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‘PREACHER’ ESTÁ A PUNTO DE CERRAR SU 2T MÁS SALVAJE Y DIVERTIDA

Un predicador, su novia delincuente y un vampiro buscan a un Dios huido del cielo

Suena a chiste, pero no lo es. Bueno, un poco quizá sí. Porque ‘Preacher’ es una de esas series en las que el humor negro en un personaje más, no se escatima en violencia y no se le tiene respeto a nada.

-Preacher

PreacherHBO

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Reducir el argumento de ‘Preacher’ a que trata de un predicador que busca a Dios mientras le pasan cosas raras no solo es un tanto simplista (que nadie se ofenda) sino que no le hace justicia a esta serie de AMC que en España puede verse en HBO. Basada en un cómic, ‘Preacher’ es una ficción que cuenta con uno de los argumentos más complejos, rocambolescos, bestias, incómodos (en ocasiones) y divertidos del actual panorama seriéfilo. Lo de Seth Rogen y Evan Goldberg lanzándose a adaptar esta historia fue todo un atrevimiento.

Eso sí, para verla hay que estar bien despejado y tener unas buenas tragaderas para la violencia y el humor negro que se gasta en cada capítulo. La primera temporada era algo así como la introducción al universo ‘Preacher’ para no iniciados en él. Una puerta de entrada algo contenida (si se compara con lo que se está viendo ahora) para dejarse seducir por su mundo, su estética y sus magnéticos personajes.

Una vez conquistado el espectador y presentado su mundo, llegó la segunda tanda de episodios y la serie se acercó más a la historia original en el tono. El contenido, por el contrario, a veces cobra vida propia y abre sus propias tramas ajenas a la viñeta. Vida propia tiene también el ritmo, no demasiado rápido, pero igualmente adictivo. Siempre pasa algo, incluso cuando parece que la cosa no va a ningún sitio.

La trama central sigue a un predicador poseído por una criatura sobrenatural que le da superpoderes (Jesse Custer/Dominic Cooper), a una delincuente a sueldo que es la ex del religioso (Tulip O'Hare/Ruth Negga) y a un vampiro irlandés alcohólico que es amigo del primero (Cassidy/ Joe Gilgun) y se enrolló con la segunda. Los tres se han embarcado en la búsqueda de un Dios que se largó del Cielo sin previo aviso y del que nadie conoce su paradero.

Preacher
Preacher | HBO

Dios se largó sin dar 15 día de preaviso

La clave del asunto es que el susodicho Dios dejó un buen día plantado a todo el mundo ahí arriba. Sin ninguna nota de despedida, sin buscar un sustituto para cubrirle en sus vacaciones, sin dar los típicos 15 días preaviso. Nada, se largó y adiós muy buenas. Para ocultar el plantón, a sus acólitos/secuaces no se les ocurrió otra cosa que contratar a un actor que grabase unos recursos en vídeo y usarlos para engañar a los ángeles o quien fuese que llamase para pedir instrucciones al Cielo. “¿Está Dios? Qué se ponga”, que diría Gila.

Jesse Custer, el reverendo que antes era delincuente, descubre el pastel y decide que la misión de su vida es dar con el jefe y devolverle al lugar del que no debió irse antes de que se corra la voz y se desate el caos más absoluto. Para dar con Dios cuenta con la ayuda del ente que le ha poseído, que se llama Genesis. Lo enrevesado de todo este asunto es que dicho ser es el resultado de la unión de un ángel y un demonio que vivía confinado en una lata de café custodiado por dos ángeles, Fiore y DeBlanc, que han contratado al mayor asesino a sueldo, El Santo, para dar caza a Jesse y obligarle a devolver a Genesis. ¡Menudo jaleo!

Esperad, que hay más. Desde que el predicador está poseído tiene un superpoder que consiste en conseguir que todo el mundo haga lo que él quiere con solo decirlo. Para eso tiene que usar ‘la palabra’ (la voz, vamos), la de Genesis.

‘Preacher’ no deja títere con cabeza

Y en medio de todo este periplo de la segunda temporada por clubes de jazz en Nueva Orleans –Jesse tiene el pálpito de que como al Señor le mola el jazz ese sería su destino ideal para unas vacaciones–, los tres ‘amigos’ se cruzan con personajes de lo más estrambóticos e inquietantes. Más que ellos mismos, si cabe. Eso por no hablar de que en esta tanda de episodios, que acaba la semana que viene, descubren que existe una organización llamada El Grial cuya misión es proteger a la descendencia de Jesucristo. Otra de esas teorías que hacen que en el Vaticano se rasguen las vestiduras.

‘Preacher’ no se conforma con asegurar que Jesús tuve sus escarceos amorosos y sexuales, sino que los muestra en pantalla. Así, sin paños calientes, en todas las posturas imaginables y abriendo un capítulo en el que presenta al descendiente directo del Mesías como un joven con problemas mentales. Sí, ‘Preacher’ es de lo más irreverente que un creyente se pueda echar a la cara.

Porque si en ‘Lucifer’ se presentaba a Dios como un mal padre, aquí se va aún más allá pintándole como un pastor que abandona a sus ovejas y que se esconde eludiendo sus obligaciones. Un tipo que permite que se oculté a una criatura en una lata para mantenerla en secreto y que tiene por ayudantes a unos ángeles ineptos (pero entrañables) capaces de aliarse con un asesino a sueldo para cubrir sus errores.

Ante este panorama no es de extrañar que se plantee la idea del fin del mundo. Sobre todo si siguen las señales. Que el tal Genesis ande suelto, que los ángeles no cumplan con su deber, que nadie sepa dónde está Dios, que un cerdo levite y que Trump sea presidente. Sí, ‘Preacher’ tampoco pierde la oportunidad de mentar al inquilino de la Casa Blanca.

Y todo esto se cuenta salpicado con una violencia recurrente y coherente, fiel al estilo del cómic. Eso y un tono de western que emana y que la hace tan genuina. Desde la admiración que Jesse siente por John Wayne hasta el look de El Santo pasando por la estética que lo rodea todo: polvorienta y seca. Con una música también muy de western y atrevidos giros como pintar a Hitler como un joven amable con los judíos y con aspiraciones artísticas.

En ‘Preacher’ es todo muy irreverente, violento, oscuro, disparatado e, incluso, incómodo, pero al mismo tiempo resulta hipnótico, divertido y adictivo. Solo por la química entre el predicador, el vampiro y la asesina –vaya trío– merece la pena adentrarse en su mundo. Y, aunque, contado así, sobre el papel, su argumento parece enrevesado e incomprensible, en realidad no lo es tanto. El ritmo, la estética, la banda sonora y un reparto que encaja a la perfección ayudan a entrar sin problemas.

A los personajes, perfectamente dibujados, se les coge cariño o antipatía según el caso y el ritmo no cesa pese a que a veces no se mueven de un mismo sitio y la búsqueda está estancada. Merece la pena asomase a ella por todo esto y por ver a quién o a qué creencia le darán una patada en el próximo capítulo, que será el último de la temporada.

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