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¿Existe la adicción a las series? Este hombre demuestra que sí

La terrible confesión de Mike Saewitz o cómo ser adicto a las series acaba con tu vida

"Eran las tres de la madrugada y estaba despierto. Otra vez. Si ya he dormido cinco horas y estoy despierto, ¿por qué esperar hasta que sea de día para enterarme de lo que pasa después?". Así comienza el relato de Mike Saewitz, que explica cómo lo que antes era una afición terminó por robarle tiempo para sus seres queridos. En una reunión navideña en la que llegó a necesitar poner cualquier cosa de fondo en la tele, su esposa le alertó: la relación entre ambos se estaba resintiendo.

-Mike Saewitz

Mike SaewitzTwitter

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Una de las conversaciones más apasionadas en torno al mundo de la televisión actualmente es la llamada burbuja catódica. ¿Hay tanta demanda como para que la industria estadounidense emita casi 500 series al año, según datos de 2017? ¿Amortizan las productoras y cadenas las enormes inversiones que se realizan ahora en creación original?

Lo que no se plantea de forma tan habitual es la influencia que tiene este fenómeno en el público. Está claro que el modelo de televisión a la carta ha revolucionado nuestros hábitos a la hora de consumir, ya que podemos disponer de sus contenidos cuándo y dónde queramos. Pero, ¿no es cierto que esos hiperestímulos televisivos pueden llegar a generar estrés y hasta obsesión?

Pongámoslo de otra manera: ¿podemos convertirnos en adictos a las series de televisión? Si nos guiamos por el testimonio que hace unos días publicó el portal norteamericano Vox, sí, se puede ser adicto a las series de televisión.

Lo cuenta Mike Saewitz, colaborador del medio, en primera persona. Si pensamos detenidamente, crear dependencia hacia la ficción televisiva no es nada descabellado, ni tan diferente de hacerlo hacia el móvil, por ejemplo. La diferencia es que estamos tan acostumbrados a hablar del vicio seriéfilo como algo positivo, o todavía peor, como algo tan de moda, que poner este tema sobre la mesa puede resultar grotesco. Pero es indudable que puede generar ansiedad, tanto por la disponibilidad como por la presión social.

El reverso tenebroso del 'binge-watching'

"Eran las tres de la madrugada y estaba despierto. Otra vez. Miré al reloj con la esperanza de dormirme, pero no podía dejar de pensar en el episodio de 'Westworld' que había visto antes. Entonces pensé: si ya he dormido cinco horas y estoy despierto, ¿por qué esperar hasta que sea de día para enterarme de lo que pasa después?".

Así comienza el relato de Saewitz, que explica cómo lo que antes era una afición terminó por robarle tiempo para sus seres queridos. En una reunión navideña en la que llegó a necesitar poner cualquier cosa de fondo en la tele, su esposa le alertó: la relación entre ambos se estaba resintiendo. "Adicción es un término con connotaciones contundentes, pero mi obsesión con el 'streaming' parecía una dependencia".

Pero, ¿cómo llegó Mike hasta ese punto? El colaborador relata que él siempre ha sido un fiel consumidor de series y pelis (ya lo era cuando existía el mítico y desaparecido Blockbuster), pero que todo ha cambiado con la revolución del 'streaming' y las plataformas 'online'.

Antes existía un límite de lo que podíamos ver día a día (al menos nuevo contenido, no en forma de videotecas personales), pero ahora, con una suscripción básica al videoclub digital de moda, el catálogo es prácticamente interminable. Es otra implicación del llamado 'binge-watching': el modelo del maratón es una estrategia de marketing y hábitos fundamental de estos servicios, que te ofrecen capítulo tras capítulo para que no salgas de su interfaz. ¿Es un bucle infinito?

Que tu 'hobby' no sea una obligación

Quizá el contexto más importante que debemos tener en cuenta cuando leemos sobre el caso de Mike Saewitz es el personal. Él mismo sugiere que no habría caído en esa situación si no se hubiera quedado sin trabajo ni hubiera perdido las rutinas de conductas y relaciones que tiene cualquier persona ocupada.

Cuando estamos atareados, las aficiones se plantean como el rato de relax necesario, como ese regalo que nos damos por haber trabajado el resto del día, pero cuando se pierde la obligación, se pierde también la gratificación. Lo peor que puedes hacer es convertir un 'hobby' en una responsabilidad, y dejar de dedicar tiempo a otras satisfacciones, como quedar con amigos, o cambiar los horarios diurnos por nocturnos puede ser una alerta.

Tampoco olvidemos otro de los efectos del 'boom' seriéfilo que hemos vivido en los últimos 15 años: la presión social. Las ficciones televisivas han dejado de considerarse un fenómeno para círculos minoritarios y han conquistado el lugar que merecen en la cultura popular, así que ser fan de las series ya no se ve solo como algo constructivo, sino como algo 'cool'.

En ocasiones, eso puede hacer que nos sintamos obligados a consumirlas para tener la charla del día después con nuestros amigos o nuestros compañeros de trabajo, pero recordemos lo verdaderamente importante: estamos aquí para pasarlo bien. Hace unos meses ya te dimos varios consejos para que la cultura de las series no se convierta en un infierno: haz lo que te apetezca sin presiones.

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