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Arte, restaurantes escondidos y un punto de vista imprescindible de la ciudad

Los callejones, la seña de identidad de Melbourne

Sin ellos Melbourne no encerraría tantas sorpresas y gracias a ellos es una ciudad laberinto.

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Melbourne es ya de por sí una ciudad que atrae a cualquier tipo de viajero. Un núcleo urbano que a pesar de encontrarse a miles de kilómetros de Europa desprende en cada barrio, edificio y calle una esencia auténticamente europea, contagiada probablemente por los primeros colonos ingleses que llegaron allí y acrecentada con el paso de los siglos por el turismo e inmigración.

La mezcla de culturas, de lo antiguo con lo nuevo y los contrastes son una de las cualidades que más hacen brillar a Melbourne, pero sin duda alguna, su mayor seña de identidad son sus callejones, o laneways. Sin ellos Melbourne no encerraría tantas sorpresas y gracias a ellos es una ciudad laberinto, cuyo arte urbano se concentra en parte en estas calles estrechas y llenas de graffitis.

Por eso, más allá de visitar Federation Square, la playa de St. Kilda, la icónica casa del Capitan Cook o alguno de sus imprescindibles cines, es necesario hacer una ruta por los laneways que atraviesan el centro de la ciudad. En estas callejuelas uno nunca sabe lo que se puede encontrar, incluso los propios habitantes de Melbourne se ven sorprendidos en numerosas ocasiones por ellas. Desde un pequeño restaurante italiano regentado por una familia hasta un bar de jazz que casi parece clandestino, verdaderas obras de arte plasmadas en la pared o tiendas con objetos de lo más curiosos.

No están abiertas al tráfico e invitan a callejear y perderse por ellas para evitar el bullicio típico de las calles más transitadas del centro. Pero, ¿cómo surgieron estos callejones? Sorprende porque el centro de Melbourne está estructurado en manzanas prácticamente rectangulares, lo que posibilita que cada bloque esté rodeado de callejones a veces sin salida. Pero no callejones como estamos acostumbrados a imaginar, sombríos e inutilizados, sino llenos de vida.

Fue en los años 80 del siglo pasado cuando Rob Adams, encargado del urbanismo de la ciudad, decidió poner en valor estos espacios a través de su proyecto de revitalización urbana Postcode 3000. Desde entonces, muchos negocios locales y artistas han encontrado en los laneways el lugar perfecto para establecerse.

En Cocker Alley encontrarás obras del ya famoso grafitero Bansky, mientras que si lo que estás buscando es un local íntimo donde escuchar jazz con luz tenue, dirígete a Bennetts Lane o Manchester Lane. Los amantes del rock and roll deben pasar y hacerse una foto por el ACDC Lane, y por qué no tomarse una cerveza en uno de los bares con más encanto y antiguos de toda la ciudad, situado entre Bank Place y Mitre Lane.

Si quieres ver algunos de los mejores grafittis de la ciudad, paséate por Degrave Street y Rutledge Lane. Y si buscas comer en uno de los restaurantes españoles más codiciados de la segunda ciudad más grande de Australia, deberás acercarte hasta Hosier Lane, uno de los centros neurálgicos de esta ruta, y preguntar por el restaurante Movida. Es este, justo enfrente de Federation Square, un buen punto para parar y reponer fuerzas. O también Hardware Lane, donde la oferta gastronómica es sobre todo italiana.

El propio ayuntamiento de la ciudad apoya con la iniciativa Laneway Commissions la actividad de estos callejones y propone iniciativas temporales que los llenan de vida y convierten en verdaderos reclamos turísticos. Así que si estás planeando una visita a la ciudad, incluye en tu ruta algunos de los callejones más imprescindibles, ¡no te arrepentirás!

 

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