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América Sur

Ascenso al paraíso natural del monte Roraima

Una montaña de 2.800 metros de altura concentra una diversidad natural única en las Tierras Altas de la Guayana.

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El punto en el que se unen las fronteras de Brasil, Guayana y Venezuela no es uno más en el mapa. Al contrario, se trata de uno de los rincones más bellos del planeta y, sobre todo, de los más curiosos: el monte Roraima. Se trata de una gran meseta de arenisca que asciende más de mil metros sobre las sabanas del alrededor, con 2.810 metros sobre el nivel del mar y que frecuentemente queda por encima de las nubes. Todo un paraíso natural en el extremo sudeste del Parque Nacional Canaima de Venezuela y que se extiende por aproximadamente 30.000 km². Llegar a él no es del todo sencillo. Si se decide abordarlo desde este país, hay que hacerlo tomando como base el pueblo de Paraitepui, donde se aconseja contratar un guía local. Desde allí, el viaje a la base será de un día, y otro más para ascender por la escalera natural de la roca, que llega directo a la cima. Esta se conoce como 'La Rampa' y es el modo más fácil de llegar hasta arriba, por lo que es frecuente que la mayoría de los montañeros y amantes del senderismo que deciden 'colonizar' el Roraima se decidan por hacerlo por este lado. Desde Brasil o Guyana también es posible, pero obliga a unos conocimientos muy experimentados de escalada. Y si se quiere conocer el monte con más rapidez, pero a cambio de perder la sensación única del ascenso, atravesando las nubes, es posible hacerlo en helicóptero. En este caso, se contrata en Santa Elena de Uairén. Eso sí, podrá aterrizar en la meseta y caminar sobre ella unos minutos. Lo que nos espera sobre el monte es un espectáculo único. Dada su singularidad geográfica, el Roraima ha evolucionado lentamente hasta convertirse en un lugar de flora y fauna endémica. Además, el agua y el viento han permitido formaciones y esculturas de roca impresionantes que se acompañan de piscinas naturales con aguas muy frías y cuevas donde muchos montañeros aprovechan para montar sus campamentos (resultan muy útiles, ya que es una zona en la que se dan frecuentemente lluvias torrenciales). La belleza de la meseta hará que merezca la pena el viaje de dos días, que se mantendrá en nuestra retina para siempre.

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