Alejados del mundanal ruido

Cuando viajamos a India, nos encontramos con realidades muy distintas, un país que tiene muchas caras. La de la arquitectura imponente con sus majestuosos palacios y recogidos templos; la de idílicas playas bañadas por las aguas del océano; la de la espiritualidad que contagia, la del colorido apabullante y olores que paralizan el olfato; y la de la población que te envuelve hasta en los rincones más insospechados. En fin, podemos encontrar cientos de destinos diferentes. Kerala es un destino diferente en un mundo diferente. Kerala, que en Malayalam quiere decir tierra de cocos, es un pequeño estado completamente diferente al resto de país y sumamente atractivo. Con su aire de postal idílica de playas de arena fina bañadas por el Ýndico y rodeadas de palmeras, lo que la hace distinta son sus cientos de canales, sus plantaciones de té y especias. Una forma interesante de descubrir su esencia es recorrer sus backwater; una red de ríos, canales, lagunas y lagos que la atraviesan, pero no la vamos a recorrer de una forma cualquiera sino navegando en casas flotantes. Estas llamativas barcazas de fibra de coco se utilizaban antiguamente para el transporte de mercancías y hoy en día se han convertido en unos encantadores alojamientos, a lo que contribuye en parte su sencillez. Atendidos por una reducida tripulación, cuentan con algunos camarotes, lo que permite pasar la noche para los más aventureros, o se puede navegar durante el día disfrutando de la gastronomía de la zona. Mientras lenta y silenciosamente nos deslizamos por sus aguas, desde nuestro particular mirador las imágenes nos invaden. Vemos pasar ante nuestros ojos esa vegetación exuberante reflejada en las aguas cristalinas, los nenúfares que invaden algunos de sus tramos junto con el colorido de las aves tropicales. Y ante todo, la vida que bulle en sus orillas. Los pescadores faenando, los niños que recorren sus veredas camino del colegio, las mujeres lavando en sus aguas…