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América Norte

La acogedora isla del Príncipe Eduardo

Está situada en el Golfo de San Lorenzo y es la provincia más pequeña de Canadá

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Canadá aún guarda entre sus territorios muchos lugares que aún son un misterio para el resto del mundo. Uno de ellos es la desconocida isla del Príncipe Eduardo, la provincia más pequeña del país y una de las menos nombradas también. A esta isla se le conoce por sus iniciales, PEI -Prince Edward Island- y está situada en la costa este de Canadá, en concreto en el golfo de San Lorenzo. El puente de la Confederación, de aproximadamente 13 kilómetros de largo, conecta la isla con el continente americano, en concreto con la provincia de New Brunswick, siendo este camino el único a través del cual se puede acceder en coche. El resto de viajes se realizan en barco, sobre las aguas congeladas del Estrecho de Northumberland, que permanecen en ese estado la mayor parte del año. El paisaje de la isla del Príncipe Eduardo está fundamentalmente repleto de naturaleza, flores, campos y plantaciones de patatas que crean unas vistas inmejorables. La tranquilidad se ha adueñado de esta isla prácticamente desde sus orígenes y es un destino ideal para aquellos que quieran desconectar del todo y perderse en largas caminatas, paseos para explorar la isla y por supuesto playas de fina arena bañadas por el Océano Atlántico. El conjunto es acogedor hasta el punto que esta característica ha pasado de ser parte de la realidad a entrar en el mundo de la literatura. Las novelas de Ana de las tejas verdes, de la escritora Lucy Maud Montgomery, estaban ambientadas en un pequeño pueblecito pesquero de nombre ficticio, pero que estaba situado en la Isla del Príncipe Eduardo. La isla es conocida coloquialmente con el nombre de “la provincia jardín de Canadá”, debido a los grandes terrenos cultivables, la variedad de flora que atesora en sus kilómetros cuadrados y la costumbre de los isleños de contar con su propio huerto. Los primeros habitantes que se instalaron en estos terrenos eran los Mi’kmaq, quienes bautizaron la isla con el nombre de Epekwitk, que más tarde los europeos denominaron Abegweit. Cuando la isla fue colonizada por los franceses, estos se referían a ella como la Isla de San Juan, tras pasar a manos de los ingleses en 1700, decidieron rebautizarla con el nombre que hoy en día tiene, en honor al rey Edward, el padre de la Reina Victoria. Su capital es Charlottetown, donde en 1864 se celebró la Conferencia de Charlottetown que llevó a la creación de los Artículos de la Confederación de Canadá ese mismo año. Es la ciudad más grande de la isla, seguida de Summerside y siete pueblos, Cornwall, Alberton, Georgetown, Kensington, Montague, Souris y Stratford. Todos ellos rodeados de numerosas playas de arena con dunas, en las que destacan faros de llamativos colores, que durante los meses de verano se pueden disfrutar. Merece la pena visitar la Casa de la Provincia, que fue inaugurada en 1847. También el Museo de Ana de las Tejas Verdes para conocer todas las curiosidades de la novela y la autora. En la capital de la isla se encuentra el Centro de Artes de la Confederación, en el que se exhibe la colección de pinturas de Robert Harris y a poca distancia, la basílica St. Dunstan, con una hermosa construcción que llama la atención desde varios puntos de la ciudad. La isla del Príncipe Eduardo es aún una desconocida deseosa de ser descubierta por viajeros amantes de la naturaleza y con ganas de relajarse entre paisajes idílicos.

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