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HABLAMOS CON JESÚS PALACIOS

¿Qué es el Eroguro? El movimiento cultural japonés sobre erotismo grotesco y horror

Jesús Palacios presenta ‘Eroguro: horror y erotismo en la cultura popular japonesa’. Un volumen inédito en nuestra bibliografía que intenta dar sentido al concepto desde su inicios literarios hasta sus derivaciones tentaculares por otras expresiones artísticas como el anime, el cine, el manga o el roman porno. Hablamos con el escritor y crítico sobre esta disciplina que traspasa todas las fronteras en plena era del buenrollismo y la corrección.

-Libro Eroguro

Libro EroguroAgencias

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A nadie le extraña la capacidad de la cultura japonesa para desafiar las miradas timoratas del mundo occidental. El colorido mundo del manga, los monstruos gigantescos, el patriotismo épico y la gastronomía exquisita son la superficie, pero todos sabemos que en sus entrañas esconde una caja de pandora en la que la ilustración, anime y la literatura guardan sorprendentes escenas de violencia sangrienta como pocos se atreven a plasmarla en Norteamérica. La rama del hentai, o las animaciones porno, son el siguiente paso en la espiral de locura que deja claro por dónde van los tiros al lado del sol naciente.

Pero cuando mezclas sexo y gore el medidor de tabús alcanza máximos imposibles de asumir por países de tradición judeocristiana. Quizá por ello muchos de esos horrores y sexos violentos se nos muestren desde la perspectiva del absurdo, con un extrañísimo sentido del humor y un valor artístico que se separa de la pornografía pura y dura de utilidad afrodisíaca. Entre todos estos conceptos nada el Eroguro nansensu, un movimiento cultural afincado en un periodo concreto que acaba siendo casi una etiqueta para recoger la infinidad de mutaciones del concepto de erotismo grotesco y terror surrealista. ¿Qué significa su propia definición?

"Es un género bastardo, género de géneros, transversal o transgénero y su diversidad no deja de ser algo lógico dado que la propia definición surge de la adopción de tres palabras de un idioma extranjero, el inglés. Ero del erotismo, guro de lo grotesco y nansensu del non sense, el sinsentido. El conjunto es la manera japonesa para pronunciar esos tres términos y también la manera japonesa de apropiárselos. Una fórmula de tomar tres cosas distintas, que a veces pueden o no estar conectadas, para crear una sola, una especie de metagénero", según Palacios.

El crítico y escritor, infatigable arqueólogo del lado oscuro de la cultura con volúmenes imprescindibles como ‘Goremanía’, ‘Psycho Killers’ o ‘Satán en Hollywood’ , acaba de publicar un tomo que compila estudios de expertos en el tema acompañándolos de un surtido de ilustraciones iconoclastas de todas las épocas y hechas para la ocasión.

El libro es una buena guía para adentrarse y saber separarlo de otras corrientes sin más, puesto que es difícil establecer los límites entre lo que forma parte del movimiento y entre lo meramente perverso, tan presente en la cultura nipona "para que aparezca de verdad tendrían que estar presentes los tres elementos al mismo tiempo: el erotismo, lo grotesco y también determinado grado de humor surrealista o de sinsentido, no necesariamente divertido, pero si de absurdo o negación de un sentido último de la existencia derivado, lógicamente, del movimiento decadente o decadentista que llega a considerarse, por su trasfondo moral, o más bien amoral, fundamentalmente nihilista".

El Eroguro es más un espíritu de los tiempos, que se desarrolló orgánicamente durante los años de entreguerras en Japón. Sus principales devotos fueron los jóvenes urbanos, los artistas y otros bohemios, aunque su influencia también se sintió fuera de los centros urbanos cosmopolitas.

No fue un movimiento romo, creado por un grupo de artistas, ni fue guiado por un manifiesto de ningún tipo que describiera sus objetivos o filosofía común, se puede ver como especie de reacción colectiva contra la moral ultraconservadora promocionada por los fascistas que subían al poder en el Japón de los años 20-30. Por ello, "fue siempre muy duramente perseguido y represaliado por la censura japonesa desde sus comienzos en los años y ya eliminado totalmente cuando Japón entra en el conflicto bélico de la Segunda Guerra Mundial y resurge después también con muchas dificultades, a menudo por culpa de la censura".

Fue producido y consumido en un momento histórico en el que los ciudadanos japoneses fueron bombardeados con propaganda que les instaba a dedicarse a la construcción de la nación y la movilización. Los temas cargados de sexo, la expresión del deseo sin complejos, lo extraño, se reconstituye como un gesto transgresor contra las nociones respaldadas por el estado de moralidad, identidad y sexualidad constructiva.

‘A partir de su aparición cambia muchísimas cosas en la cultura japonesa se hace presente una un cierto espíritu de resistencia al nacionalismo japonés y a la concepción budista y sintoísta, sobre todo también de tradición confuciana del sacrificio del individuo por la causa del emperador y la causa del pueblo japonés, el eroguro con su canto a la libertad sexual a absoluta y extrema que incluye la autodestrucción, el suicidio de alguna manera entraña también una protesta y una respuesta a un tipo de sociedad muy autoritaria y donde el individuo apenas si tiene autonomía’, apunta Palacios.

Eroguro
Eroguro | Agencias

Si hay una figura que signifique más de la mitad de lo que entendemos hoy por eroguro es Edogawa Rampo. El reconocido maestro de la edad de oro del crimen y la novela negra de Japón también es un escritor importante en la tradición del modernismo japonés, y ejerce una influencia masiva en su cultura popular y literaria actual. De hecho, su figura es la principal impulsora de la creación del libro de Palacios.

"Satori empezó publicar a Rampo y otros autores Eroguro, con relatos de terror y misterios con componente erótico de alto voltaje y mucha deformidad física, mucha truculencia, desviación erótica y parafilia; gracias a esas lecturas tomé conciencia de que se trataba de un fenómeno muy amplio y muy importante dentro de la cultura japonesa contemporánea que marcaba un antes y un después dentro de su civilización y su modernidad, que había pasado por muchas vicisitudes y que tenía muchos componentes por un lado tradicionales, procedentes de su tradición del teatro kabuki de fantasmas, de los primeros grabados de primavera eróticos o sangrientos; y otros derivados de su mayor apertura hacia occidente y la influencia de las vanguardias estéticas occidentales de la literatura popular, la novela policiaca, de aventuras y a su vez el futurismo, el dadaísmo del expresionismo".

Comenta Palacios, que "no todos los autores literarios o las películas que aparecen en el texto pertenecen al Eroguro, Tampoco todo el roman porno es Eroguro o todo el Eroguro es porno de lo que lo que se ocupa el libro es de crear esas interconexiones, los distintos grados de aproximación",al respecto de la necesidad de crear una guía de campo para sobrevivir por los senderos infernales del género que incluye el circo, los carnavales de freaks, el doble peligroso, o doppelgänger, lo horrible que se esconde a la vista, sexualidades extrañas, fetiches y parafilias, lo grotesco como cuerpos malformados, extremidades perdidas, deformidades, disfraces e identidades secretas, crímenes extraños y excesivamente horripilantes,locura, obsesión, absurdo, tonterías y humor oscuro.

 

En los 50 vuelve a resurgir con las películas de Ishii teruo y sus adaptaciones de Rampo y en la actualidad tiene también en cineastas como Sion Sono. Su huella en el manga ha llegado con fuerza a España, y por suerte, ahora vivimos una explosión editorial de cómic para adultos que no es necesariamente hentai. Algunos autores del llamado seinen han ido tomando elementos de Eroguro para convertirse en nuevos representantes de una escuela que siempre tuvo mucha representación gráfica.

En el libro, Iria Barro analiza su progresión "organizando a los cuatro autores que trata, Junji Ito, Hideshi Hino, Suehiro Maruo y Shintaro Kago por gradiente de mayor perversidad o mayor acercamiento al eroguro en escalada, comenzando con Ito, que ella misma define como un autor no estrictamente de Eroguro pero en el cual hay algunos elementos de sensualidad apuntados que unidos a lo terrorífico, la nueva carne y arquitecturas perversas sirve como introducción a este mundo a través del cómic".

 

Aunque lo que no es tan fácil es llegar a entender los por qués de este regreso de un movimiento que rompe los límites, ahora precisamente que lo hemos visto todo y que parece que no hay ninguna barrera por derribar.

"Desde finales del siglo XX, en los años 80 en adelante, occidente se ha volcado en Japón y en el Extremo Oriente en busca de novedades tecnológicas y estéticas en un juego de muchas correspondencias. El propio Eroguro surge también de adaptar en muchos elementos de la cultura occidental que en cierto momento llegaron a Japón y se intrincaron en la cultura japonesa para crear esta especie de producto bastardo, y a cambio nosotros después nos hemos volcado también en su exotismo y en esa búsqueda de la novedad, de lo extraño, de lo singular que tiene Japón con respecto a nuestra forma de ser. Esto ya propició la invasión del manga desde hace 30 años, o una mayor facilidad para ver películas de cine japonés, Corea del sur o Taiwán".

Esa atracción por las distintas facetas de la cultura japonesa deja el Eroguro en una posición de creciente interés también responde a que "vivimos días de un puritanismo extremo y una corrección política que afecta a todos los temas morales y especialmente a aquellos que atañen a nuestro comportamiento erótico, nuestra relación con los cuerpos, con el sexo y las relaciones interpersonales. Es un momento muy reaccionario, muy conservador y puritano. Evidentemente, en términos freudianos produce una presión que tiene que salir por algún lado".

Eroguro
Eroguro | Agencias

Además, el Eroguro, añade Palacios "siempre ha estado ahí precisamente para poner en cuestión los principios de normalidad, de moralidad y corrección de los que alardean todos los estados y gobiernos como Japón en ese momento, ya sean imperialistas, teocráticos, totalitarios, fascistas o como ahora pretendidamente liberales, social demócratas o progresistas, pero que en realidad están generando también una cantidad de normas, reglas y legislaciones coercitivas que se introducen en la vida privada de las personas y provocan que esa presión cree una necesidad de la gente por interesarse de nuevo por todo ese mundo de perversiones, de desafíos a la normalidad y al concepto de lo que está bien y lo que está mal que nos tratan de imponer artificialmente. Sin embargo, en el reino del arte, de la ficción, de la fantasía, materializado en el manga, la literatura, el cine, el anime o el porno tiene todo el derecho del mundo a campar libremente y manifestar todo tipo de realidades alternativas que nos puedan motivar estéticamente o intelectualmente o eróticamente".

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