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ESTRENO DE "SEARCHING"

La vida en la pantalla: películas narradas en el escritorio del ordenador

El estreno de ‘Searching’ viene acompañado de muy buenas críticas y se habla del primer thriller que ocurre exclusivamente en pantallas de ordenador y tabletas. O, al menos, el primero que logra traspasar el truco del punto de partida para contar algo que va más allá. Repasamos el inicio de este tipo de películas y los casos que han llevado a que ‘Searching’ funcione.

-Searching

SearchingAgencias

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Desde ‘Tienes un E-mail’ (1998) Hollywood se ha mostrado interesado descubrir cómo la tecnología puede formar parte activa de una historia. Yendo más allá de la tecnofobia de las primeras películas que hacían aparecer internet como centro de su trama, como aquella ‘La Red’ (1995) con Sandra Bullock.

‘House of Cards’ fue una de las primeras series en mostrar mensajes de texto emergentes, y eso fue revolucionario en su momento. Algunas películas de éxito que estamos viendo ahora, que logran entrelazar su trama con el medio, deben a cada vez hay mayor interés en mantener el método preciso y realista, y seguir sirviendo al tono de la narración.

Durante décadas, las películas y la televisión han tenido problemas para representar el acto tan poco cinemático como integrar el uso del ordenador. En los años 80, 90 y principios de 2000, los enfoques típicos eran destacar la interfaz con animaciones y complejos gráficos 3D que no se ajustaban a lo que estaba en circulación en el momento.

También se optaba por poner al usuario dentro de la realidad virtual o, un clásico, hacer que el ordenador hablara. Cuando internet se hizo más familiar para la mayoría de usuarios, durante la década de 2000, las películas usaban gráficos flotantes, hologramas y pantallas virtuales abstractas para representar el uso del teléfono u ordenador. Pero ninguno se atrevía a contar visualmente una historia que tiene lugar en un portátil.

Sorprendentemente, la forma en la que estos métodos funcionan mejor es cuando dejan que el público se desprenda del armazón cinematográfico convencional para integrarse en la historia.

El gran problema es que si no hay efectos especiales o algo avanzado los productores creen que no funciona, pero cuando se ha demostrado que la pantalla del ordenador en sí misma es suficiente se ha ido convirtiendo en una nueva y creciente ola de cine, que consiste únicamente en videos grabados desde dispositivos con pantalla de pc, tableta o móvil. La realidad se asimila a través de la interfaz, por lo tanto en el cine ya no es extraño.

El productor de ‘Searching’ lo llama "Screenlife". La gente pasa el 50% de su tiempo mirando una cuadrado de cristal iluminado, por lo que los eventos de la mitad de su vida transcurren en él. Tiene sentido que una película pueda narrarse de esa forma.

 

Este nuevo lenguaje cinemático enraizado en nuestra adicción y dependencia de las tecnologías ubicuas basadas en pantalla ha ido construyéndose en los albores del 2000, en parte gracias al formato de cine Found Footage. Un estilo narrativo de ultrarrealidad que planteaba la cuestión de qué pasaría si la película estuviera rodada por los propios protagonistas.

Casi un subgénero que engloba otros géneros, las películas de metraje encontrado empezaron a explotar gracias a ‘El proyecto de la bruja de Blair’ (1999) y en la primera hornada de imitaciones encontramos el precedente más claro del screenlife.

‘The Collinswood Story’ (2002) es, sin ninguna duda, el primer webcam horror, una película casi amateur, pero que consigue transmitir el escalofrío típico de este tipo de películas de terror, a las que no les hace falta una gran cantidad de efectos especiales y música para conseguir aterrorizar.

El formato era demasiado novedoso y la tecnología aún no estaba preparada para ofrecer una experiencia cinematográfica sólida, por no hablar del impacto que crea ver ahora la interfaz de un Windows 98 en la pantalla durante 90 minutos.

 

Pero la semilla estaba plantada y durante los 2000 se fue rumiando la llegada de este tipo de formatos de forma un poco menos ruda. En 2010 apareció ‘Internet Story’ una vertiginosa propuesta que se relataba a través de fragmentos de videos, animaciones, blogs y artículos de noticias de Internet.

El espectador va descubriendo una serie de eventos impactantes de una especie de Yinkana desarrollada por un joven mientras sigue a un videoblogger que decide seguir las pistas de una búsqueda del tesoro recorriendo todo Norteamérica.

En la antología de terror de metraje encontrado ‘V/H/S’ (2012) se encontraba la historia ‘The Sick Thing that Happened to Emily When She Was Younger’, dirigida por Joe Swanberg, mostraba una serie de conversaciones de Skype entre dos amantes, con la pobre Emily del título sufriendo misteriosos moratones y heridas mientras sospecha de una presencia paranormal en su casa. Un corto muy similar a ‘The Collinswood Story’.

 

Pero si hay una película que realmente llevó el concepto de la pantalla como instrumento narrativo completo fue ‘Open Windows’ (2014) de Nacho Vigalondo, quien trató de crear un thriller con toques de Giallo a través de distintas conversaciones, grabaciones y retransmisiones en directo.

Pero quizá se adelantó un par de años de más a la idea y, aunque su propuesta sigue siendo la más original, quizá la tecnología del momento no era tan apabullante para hacerla del todo creíble como la de hoy. Pese a todo, es mucho más dinámica y arriesgada que ‘Searching’.

 

Las disciplinas cinematográficas tradicionales que entran en juego en este tipo de propuestas ya funcionan de manera diferente a una película convencional, existe la posibilidad de intercalar en la narración publicaciones incidentales de redes sociales, mensajes instantáneos o fotos en los muros.

Es un mundo nuevo en que el diseño del escritorio, el sistema operativo, el sonido pueden lograr ciertos efectos expresionistas. Se redefine la ubicación de la cámara teniendo en cuenta web la forma en la que se enmarca el escritorio la grabación por webcam. En películas como la próxima ‘Profile’ incluso el casting se ha realizado completamente a través de Skype.

El productor de ‘Searching’ no se limitó a copiar a Vigalondo. Él mismo ya había diseñado ‘Eliminado’ (2014) una película de terror de bajo presupuesto ambientada por completo en el portátil de un adolescente en el transcurso de una terrorífica sesión de Skype.

La idea caló y terminó sumando 64 millones de dólares frente a un pequeño presupuesto de 1 millón, siendo probablemente la más rentable de su tipo. Este mismo año llega su secuela.

 

Con ejemplos recientes que no han llegado muy lejos, como ‘Cyberbully’ (2015), el cineasta Timur Bekmambetov es el que sigue mandando en este tipo de narración Screenlife y ahora presenta ‘Searching’ en la que un viudo reciente con una única hija debe tratar de encontrarla cuando un día no vuelve a casa después de la escuela.

David comienza a revisar la vida de su hija en línea: transacciones de Venmo, amigos de Facebook, archivos en vivo, incluso viejas publicaciones de Tumblr, en un intento por descubrir a dónde fue. Contrata a una detective con quien se comunica en gran parte por FaceTime y sale en las redes sociales cuando el caso se hace viral. Todo un estudio de las diferentes facetas de interacción con la tecnología que logran un thriller lleno de suspense y que perfectamente se disfruta pese a no tener grandes panorámicas o efectos especiales.

 

Además, el formato permite hacer una divertida sátira sobre el absurdo del mundo viral, el contraste entre la vida íntima y la percepción a través de las redes, el profundo agujero generacional invisible que se crea entre los nuevos padres (el actor es el asiático de ‘Dos Colgaos muy Fumaos’) y los nativos digitales.

Puede que su gran adelanto es que, además, logra funcionar de forma emocional gracias a trucos como un montaje inicial que condensa los primeros 16 años de la vida de su hija y los últimos años de la batalla contra el cáncer de su esposa, en una serie de videos, notas de agenda e intercambios de correo electrónico.

Probablemente, a narración a base de pistas más ingeniosa de la película, que apela a emociones básicas de forma un poco manipuladora, pero eficiente, al menos como muestra de que una sola pantalla, con letras e imágenes también es cine.

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