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América Sur

El bosque de la guitarra

Una preciosa historia de amor en la Pampa Argentina

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En lo que es un emotivo homenaje a un amor perdido demasiado pronto, un argentino plantó y cultivó un precioso bosque, con plantas y árboles de varios colores, y con una curiosa forma, una inmensa guitarra. El amor por una mujer se convirtió en un proyecto, que se extiende casi cuatro kilómetros de largo y que contiene más de 7.000 árboles. Unos años después de que la esposa de Pedro Ureta, Graciela, falleciera trágicamente. Ella perdió la vida en 1977, a los 25 años de un aneurisma cerebral, y antes de su repentina muerte, la pareja había hablado a menudo sobre la creación de su propio "cielo" dentro de sus campos. Y Pedro le dijo a Graciela que iban a poner en marcha el proyecto "cuando tuvieran más tiempo." La pérdida de Graciela fue tremenda, murió poco después de llevar al que habría sido el quinto hijo de la familia. Un par de años más tarde, Pedro decidió honrar los deseos de su difunta esposa y crear el bosque en forma de guitarra que siempre había soñado. Pedro trabajó sin descanso plantando y cultivando los árboles del que sería su cielo eterno. Pedro Ureta creó una forma de guitarra perfecta, con un agujero en el centro en forma de estrella. El tamaño y la escala son impresionantes como una pieza de arte de la tierra, y la historia de cómo llegó a ser, es aún más conmovedora. Uso árboles cipreses en su mayoría para formar el contorno, árboles azules de eucalipto para acentuar las cuerdas en el mástil de la guitarra. Fácilmente visible desde un avión, la guitarra trae la alegría a todos aquellos que vuelan sobre la pampa. Y Graciela es recordada con amor. Y cuentan que los árboles que componen la guitarra han resistido tornados, granizo y relámpagos, y la mayor amenaza ha sido un hongo que ataca a los cipreses, estropeándolos y secándolos. Dice Pedro que "Si tuviera que hacerlo de nuevo, me gustaría hacer la guitarra con árboles autóctonos" Y añade que espera que un día el sitio se puede conservar como patrimonio. Hasta entonces, él y su familia siguen cuidando el magnífico monumento. Y una anécdota, Pedro nunca ha visto la guitarra completa ya que tiene miedo a volar. Situado en la fértil región agrícola de la Argentina, en Córdoba, es un bosque eterno con forma de guitarra. Ahora Pedro, con 71 años de edad, y sus cuatro hijos siguen honrando a Graciela. Nunca la olvidaron. Y nosotros hoy, gracias a su bosque, también la recordamos.

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