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GOONIES vs STRANGER THINGS

Yo también fui a la EGB, pero estoy harto de la nostalgia de los años 80

Los 80 me persiguen como Terminator. Intento huir de ellos en un Delorean pero siempre me encuentran como en Depredador. Son la bola gigante de El Arca Perdida, el Ejército Imperial, un puñetazo de Rocky, o lo más hardcore de todo, E.T esperándome de noche en mi habitación.

-Naranjito

NaranjitoAntena3

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Recuerdo perfectamente cuando se estrenó la 1ª Temporada de ‘Stranger Things’. Fue un ¡Boom! Absoluto. Todo era ‘Stranger Things’. Mirara donde mirara, ahí había algo o alguien recordándome la serie y con ella los años 80. No voy a negar que me gustó, es una buena hamburguesa, y todos queremos comernos una buena hamburguesa de vez en cuando, pero sin abusar, ya que todos sabemos que en exceso no son sino una bomba de colesterol, grasas saturadas y obesidad.

Pues esto es para mí el exceso de ‘ochentismo’. Yo soy el primero que cuando echa la vista atrás dibuja una sonrisa en respuesta a la afortunada infancia que tuve. Yo fui un niño de los 80. Yo devoré esa década y esa década me devoró a mí. ‘Mazinguer Z’, ‘La bola de cristal’, Naranjito, el teléfono fijo, los cromos, el FrigoPie, David Hasselhoff, el Spectrum, Parchís, ‘Barrio Sésamo’, el Super Cinexin, ‘El Equipo A’, las Kelme Villacampa, las máquinas Arcade, el ‘Boys Boys’ de Sabrina, las cintas de cassette, ‘E.T’, en fin.

Es agotador. Cada nuevo recuerdo trae consigo otros tres escondidos en la recámara. Las imágenes y los iconos se agolpan en la memoria como una muchedumbre de personas a las puertas de un centro comercial el primer día de rebajas.

Imágenes e iconos que se transforman en tsunamis que inundan las reuniones de amigos de mi generación que se juntan a tomar algo mientras intentan resucitar, cual Dr. Frankenstein, nuestras respectivas infancias ochenteras. El problema es que nuestro ‘Frankenstein’ suele parecerse más al de Mel Brooks que al de Mary Shelley.

Frases como “cualquier tiempo pasado fue mejor” me provocan ganas de vomitar. El Planeta Tierra envejece y tú con él. Cambia, evoluciona. Ni la música, ni el cine, ni la TV de antes es mejor que lo que hay ahora. Si dices eso es porque ya no consumes música, cine o TV. Me alucina ‘Regreso al futuro’, es una de mis películas favoritas, pero una vez acaba, me subo al Delorean y vuelvo al 2019.

La nostalgia puede producir monstruos, y más si esos monstruos están constantemente alimentados por revivals como ‘Stranger Things’ o las riñoneras. Las riñoneras se habían convertido en el tumor de cualquier outfit y ahora prácticamente no ves un teenager sin una ¿Qué está pasando? Las modas vuelven, lo sé, las décadas vuelven, lo sé, pero es que estos nuevos 80 van a terminar siendo más largos que los viejos 80.

Y lo peor es que no veo la luz al final del túnel. Sólo veo cuarentones adictos a los 80, bebiendo, fumando y esnifando nostalgia en bares de los 80. Cada vez hay más bares de los 80 y emisoras de los 80. El otro día incluso vi un cartel en la calle que publicitaba ‘El Barco Ochentero’. Un crucero amenizado por Seguridad Social, The Refrescos y otras bandas que dabas por muertas. No me equivoco si digo que prefiero una sesión de electroshocks en mis genitales antes que subir a ese barco.

Entiendo que muchos que, al igual que yo, están en plena crisis de los 40, y por lo tanto fueron niños de los 80, se refugien, no en los 80 en sí, sino en la niñez y en el miedo a envejecer. El problema es que los 80 es la década más cargante e insoportable de cuantas se recuerdan en la historia reciente.

Vuelvo a ‘Stranger Things’. Cada vez que veía un nuevo episodio, pensaba: “qué listos son los hermanos Duffer”. Qué bien les ha salido este remake de los 80. Aun así, para mí esos niños nunca serán los nuevos Goonies y para los hermanos pequeños de esos cuarentones que han visto la película de Donner, esos niños nunca serán los de ‘Stranger Things’.

Podría haber sido un niño de los 70 o de los 90, década de la que me veo obligado a hablar en otro artículo. Pero fui un niño de los 80 que no necesita viajar al pasado para evocar la magia de esa década porque me levanto y me acuesto con ella. Una década totalmente destruida por una secta de cuarentones obsesionados en vivir en un bucle como Michael J. Fox.

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