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LA HISTORIA DE SUPERVIVENCIA, TESÓN Y AMOR AL TEATRO DE UN ACTOR CALLEJERO

Tengo trabajo fijo, gano 60 euros al día por ladrar en la calle

Trabajar en la calle no es lo que uno sueña cuando estudia para ser artista. Rafael de Diego fue un alumno aventajado de la RESAD, la más importante escuela de arte dramático en España, que concede una titulación equivalente a una carrera universitaria para un actor.

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Después de formarse, Rafael trabajó varios años en televisión como presentador y showman. Sin embargo cuando llegó la crisis se vio sin empleo. Lo normal siendo actor en tiempos de crisis sería buscar algo como camarero, se dice que en ciertos barrios de Madrid hay más actores detrás de la barra que delante de las cámaras. Sin embargo Rafael se reveló contra esto, prefería trabajar como actor aunque fuera a la intemperie.

Se fue a Londres. La fuga de cerebros también llegó para los actores, aunque su caso es más atípico. Rafael se presentó al casting de artistas callejeros (street performances), fue seleccionado y obtuvo un permiso. Pero tuvo que cumplir un trámite administrativo más, darse de alta en el sindicato inglés de actores, lo cual es condición ineludible para trabajar como actor en Londres, aunque sea en la calle. Tenía los bolsillos vacíos y no tenía las 250 libras que debía pagar al sindicato, fueron varios actores expatriados como él, callejeros, quienes pagaron, libra a libra, la cuota para obtener el permiso. “Fue muy emocionante ver como auténticos desconocidos buscaban entre sus bolsillos para darme una oportunidad, tan sólo porque les había gustado mi casting y querían que no me quedará fuera sin hacer mi personaje en la calle”, recuerda Rafael.

Esas 250 libras que hubo que pagar al sindicato dan derecho a un completo seguro de accidentes que también recoge la posibilidad de ser agredido en la calle y garantiza las gestiones legales necesarias para tramitar cualquier problema con la policía.

Rafael primero trabajó turnos de 12 horas, donde apenas conseguía unas pocas libras. Pero poco a poco fue haciéndose con los trucos del negocio: lugares calientes donde pasan más turistas, aprendió a actuar de forma diferente ante las personas que tenía delante, para atraerles con mayor intensidad y generar empatía. “Escuchar” al público es una de las reglas del teatro, por eso ninguna función es igual, porque los actores sobre el escenario toman el pulso de los espectadores y tratan de girar un poco su interpretación para llegarles al corazón. Eso mismo hacía Rafael en Londres, vestido de Sombrerero Loco (Mad Hatter).

Poco a poco su personaje fue echando raíces y acabó ganando unas 250 libras al día. “Los hosteleros de la zona me invitaban a comer, para ellos los artistas callejeros somos actores de la misma talla de los que ven en el cine o el teatro, nos respetan y nos aprecian”.

Cinco años después Rafael regresó a España, y se puso a trabajar en la puerta principal del Museo del Prado. Enseguida vino la policía, en Madrid no hay licencias para trabajar en la calle, y el Prado es una zona muy vigilada. Pero las autoridades del Museo salieron en defensa de Rafael y acabaron pidiendo un permiso expreso a la policía para que se respetara su trabajo. Rafael ha sido el primer artista callejero que ha podido realizar un espectáculo en vivo en la puerta del Museo del Prado. “Aquí ya me conocen todos, conozco a los policías, a los trabajadores del museo, y yo me siento un compañero más de todos ellos, el día que no vengo me acaban preguntando si es que me he puesto enfermo, porque nos saludamos todos los días”, nos explica Rafael vestido de perro, su nuevo personaje.

En Madrid se gana menos dinero que en Londres, se puede llegar a 60 euros, pero ahora los turnos que Rafael hace no llegan a las 4 horas. Conoce bien las mejores horas y los puntos estratégicos. “Esos conocimientos sólo te los da la experiencia y el haber pasado mucho calor y mucho frío a la intemperie”. De hecho, Rafael alterna sus personajes en función de la temperatura. “La semana pasada me dio un golpe de calor mientras estaba haciendo el personaje de Dogclown, tuve que irme a casa”, explica Rafael.

Tras Barcelona, Granada es la segunda ciudad española que ha exportado las licencias para artistas callejeros de Londres. Rafael ha enviado su material a Granada y ha sido seleccionado. “Según parece alrededor de la Alhambra había muchos falsos artistas callejeros, gente pidiendo dinero sin hacer nada destacable: más bien pidiendo limosna, y por eso parece ser que el Ayuntamiento de Granada se ha visto en la necesidad de regularlo, y yo lo veo genial: cuanto más calidad tengan los artistas callejeros, mejor será el turismo de una ciudad, así ganamos todos” nos cuenta Rafael.

Rafael lleva casi ocho años viviendo de forma estable como artista callejero, pero sigue sintiendo cierto desprecio por su trabajo, especialmente por antiguos colegas y compañeros de estudios de arte dramático. “Es muy doloroso hacer tu trabajo en la calle, ver llegar a un amigo, actor también, y ver como hace que no te ve, te evita con vergüenza, sin embargo yo estoy haciendo mi profesión, soy actor, y él está sirviendo copas, y probablemente yo esté teniendo más estabilidad y más ingresos que ellos”.

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