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OPINAN EL CORONEL PEDRO BAÑOS Y OTROS EXPERTOS

¿Podría volver la mili a España?

Varios países europeos estudian recuperar el servicio militar obligatorio. Algunos como Suecia ya lo han hecho. Analizamos con el coronel Pedro Baños y otros sociólogos la posibilidad de que regrese la mili.

-Servicio militar obligatorio

Servicio militar obligatorioEFE (archivo)

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La carta llegó a casa durante el verano de 1999. Apenas acababa de cumplir los 18 años y el Ministerio de Defensa fue uno de los primeros en felicitarme por mi mayoría de edad. Una ocasión perfecta para, de paso, recordarme la obligación de cumplir con mi deber como buen español: realizar el servicio militar obligatorio.

Afortunadamente, aquella ‘llamada a filas’ (tres palabras que generaban una inquietud que los jóvenes de hoy difícilmente pueden imaginar) quedaba en papel mojado, al menos durante unos años: mi condición de estudiante me garantizaba una prórroga temporal. Y sin embargo, no hizo falta llegar a las manos o, en este caso, a los fusiles: apenas dos años después de recibir aquella carta, en 2001, se suprimía el servicio militar obligatorio.

“La verdad es que pude librarme y no lo hice, no sé muy bien por qué. Creo que estaba en un momento raro de mi vida”, recuerda Ángel, uno de los pocos amigos de mi generación que hizo la mili, precisamente aquel 1999.

“Me mandaron a Cáceres, donde perdí nueve meses de mi vida. Y hay pocas cosas peores en la vida que perder el tiempo, con lo valioso que es. ¿Que si aprendí algo? Sí: a escaquearme”, bromea.

Casi dos décadas después, el debate sobre el servicio militar obligatorio vuelve a estar sobre la mesa. Quizá no en España, pero sí en otros países europeos. Suecia lo ha recuperado, Alemania e Italia estudian hacerlo y el presidente francés, Emmanuel Macron, ha propuesto que los chicos y chicas de 16 años realicen algo similar a una mili de un mes de duración.

Otros países siguen llamando obligatoriamente a filas, aunque durante periodos muy distintos: en Grecia la mili dura nueve meses, que se reducen a seis en el caso de Austria, Finlandia y Estonia y a cuatro en el de Dinamarca. La mili más dura es la de Chipre, donde se prolonga nada menos que 25 meses.

¿Sería posible que volviera la mili en España? “Hoy por hoy, lo veo muy complicado”, reflexiona el coronel Pedro Baños, uno de los mayores expertos militares de nuestro país.

“La preparación para una hipotética guerra ha dejado de tener sentido en el mundo actual: los conflictos tienen más que ver con la tecnología y la robótica que con la necesidad de formar a hombres y mujeres en el manejo de armas”, apunta.

Pese a todo, la opinión del propio Baños a este respecto fue motivo de debate cuando, hace años, defendió públicamente algo similar a la reinstauración del servicio militar.

“Es verdad que en alguna ocasión he abogado porque vuelva la mili, pero lo veo más como ‘servicio’ que como ‘militar’. Y eso es lo que se está debatiendo en muchos de estos países: en Francia, por ejemplo, la propuesta está enfocada a tratar de atajar los problemas de integración que sufren los jóvenes en los barrios marginales. En Noruega, o incluso en Marruecos, pasa algo similar. Se trata de un fenómeno que responde a causas sociales, no militares”, aclara.

Hablemos, pues, con los sociólogos. Jorge Benedicto, catedrático de Sociología de la UNED, lo tiene claro: “Dudo mucho que la mili pudiera volver a implantarse, porque no tendría una buena acogida en la sociedad española. Nuestros jóvenes, y especialmente los menores de 19 años, miran con recelo a cualquier institución pública, incluidas las Fuerzas Armadas”.

Los datos así lo atestiguan: según el último barómetro realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, apenas un 16% de los jóvenes citan al Ejército cuando se les pregunta por la institución que les genera más confianza. Y eso que es, junto a la Policía, una de las mejor valoradas.

“El pacifismo y el antimilitarismo cobraron mucha fuerza durante los años 80, y especialmente en los 90”, recuerda Benedicto. “De hecho, y desde un punto de vista sociopolítico, la oposición a la mili fue uno de los primeros movimientos sociales que lograron su objetivo, algo que generalmente resulta muy complicado”.

La insumisión fue, de hecho, la primera gran corriente de desobediencia civil tras la transición: muchos jóvenes fueron a la cárcel por negarse a hacer la mili, mientras que otros se acogieron a la objeción de conciencia para realizar el llamado servicio social sustitutorio. Y pese a todo, la supresión de la mili en 2001 no causó un gran impacto social. “Se veía venir desde tiempo atrás”, recuerda Benedicto. “La profesionalización de los ejércitos era la tendencia en Europa, y el servicio militar obligatorio cada vez tenía menos razón de ser”.

Si entonces tenía poco sentido, menos aún hoy en día: Benedicto se muestra escéptico ante la posibilidad de que en España funcionase algo parecido a una mili del siglo XXI. “La idea de que ciudadanos exactamente iguales hagan, a través de las Fuerzas Armadas, una aportación a la comunidad a la que pertenecen, reforzando así el espíritu patriótico y de pertenencia, quizá pueda funcionar en países como Francia. Pero en España, con todos los problemas identitarios y de símbolos que tenemos y con un Ejército que sigue sin ser una institución completamente neutral, sería enormemente complejo. Habría que inventar otro modelo”, opina.

Con todo, muchos piensan que la mili, incluso la de antaño, tenía aspectos positivos. Así lo cree el coronel Baños.

“Creo que el servicio militar contribuía a que los españoles nos pudiéramos conocer más y mejor. Era un elemento de integración territorial: muchos jóvenes hacían el servicio militar en la otra punta de España, e incluso se terminaban casando con alguien de allí. La mili igualaba a todas las capas sociales: todos comían la misma comida y dormían en las mismas camas. Además, incidía en la idea de que en la sociedad no sólo hay derechos: también obligaciones”.

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