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La hora del recreo refleja la sociedad desigual en la que vivimos

El machismo en el patio del colegio: ¿por qué las chicas no podemos jugar al fútbol?

Cuando aún iba al colegio, había épocas en las que las niñas de mi clase jugábamos al fútbol en el recreo. Llegábamos a la pista y le dábamos al balón hasta que llegaban los niños y nos echaban, a pesar de que nosotras habíamos llegado primero. “Es que sois más malas”, era el argumento.

-Niños en el recreo

Niños en el recreoArchivo Getty Images

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Cuanto menos practicásemos, más lo seríamos. Al final, acabábamos jugando a cualquier otra cosa, mientras ellos ocupaban gran parte del patio de recreo. Nosotras terminábamos en algunos de los rincones más tranquilos, lejos de los balonazos perdidos.

Pese a que ha llovido desde entonces, estas dinámicas se siguen reproduciendo en los espacios escolares de recreo. Lo que yo viví no es algo anecdótico; esta situación existe en la mayoría de colegios e institutos.

La ocupación del espacio no es neutral con respecto a las relaciones de género, y por lo tanto, los recreos tampoco lo son. En unas edades en las que las criaturas están aprendiendo a ser en sociedad, las niñas comienzan a ceder sus espacios a los niños. Este ejercicio será el ensayo de lo que vendrá luego: ellos a trabajar y moverse por la esfera pública y ellas lo harán en la privada.

De esta forma, ellos juegan al fútbol ocupando la mayor parte del patio, y muchas veces, el centro; y ellas se diseminan por los alrededores del perímetro hablando, paseando o jugando al ‘pilla-pilla’. Si casi todo lo ocupa el fútbol ¿qué hueco queda para otros juegos?

Recuerdo cómo en mi recreo mis compañeras y yo nos sentábamos en algún rincón para intercambiar cromos o lo que estuviese de moda en ese momento. También había niños que jugaban con nosotras. Eran aquellos que no encajaban en la masculinidad hegemónica que se ensayaba en la pista de fútbol.

La configuración del recreo no es casual: es el reflejo de la sociedad desigual en la que vivimos. En un estudio elaborado por la educadora María Raquel Fructuoso, la autora advierte de que “desde edades muy tempranas [los estudiantes] ya tienen conductas prefijadas por sexos, saben todo lo que pueden y no pueden hacer los niños, así como las niñas”.

La buena noticia es que hay algunos proyectos que están trabajando para rediseñar un patio en el que se generen otras prácticas. Desde 2012, el Col.lectiu Punt 6 trabaja en el desarrollo de proyectos de intervención en los patios de colegios en Madrid y Barcelona.

Este colectivo está formado por sociólogas y arquitectas que se proponen repensar el urbanismo desde una perspectiva de género. Desde su punto de vista, “el patio de la escuela, es un espacio público más de socialización, que visibiliza y reproduce las desigualdades de una sociedad patriarcal”.

Durante 2017 pusieron en marcha “Red de patios inclusivos y sostenibles”, un proyecto llevado a cabo junto a Pandora Mirabilia y PEZarquitectos en dos colegios madrileños. El proceso de intervención se planteó tratar de favorecer otro tipo de dinámicas más inclusivas en las que el alumnado tuviese la oportunidad de encontrarse y relacionarse de manera más igualitaria.

Tras la intervención, el recreo de los centros ha cambiado por completo. Ahora tienen color y hay multifuncionalidad en el espacio; se fomentan muchos más usos además del fútbol, que no ha desaparecido.

La transformación ha partido de un proceso participativo en la que toda la comunidad educativa (padres, madres, profesorado y alumnado) han propuesto sus ideas de diseño y han colaborado acondicionando el lugar. Murales en las paredes, un rocódromo, una ampliación de la zona del huerto o un merendero son algunas de las ideas que se ha implementado.

El patio es algo más que el espacio en el que transcurre la hora del recreo, sobre todo si se tiene en cuenta las 525 horas al año que los estudiantes pasan en él al año según este estudio. La socialización también se da en los colegios, y en ellos se practica y define el lugar que tendremos en sociedad. De ahí que sea importante crear espacios más igualitarios en las aulas y en los recreos. Porque al final, todo lo que ocurre dentro de sus muros, saldrá fuera de los centros.

Y tú ¿a qué jugabas en el patio del recreo?

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