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América Norte

Bannerman, un castillo sobre el río Hudson

A pocos kilómetros de Nueva York, la isla de Pollepel acoge un antiguo almacén que bien podría ser un castillo europeo

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En Europa es relativamente fácil visitar cualquier país y encontrarse con castillos que llaman la atención por sus almenas y torres, por el característico color de su piedra y también por sus pequeñas ventanas. Algunos de ellos incluso permanecen en pie a pesar de encontrarse prácticamente en ruinas, pero siguen inmóviles en el lugar en el que un día se construyeron, viendo pasar el tiempo, la historia y la vida. Estados Unidos es diferente. Sus habitantes están acostumbrados a otro tipo de edificios, paisajes y también a historias que son narradas de manera diferente por no encontrarse en un mismo contexto. Por eso, aquellos visitantes que acuden al país, tienen una idea predeterminada de qué es lo que van a ver. Como en todos los destinos, siempre hay detalles y lugares que cambian nuestras expectativas. Uno de ellos es la isla Pollepel, una pequeña extensión de terreno que flota al ritmo de las aguas del icónico río Hudson. A tan solo una hora de Nueva York, del bullicioso Manhattan y de la vida urbana que se lleva en la gran manzana, se alza la silueta de un imponente castillo que llama la atención por su originalidad y por el contexto en el que se encuentra. La también conocida como isla Bannerman es austera, tranquila y muy silenciosa. Pero, aún así, son muchos los turistas que cada año se acercan a ella para admirar y conocer la historia de lo que hoy en día son las ruinas del almacén Bannerman. En él se guardaban excedentes militares y aún conserva en un lateral su cartel en el que se lee: Arsenal de la Isla de Bannerman. La historia comienza cuando Francis Bannerman VI, un inmigrante escocés, compró esta pequeña isla en 1901. En el momento en el que la Guerra Civil estaba dando los últimos coletazos, el empresario vio negocio en comprar los excedentes de armamento y material militar y, posteriormente recurrió a esta isla para guardarlo. Francis ordenó construir el almacén como si fuera un castillo de estilo francés o alemán. Él, europeo, conocía la belleza de este tipo de construcciones y diseñó el mismo los edificios que posteriormente completaron los arquitectos que llevaron a cabo el proyecto. Lo que hoy en día se mantiene en pie son los restos de una explosión de los materiales que el almacén guardaba en su interior, que destruyeron parte del complejo. Aunque también contribuyó a su estado el incendio que sufrió el edificio en el año 1969. La isla se puede visitar en barcos de pasajeros o bien en kayak y, una vez en ella, es posible realizar una visita guiada para ver y conocer la historia del almacén y también el resto de edificios, usados como residencia por la familia Bannerman. Los jardines que rodean estas construcciones son mantenidos en buen estado por voluntarios de la zona, que ayudan a preservar parte del encanto del lugar. Una nueva forma de conocer Nueva York. Una ciudad que cuenta con numerosos rincones secretos, pero posiblemente no tan especiales ni sorprendentes como la isla de Pollepel.

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