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Cuando acabas tus estudios, tu vida social se reduce a la Navidad

Ese momento en el que te quedas sin amigos en tu ciudad natal

Si eres de las pocas personas que no han tenido que emigrar tras acabar tus estudios conocerás bien esta situación. El primer síntoma lo sufres cuando estás acabando tu último año de facultad. La euforia por no tener que volver a coger apuntes en la vida te invade.

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FriendsAgencias

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Aún así, no puedes evitar tener sensaciones contradictorias: vale, no vas a volver a hacer un exámen, pero sin embargo no sabés qué va a ser de tu vida con el paro juvenil que nos marcamos en este país. Aunque es probable que esta situación la vivieses hace tiempo, según Eurostat, en abril de 2018 el porcentaje de desempleados españoles menores de 25 años se sitúa en el 34’4% (en 2015 la tasa era del 48%). Solo nos supera Grecia.

Y tras el primer jarro de agua fría, la cosa no mejora: también te das cuenta de que la mayoría de tus amigos no son de tu ciudad. El plan de compartir piso con muchos de ellos, o de llevar a cabo aquel proyecto que os entusiasmaba, se va al garete. El desánimo general por el qué vendrá te invade a ti y a todos. Y lo que vendrá es la soledad. Tu soledad y trabajar mucho ganando muy poco, sobre todo si consigues o si puedes elegir permanecer en la ciudad donde estudiaste o donde naciste.

Mientras vas asimilándolo todo y vas cerrando la época universitaria, aparece el segundo síntoma: de 15 amigos (amigos, amigos, ¿eh?), solo te quedan tres o cuatro cerca. Pero bueno, aún puedes ser positivo. El problema es que la situación puede que no mejore, así que lo más probable es que acaben emigrando todos y te quedes en la soledad absoluta.

¿Y qué ocurre cuando todos tus amigos se van de tu ciudad? Las redes sociales están muy bien para mantener el contacto, pero a la hora de la verdad, vas a echar en falta muchas cosas.

Se acabó el “¿qué haces hoy?”

Encontrar un plan ya no va a ser tan fácil como escribir un Whatsapp. Ahora vas a tener que esforzarte de verdad y levantar muchas piedras para primero, encontrar a alguien, y segundo, tomarte una cerveza. Puede que tengan que alinearse varios planetas para que tu agenda y la de ese incauto coincidan y podáis veros.

Ya no manejarás los tiempos de la misma forma: en lo que antes invertías cinco minutos, ahora te puede llevar bastante más. Para garantizar el éxito de tu búsqueda, quizás debas comenzar a planificar un par de semanas antes. Y admitámoslo: tampoco te asegura la victoria. Seguramente tengas que escribir a esa gente con la que en otro momento no hubieras querido compartir ni un café. Es eso u otro fin de semana de manta y Netflix. Aunque tampoco es tan mal plan.

Serás el joven del grupo

Como todo el mundo de tu edad se ha ido a buscar un futuro mejor, comienzas a juntarte con gente mayor que tú. Son aquellos a los que la crisis los cogió confesados o incluso esos que han logrado cierta estabilidad en su vida y han podido volver del extranjero con un trabajo digno.

El problema: tienen edad de empezar a tener hijos, y claro, ahora los planes cambian mucho. Eso si tienes suerte y los ves más allá del cumpleaños de sus criaturas. Si lo consigues, quedarás a la hora de la merienda y antes de la hora del baño y cena. Unos horarios extraños para los que no tenemos preocupaciones más allá de nosotros mismos, pero a los que sacarás partido: no te liarás, y al día siguiente estarás más fresco que una rosa.

Hacer nuevos amigos a cierta edad…

Cuesta. Cuesta mucho hacer amistades nuevas. Y es curioso porque es a partir de los 25 años cuando comenzamos a perder amigos, según un estudio de un grupo de investigadores de la Universidad de Aalto (Finlandia) y la Universidad de Oxford (Reino Unido). Acabamos teniendo menos personas en nuestros círculos de confianza, y tenemos más dificultades para encontrar otras nuevas. Es una condena a la soledad ¿no?

Ocurre en cierto momento de tu vida que cuando conoces a alguien nuevo, ya no te entusiasmas tanto. Antes, si compartíais una noche de cervezas, era probable que vuestra nueva amistad quedase sellada. Y era más fácil tener una conexión especial si teníais varios puntos en común. Pero ahora, el día siguiente comparte ciertas similitudes con ese ligue del que mejor no acordarse a la mañana después: si te he visto no me acuerdo.

Además, es probable que si tu no tienes pareja, el resto de tus amistades sí. Esto complica aún más las cosas, porque su modo de vida puede que no se asemeje al tuyo. Así que es bastante complicado que coincidáis. O eso, o lo dicho: organizar una quedada con dos semanas de antelación.

En diciembre, triunfas

Esto es como el turrón: todos vuelven a casa por Navidad. No tendrás tiempo suficiente para ver a todos mientras tratas de atender tus compromisos familiares, las compras de regalos… Digamos que el máximo esplendor de tu vida social se reduce a estos días que pueden convertirse en un infierno.

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