Café con sabor a tango

Es difícil imaginar una ciudad como Buenos Aires sin sus bares, cafés o confiterías, en los que degustar el clásico café lejos de las modas e innovaciones de los cafés gourmet, donde tomar uno es simplemente una excusa para charlar, leer o dejar pasar el tiempo sin prisa, con cadencia como el tango. Algunos de ellos todo un símbolo de la cultura porteña, cuyo origen se remonta a la época colonial en la que surgieron una serie de bares y cafetines que poblaron el centro de la ciudad. Con el paso del tiempo adquirieron un carácter emblemático, quizá por las actividades que en ellos se desarrollaban o porque por sus mesas pasaron personalidades locales que acudían con asiduidad. Se podía disfrutar de un cortado con ilustres escritores locales, como Jorge Luis Borges, en la mesa de al lado o incluso participar con ellos en una animada tertulia. Bares con ambiente, calidad y buen servicio, bares notables. Cada uno con una nutrida historia a sus espaldas. Historias de cierres, recuperaciones o quiebras; de clientes excéntricos, compositores, autores o poetas en ciernes en busca de inspiración, lectores compulsos o “gente corriente”… En la actualidad, además de reclamo para turistas que ven en ellos lugares interesantes en los que hacer un alto en el camino, son visitados sin distinción de género, algo que no ocurrió hasta mediados del siglo XX ya que sus mesas estaban reservadas esclusivamente a los caballeros. Locales en los que no hace falta que hables lunfardo para que te entiendan, que mantienen una decoración de otra época, viejos cafés que se aferran a la tradición, desde la conservación de su arquitectura a las especialidades de su carta, en los que tomar a un buen café con mediaslunas de manteca de las de toda la vida. Establecimientos, casi sesenta, algunos incluso Patrimonio Histórico de la ciudad