azules, idílicas; y su interior esconde secretos ocultos por una historia tan interesante como misteriosa que dio comienzo en la época de los romanos. En los años 50, Capri se convirtió en la isla de la dolce vita y fueron muchos los personajes, intelectuales y artistas de todo el mundo que quedaron rendidos ante sus espléndidos paisajes, su historia milenaria y su clima suave. Jaqueline Kennedy paseó descalza por sus playas y mujeres como Grace Kelly, Ava Gardner y Brigitte Bardot eligieron este bello destino para pasar sus vacaciones. Capri es sinónimo de atardeceres de ensueño, de calmados paseos por la Marina Piccola, de baños en calas solitarias y en la playa de la Marina Grande y de naturaleza. Visitar sus iglesias, los restos de Villa Jovis –la que fuera residencia del emperador Tiberio- o subir hasta el punto más alto de la isla, el Monte Solaro, desde donde se alcanza a ver el Golfo de Nápoles, Sorrento y parte de la Costa de Amalfi, son auténticos privilegios. Anacapri, situado en el lado oeste de la isla, es un encantador pueblo de estrechas calles empedradas, casas blancas construidas sobre roca y terrazas llenas de flores. Y es allí, donde se encuentra el lujoso hotel Caesar Augustus, uno de los más bellos y exclusivos de toda la isla. Su encanto, más allá de su exquisita decoración y sus magníficas vistas, reside en que antes de convertirse en un hotel era la casa de verano de un príncipe ruso. Está ubicado sobre un acantilado y el paisaje que se observa desde cada una de sus ventanas tiene la capacidad de dejar sin aliento durante unos instantes a todos los huéspedes. Cuenta con una piscina infinita y habitaciones con una cuidada decoración de estilo mediterráneo en las que reinan la madera, la cerámica y los suelos de terracota. Y, a su alrededor, un acogedor jardín que invita a soñar, porque en Capri -y en concreto en el Hotel Caesar Augustus- se sueña con los ojos bien abiertos.
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