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DOCTORA GLAS: 'SER FEMINISTA TAMBIÉN ES ASUNTO TUYO, TÍO'

Los hombres también deben ser feministas (y te explico por qué)

Si deseamos alcanzar la igualdad, es necesario que los hombres también tengan un espacio dentro del feminismo. Pero, ¡ojo! Tener un espacio no significa invadir el nuestro.

-Doctora Glas

Doctora GlasMiguel Sotomayor

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El feminismo constituye una revolución personal y colectiva contra la desigualdad y la misoginia. Parte de nosotras y dignifica nuestras voces. Pero no es un espacio exclusivo para las mujeres. Es una lucha de la ciudadanía.

Como mujer, feminista y activista, nunca entenderé a aquellas que rechazan la participación de los hombres en el feminismo. En su pretensión por hacer de las mujeres un sujeto colectivo han acabado fracasando.

Principalmente, porque las mujeres (pese a poder tener ideas y vivir situaciones comunes) no somos un grupo homogéneo: prueba de ello es el cisma que existe, por ejemplo, entre feministas en contra de la prostitución y feministas pro derechos de las trabajadoras sexuales.

También porque es bastante ingenuo creer que prescindiendo de los hombres se puede alcanzar una utopía feminista. ¿Cómo se puede favorecer la deconstrucción de la masculinidad si hay quien solo esboza que ésta debe ser rechazada?

En un sentido político, poco aporta señalar lo violenta que es la masculinidad dominante o hegemónica y a continuación no ser capaces de promover una alternativa o aceptar un espacio que contemple una masculinidad más allá del sexismo. Hay una gran diferencia entre reclamar nuestra autonomía para no ser dependientes de los hombres y acusar a cualquiera de ellos como eterno “enemigo”.

Sí, los tíos por ser tíos tienen privilegios sociales. No es ninguna novedad. La masculinidad dominante o hegemónica coloca a las mujeres en una situación de inferioridad y por tanto, mantiene al patriarcado con un buen estado de salud.

Sin embargo, tratar de meter en el mismo saco a todos los tíos y recurrir a expresiones como “quien no es un violador, es un violador en potencia” resulta indulgente y paranoico. No se puede reclamar la ruptura del modelo tradicional de feminidad mientras se condena la masculinidad al esencialismo e inmovilismo.

Si caemos en esto, saboteamos la oportunidad de los hombres para poder incidir en el cambio. Es decir, para tomar conciencia de sus privilegios y conocer que otras formas de ser hombre, más allá de la imposición patriarcal, son posibles.

El itinerario de un hombre hacia el feminismo

A continuación, la pregunta es insalvable: ¿qué itinerario deben asumir los hombres en el feminismo? Esbozo cuatro proyectos a corto plazo:

1.-Instaurar las ideas y prácticas feministas entre otros hombres. Y por ende, señalar aquellas actitudes machistas que contemplen en sus grupos. No tiene sentido reconocerse como hombre feminista si consientes comentarios despectivos sobre las mujeres y las personas LGTBIQ entre tus amigos. El feminismo no se reduce a aprender un discurso sino que se define como un movimiento social capaz de generar un cambio en nuestro entorno.

2.-Analizar y cuestionar la masculinidad dominante o hegemónica. Se trata de un ejercicio de observación y autoconocimiento que tiene como objetivo generar conciencia sobre el privilegio y la necesidad de interiorizar otro modelo de masculinidad: igualitario, corresponsable, cooperativo, empático y no violento. Esto constituye un proceso lento y no exento de tensiones: renunciar a la masculinidad patriarcal supone perder privilegios.

3.-Valorar a las mujeres y lo femenino. No queremos vuestro paternalismo. No deseamos compasión. Simplemente, reivindicamos que reconozcáis nuestra historia, esa que ha quedado invisibilizada bajo la idea de que el mundo es supuestamente un campo de nabos.

4.-Aprender a amar sin relaciones de poder. Suena cursi, pero es todo un reto en las relaciones sexo-afectivas. Es importante que aprendas a amar desde la horizontalidad y el cuidado. Las mujeres no somos un suvenir: tenemos entidad propia y deseamos parejas que sepan comunicarse, que no sean una ameba emocional.

Llegados a este punto, seguro que muchos de vosotros se está planteando, ¿y qué pasa con eso del aliado feminista? Crear una expresión para seguir apelando a un hombre que se acerca a las ideas y prácticas feministas, con sus aciertos y errores, es francamente insustancial y contraproducente.

Puede quedar muy guay en la bio de Twitter, pero a menudo actúa como comodín. Por ejemplo: "yo soy aliado feminista y ya no tengo que hacer nada”. Además, ese calificativo aleja a los propios hombres del feminismo, pues enfatiza el mensaje de que ellos son un “añadido”, meros figurantes y no agentes sociales capaces de participar en la lucha feminista desde la cooperación, la empatía y el respeto.

Además, no tiene mucho sentido si consideramos que nadie, absolutamente nadie, posee cualidades, ideas y prácticas de feminista ejemplar. Tampoco las propias mujeres y activistas. ¿O acaso son perfectas? No. No. No.

Somos humanas. Así que, si me admites un consejo, desconfía de aquellas personas que creen saberlo todo sobre el feminismo, que te dicen cuánto feminista eres o que te rechazan o demonizan cuando metes la pata o tienes una opinión diferente a la mayoría (que no tiene por qué ser machista).

No caigas en discursos dogmáticos y no dudes en crear alianzas con otras luchas sociales. Y por favor, sospecha de aquellos que van de “aliados feministas” y no saben ni limpiar bien un váter.

Ser feminista, insisto, es un proceso. Requiere responsabilidad y persistencia. No busques la medalla y menos en aquellas situaciones donde sabes que serás aplaudido. Recuerda, no eres un héroe. Te equivocarás. Aprenderás. Crecerás.

Y por supuesto, entenderás que ser feminista es estar alerta, en constante revisión mientras generas cambios en lo personal y en lo político. Justamente es esto lo que hace que luchar por la igualdad entre los géneros/sexos merezca la alegría y no la pena.

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