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Cobra hasta 150 euros por ir a sesiones de FOCUS GROUP

Mi tía está prejubilada pero le pagan por decidir el color de las bebidas energéticas

Yo había visto los focus group en las películas y series americanas, donde varios desconocidos debaten sentados en una oficina. Hablan sobre su opinión acerca del tacto de un papel higiénico, o el sabor de un nuevo helado. Mientras, son vigilados desde una mampara de cristal por unos supuestos expertos en márketing.

-Focus Group

Focus GroupPixabay

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La gente que se apunta a los focus group es gente de la calle, que dice lo que piensa sobre cualquier cosa que le pregunten, porque eso es lo que se busca por parte de los expertos: que los voluntarios digan su más sincera opinión sobre los productos que podrán encontrar en el mercado, para mejorarlos o para lanzar nuevos.

En España a esto se le llama “estudios de mercado”, y me sorprendió mucho cuando mi tía (Teresa) empezó a frecuentar esos ambientes.

Mi tía Teresa pisó su primer trabajo de oficina con 60 años

Jamás habría imaginado a Teresa, prejubilada de 60 años, acudiendo a un lugar así. A mí, me apetecería probar suerte y debatir: hablar por hablar sobre si una galleta me parece lo suficientemente dulce, o si prefiero el gazpacho con o sin pepino, pero yo no puedo ir.

A este tipo de “trabajos” se prohíbe el acceso de cualquier persona que trabaje en publicidad o en medios de comunicación. No puedes ser periodista, diseñador o editor de vídeo. Se buscan personas normales que jamás piensen sobre el porqué del marketing que nos rodea, simplemente se busca agente que se su opinión, como lo daría “la masa”.

Las sesiones tratan de cosas tan dispares como decidir el color de una bebida energética, el sabor de un vaso de leche sin lactosa o incluso, en casos más específicos y más complejos de inversiones en el mercado de futuros o warrants. Hay de todo, y no siempre la temática es la idónea para todos los públicos.

No obstante, Teresa lleva más de ocho años asistiendo a estos focus group y me explica que todo el mundo va allí por la pasta. Se ganan entre 50 y 125 euros por media jornada. Lo cual sería un sueldazo si hubiera suerte y te llamaran todos los días.

Pero eso es imposible, primero: porque en Madrid no se hacen tantos estudios de mercado, y segundo: porque hay mucha gente apuntada y cuando se hace un grupo se buscan a personas muy específicas, de una edad concreta, de una situación social, con o sin hijos, con o sin estudios universitarios… Si tienes mucha suerte, puedes hacer un estudio de mercado cada tres meses.

Show me the money, show me the money!

Y cómo la gente va por la pasta, todo el que tiene la oportunidad miente como bellaco para que le metan en los grupos. Hay gente con más cara que otra, pero el primer paso para estar ahí es decir que sí a todo.

Esto provocó un episodio antológico cuando los reclutadores buscaron voluntarios con intolerancia a la lactosa para hablar sobre alternativas a productos lácteos.

Mi tía Teresa respondió afirmativamente al email, mintió diciendo que era intolerante, le seleccionaron y asistió al grupo. Los expertos frieron a preguntas a Teresa durante el estudio de mercado, querían saber todos sobre sus hábitos alimentarios, y cómo le sientan ciertos alimentos.

Ella esperaba, como otras veces, que le preguntaran por los colores de sus marcas favoritas, si el morado le genera desconfianza o si prefiere que salga una vaca en el tetrabrik.

Para no cagarla, Teresa había ido al Centro Comercial el día anterior y se empapó durante media hora, revisando los productos para intolerantes a la lactosa. Pensó: “30 minutos de paseo por el centro comercial, 4 horas de focus group y 80 euros de compensación… me sigue saliendo rentable”.

Sin embargo, y aunque la batería de preguntas del focus group fue terrible porque no dio pie con bola, ella no pudo decir en ningún momento que había mentido y que realmente no era intolerante, porque si te pillan confesando, eso supone la expulsión y para siempre, pues no te volverán a llamar.

Todo el mundo supo que ella no era intolerante. Ella lo sabía, sus compañeros lo supieron, y los evaluadores se dieron cuenta. Pero mientras no se diga claramente, a nadie le importa demasiado. Los compañeros estaban allí por sus 80 euros, y los evaluadores pondrían en evidencia no haber sabido seleccionar a los miembros, si salta la libre de que hay un impostor. Así que el estudio sigue adelante, finaliza, y le pagan.

Pagan en negro, B o como le quieras llamar

A mí, me parece un “trabajo” interesante. Te pagan por tomarte un yogurt o sonarte los mocos, y decir si te gusta o no. Y te dan dinero en B. No es completamente en negro, pero no está sujeto a retención ni a tributación de ningún tipo. Suele ser una tarjeta regalo de un gran centro comercial, o dinero en metálico en un sobre. Bueno, sí, en ese caso es dinero negro.

De todo lo que me cuenta Teresa, probablemente solo haya dado su opinión sincera un 25% de las veces. Tal vez otro 50% dijo lo primero que se le pasaba por la cabeza, sin pensarlo mucho. Y otro 25% directamente mintió, haciéndose pasar por alguien que no era. ¿Ella es la excepción? Ahora, cuando veas que un envase de leche sin lactosa no mola nada, piensa en Teresa.

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