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UN ANTÍDOTO PARA LAS PENAS

O Sister! O cómo el swing resucitó en España

En Sevilla, uno de los lugares más insospechados para el regreso del lindy hop, los miembros de O Sister! capitanean un movimiento que se ha extendido por toda España. Con la crisis, han proliferado academias, quedadas para bailar y festivales hasta dar forma a una cultura revival que no deja de crecer. Hablamos con el grupo que ha logrado traer a la actualidad los divertidos, espasmódicos y sociales orígenes del jazz. Acaban de presentar su tercer disco, 'Stompin' in Joy'.

-O, Sister!

O, Sister!D.R.

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Una tarde, en un piso de Sevilla, una chica escucha por primera vez un tema de The Boswell Sisters y se queda impresionada ante la riqueza musical y el lenguaje innovador que las intérpretes despliegan para la época, los años treinta. Ocho años después, aquella chica se sube a un escenario de Madrid rodeada de su banda y ofrece un concierto multitudinario ante un público entregado a la hermosa resurrección del swing que proponen.

La cantante es Paula Padilla, de O Sister!, una de las formaciones que ha tenido la culpa de que esta música del pasado viva hoy uno de los momentos de mayor popularidad en España. Empezaron unos pocos y hoy existen decenas de academias de lindy hop por toda la geografía nacional, han proliferado los festivales y los conciertos y el swing funciona como una comunidad perfectamente organizada en infinidad de páginas, como Mad for Swing, y de grupos en las redes sociales a través de los que se organizan quedadas que convierten cualquier plaza en el Savoy Ballroom del Harlem, el local donde comenzó todo.

Hablamos de un baile dislocado, divertido y, al cabo, de una oferta de ocio barata y que va en contra de toda penuria. De la misma forma que sus orígenes se sitúan en la Gran Depresión, tenía sentido que estas propuestas surgieran aquí a partir de 2008, cuando empezamos a escuchar los alaridos del monstruo de la crisis.

El ingrediente sorpresa es que O Sister!, que precisamente nace en ese año, procede de Sevilla. ¿Qué relación guarda la música de Nueva Orleans con la capital andaluza? Poca, en principio. Ya, pero ¿la tuvo en algún momento? Llamo a mi abuela, maravillosa nonagenaria a la que siempre molesto con las preguntas más insospechadas (por ejemplo: “¿Qué hacíais para que os quedaba tan mono el pelo cuando no había secadores?”).

 

- Dime, abuela, ¿bailabas swing cuando eras joven?

- Claro, cariño. Primero vals y fox-trop pero luego sí que se bailaba el swing en Sevilla.

- ¿En Sevilla?

- Sí. Y en mi pueblo también.

- ¿Sabes que ahora hay un montón de escuelas y que la gente se reúne para bailarlo en la calle?

- No me extraña, es una música muy bonita y la mar de divertida.

Eso pensaron los componentes de O Sister! cuando decidieron crear un proyecto en el que las Boswell funcionarían como motor. “Yo había escuchado grupos vocales antiguos pero nada como aquello. Nos juntamos por gusto. Se lo propuse a mi amiga Elena, con la que llevaba años cantando en corales, y completamos el trío con mi hermano Marcos, que venía de una formación más clásica y tenía una voz de tenor. Ninguno había hecho este estilo antes aunque yo sí había escuchado mucho jazz a través de mi padre, él fue el que me pasó el disco. Más tarde, se unió Matías, que era mi profesor de guitarra”.

En 2008 ofrecieron su primer concierto en un garito del centro de Sevilla. Era un 28 de junio y la ciudad se descomponía en su desbocada canícula. Cantaron rodeados de ventiladores y hubo hasta un desmayo, pero los músicos se quedaron sorprendidos con la entusiasta respuesta del púbico. “Intentamos desde el primer momento recrear la época, caracterizarnos… enseguida empezaron a animarnos a grabar”, evoca Padilla. Incorporaron entonces a Camilo Bossa al contrabajo y a Pablo Cabra a la batería y comenzaron a funcionar como un grupo de versiones que, según se iba dando a conocer, iba adaptando aquellos viejos temas a su propia dinámica e indagando en un repertorio antiguo y poco trabajado en España.

Encontraron su sonido y, desde entonces, no han dejado de crecer. Han paseado su música por Europa, Asia y Estados Unidos y ahora acaban de presentar su tercer disco, 'Stompin' in Joy', el primero que contiene composiciones propias. Compuestas al estilo de los años veinte y treinta, sí, pero con la marca de un grupo de músicos que habita en el siglo XXI y que narra sus vivencias actuales.

El trabajo reproduce el viaje de la banda por Nueva Orleans, a la búsqueda del jazz primigenio de la ciudad norteamericana, donde participaron en un festival que, precisamente, rendía tributo a Boswell Sisters. “Nos invitó la propia familia de ellas, fue una pasada, éramos los únicos europeos y tuvimos la oportunidad de tocar en una de las salas más antiguas. Aprovechamos el viaje para rastrear con una ruta los orígenes del blues y vimos que estábamos en el momento de empezar a hacer nuestras canciones”.

En sus primeros días, recuerdan, apenas nadie hablaba de swing en España. Pero, como decíamos, la crisis y su larga resaca (no hay ibuprofeno que la amaine) dejó un país con ganas de divertirse y de expresarse. No existe un baile que transmita mejor que este las ganas de vivir: “El paralelismo con la Gran Depresión es inevitable. Cuando hay un montón de problemas alrededor, uno piensa en bailar. Como músicos, hemos visto que la gente está muy encorsetada. El swing hace que nos soltemos, lo logra en el que lo toca, en el que lo escucha y en el que lo baila. Cuando ves películas antiguas te das cuentas de cómo se movían fuera de lo políticamente correcto. Posteriormente, el jazz se va volviendo más serio pero nosotros queríamos reivindicar ese origen de disfrutar, por eso nuestros shows tienen, además, un matiz muy cómico”.

Asegura Padilla que en las reuniones de bailarines o en los conciertos se crea una magia, que uno puede apreciar el momento en el que otro se está sintiendo libre a la hora de expresarse. “Aún así, se puede hacer una música desenfadada, como lo es la nuestra, sin que ello implique que esté falta de contenido. Nos gusta cuidar el mensaje de las letras. Algunas hablan de cosas cotidianas y desenfadadas; otras son más reivindicativas...”.

Fernando Díaz de Quijano es periodista y, a día de hoy, profesor de lindy hop en la academia madrileña A ritmo de Swing. Comenzó buscando clases de rock con su novia y, al final, se toparon con esta resurrección que venimos comentando: “El jazz de ese tiempo es divertido y es social, así lo vivimos hoy. Cuando bailamos, cambiamos de pareja cada cinco minutos, independientemente de si la otra persona lo hace peor o mejor que tú, eso aquí da igual. En el tiempo que llevo en esto he visto crecer los eventos y he empezado a moverme por festivales. Además, se ha creado una pequeña industria que ya vende ropa vintage propia de este estilo, de pajaritas a zapatos de baile hechos a medida”, comenta.

 

La evolución de O Sister! es la de los festivales, quedadas, academias y concursos por todo el país. Sevilla hace cinco años que celebra su propio festival, impulsado por los propios miembros del grupo. Una cita que le ha dado más empuje a esta música y que ya cuenta con la participación de artistas internacionales. En la primera edición, bailaban tres parejas en los conciertos; en la última, casi no se cabía. No parece que vaya a parar, pronostica Padilla, inmersa ya en la gira de O Sister! por varias ciudades españolas: “Hay gente que lleva años diciendo que sería una moda pasajera. Nosotros vemos que cada día hay más gente enganchada”.

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