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TODO ES POSIBLE EN AMÉRICA SI TIENES DINERO

Estimado Donald Trump, emigrar a EE UU es fácil, si sabes a qué empresa pagarle 3.000 euros

Mi sorpresa fue mayúscula cuando, recién llegada a la tierra de las oportunidades, descubrí la manera en la que muchos españoles consiguieron hacer realidad su sueño americano. A golpe de cartera.

-Bandera americana

Bandera americanaAgencias

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Desde pequeña he soñado con trabajar en Estados Unidos. Una fantasía que siempre que intentaba poner en marcha se veía truncada por la cantidad de trabas que aparecían en mi camino.

“Tienes que encontrar a una empresa americana que le diga al gobierno de EE.UU que te contrata a ti porque no hay ningún ciudadano americano que cumpla con los requisitos que busca”, me decía todo el mundo que había logrado instalarse allí. En ese momento, yo me imaginaba a todas esas personas como pioneras en sus campos de trabajo y con unos currículos tan sorprendentes que el mío solo serviría para envolver las grasientas y sabrosas hamburguesas por las que dicho país es líder en obesidad.

Sin embargo, hace unas semanas volé hasta Chicago para visitar a unos amigos. Antonio y Beatriz se han labrado un futuro en EE.UU gracias a que él montó una empresa con sede allí.

“Me costó mucho papeleo y muchísimo dinero en abogados. A la mínima que el negocio dé pérdidas me echan”, me cuenta durante nuestra primera cena. Su caso lo entiendo, pero de repente comienza a hablar de varios amigos españoles cuya forma de permanecer en EE.UU no alcanzo a comprender. “Lo que hizo Rocío fue pagarle a una empresa para que le buscara otra que quisiera contratarla”, me explica.

Vale, rebobinemos.

Según la información que yo manejaba en aquel momento, las cosas se hacían de otra manera. Todo el mundo al que le había preguntado me había explicado el siguiente proceso:

  1. Localizar la empresa para la que quieres trabajar.
  2. Mandar el CV y concertar una entrevista (por Skype o en persona).
  3. Pasar la entrevista sin decir ni mú de que no tienes visado de trabajo.
  4. Si están interesados en ti, soltar la bomba de que no tienes visado de trabajo y camelártelos para que te ‘esponsoricen’.

Y aquí, queridos amigos, está el quid de la cuestión. ‘Esponsorizar’ significa que la empresa le dice al estado que te va a contratar porque eres la repera y entonces debe pagar un visado que suele costar entre 1.500 y 3.000 euros. Un visado que, supuestamente, SOLO puede pagar la empresa.

De esta manera, el gobierno de los Estados Unidos de América se asegura de que SUS empresas realmente sí te necesitan porque si no (añado yo), no le pagarían un visado a un extranjero. Hablando claramente.

“Pero, ¿y eso es legal?”, le pregunto a mi amigo. Me mira con cara de ‘hay que ver qué inocente eres’ y me dice: “Se supone, aunque la cantidad que tú le estás pagando a esa primera empresa para que te busque otra es, casualidades de la vida, lo que cuesta el visado que necesitas para trabajar en dicha empresa”.

Vaya, que te estás pagando el visado cuando, supuestamente, no puedes hacerlo.

Pagar 3.000 euros por un máximo de 18 meses

Dos días más tarde, salimos a cenar precisamente con Rocío, la chica que pasó por caja para conseguir tocar suelo americano. “El truco está en conseguir el visado J-1”, me cuenta. Un visado con el que, como bien explica el departamento de Estado de USA, “solo se pueden realizar estudios (de todos los niveles académicos), prácticas profesionales en empresas, instituciones o agencias certificadas, enseñanza o estancias de investigación y períodos de formación profesional, y programas de intercambio y empleo de verano para estudiantes universitarios y Au Pairs”.

“Vale, ¿y luego qué?”, le digo. “Puedes coger lo que ellos te ofrecen (que en la mayoría de los casos son trabajos como lavaplatos, camarero, limpiadores en hoteles, niñeras…) o, como hice yo y mucha gente, indicarles que tú tienes una empresa que está interesada en ti, pero que no quiere pagarte el visado. Entonces tú les pagas a ellos, ellos a la empresa y tú consigues el trabajo”.

No puedo creerlo. Más que nada porque, según lo que recoge el gobierno americano, ni puedes pagarte el visado ni pueden hacerte fija (por decirlo de alguna manera) con el J-1. “Esa es la cuestión. Mientras tienes el visado J-1, la empresa para la que trabajas te tiene como de prácticas, pero en realidad, como fue mi caso, yo estaba trabajando como si tuviese un contrato laboral completo”. Flipo.

Pero ahí no acaba la cosa. “Ok, de acuerdo. Pero el límite de validez de ese visado solo es de año y medio, ¿qué pasa después?”. Me mira con cara de resignación y me dice: “Pues que o has conseguido convencer a la empresa para que te cambien de visado cuando se te acabe el J-1 o te vuelves a España”.

No lo puede creer. ¿Cómo a alguien le puede compensar pagar 3.000 euros por trabajar una jornada laboral completa con sueldo de prácticas sin saber si te quedarás en un país donde te cobran hasta por respirar? “Es un salto al vacío sin paracaídas. Y si tienes ahorros, pues es una inversión que puede salir bien o mal. Siempre te llevarás la experiencia de haber vivido en EE.UU”, me dice.

Al alcance de cualquiera (con dinero)

Tras hablar con Rocío vuelvo a bucear en la página de del departamento de Estados de los Estados Unidos y me encuentro con una larga lista de empresas esponsorizadoras a las que el gobierno reconoce. No tiene pérdida.

Entras en el apartado ‘Designated Sponsors Organitazion’, eliges el programa en el que quieres participar (Au Pair, Camp Counselor, College and University Student, Goverment Visitor, Intern, International Visitor, Physician, Professor and Research Scholar, Secondary School Student, Short- Term Scholar, Specialist, Summer Work Travel, Teacher y Trainee) y te aparece el listado de las empresas ‘esponsor’ con su dirección, ciudad, estado y teléfono.

Elijo un par al azar y entro en sus páginas webs. Todas ellas se jactan de poder ofrecerte experiencias enriquecedoras tanto personales como profesionales. Sin embargo, en ninguna de ellas se dice claramente cuánto tienes que pagar por sus servicios. Rocío ya me lo advirtió.

“Yo sabía que menos de 1.500 euros no iban a ser porque otros españoles que lo hicieron ya me avisaron”, me dice, y continúa: “Lo importante es que nadie sabe si realmente esto es legal. Es decir, yo sé que le he pagado a la empresa mi visado, estoy segura. Y también sé que el gobierno lo sabe. En mi opinión, es una manera de ganar dinero a costa de la inmigración”.

Ella tuvo suerte, otros no tanta

Rocío puede sentirse afortunada. Tras conseguir entrar en el estudio de arquitectura que ella quería, ahora está a la espera de que la empresa le consiga el visado de trabajo (el de verdad, no el de prácticas): “Si la empresa no hubiese aceptado, me tendría que haber vuelto a España”.

Sin embargo, a los pocos días conozco a Rosa, extremeña que llegó a EE UU también con el visado J-1: “Pagué 3.000 euros y me metieron a trabajar en el departamento de marketing de un gimnasio como becaria. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me pusieron a fregar los baños y a limpiar toallas.” Me quedo sin habla. “Entonces llamé a la empresa con la que hice los trámites y me dijeron que no podían hacer nada, que si no lo quería que me volviese a España”, me dice.

Las estafas. Situaciones que no deberían ocurrir en algo que está supervisado por el gobierno, pero que pasa. “Aún con todo, el visado J-1 solo dura un año y medio, ¿qué vas a hacer después?”, le digo agobiada. “Nos casaremos y así me darán el visado de acompañante, aunque no podré trabajar”, me dice con tono triste.

El negocio de la inmigración temporal

No son los únicos dos testimonios que he conocido durante mi estancia en Chicago. Otros muchos españoles me contaron casos similares. Situaciones que, legalmente, ni ellos ni yo ni muchos de sus abogados alcanzan a comprender.

“La gente no hace tantas preguntas como tú”, se ríen y continúan: “Este tipo de visado temporal lo que hace es abrir una puerta para gente con dinero o ahorros. Lo que pase después solo el tiempo, la suerte y quizá también más dinero, lo dirá”. Amén, brothers.

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