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FRANCISCO RODRÍGUEZ TUVO QUE TRASPASAR EL BAR FM

Desahuciado y con cáncer terminal: la verdadera cara del acoso inmobiliario en Lavapiés

Francisco Rodríguez, con 83 años y un cáncer en fase de metástasis, es una de las últimas y más flagrantes víctimas de la gentrificación y la especulación inmobiliaria. Tras verse obligado a traspasar su local, el Bar FM, en el número 35 de la calle Olmo (Madrid), se enfrenta a la expulsión de su vivienda, situada en el mismo edificio. Un edificio que fue adquirido por la empresa MK Premium, dedicada a la inversión patrimonial.

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“El pasado diciembre, Francisco recibió un burofax en el que le decían que tenía que abandonar la vivienda antes del 30 de mayo, sin posibilidad alguna de renegociar el alquiler”, explica Fernando Bardera, portavoz de la plataforma Bloques en Lucha.

En cuanto al local, la historia es aún más rocambolesca. “En primera instancia, MK Premium le dice que no les interesa el bar, pero luego cambian de opinión. Organizan una reunión, pero no acude nadie de la inmobiliaria. Ya por la noche, cuando Francisco está sólo y sin su cuidadora, Jaqueline, se presentan en su casa y le hacen firmar un contrato sin saber qué está firmando”, denuncia Fernando.

¿La cantidad que le dieron por el bar? 18.000 euros. Al día siguiente le reclamaron que sacara todas sus pertenencias del bar, que ahora se acumulan en su casa.

La desprotección y la vulnerabilidad de Francisco es total. Dedica entre un 70 y un 80% de sus ingresos a pagar el alquiler. No tiene alternativa habitacional de ningún tipo. Padece un cáncer terminal y hace poco sufrió una caída grave. Y la nueva ley de arrendamientos urbanos no le protege en absoluto.

Hay alternativas. Otra cosa es que exista voluntad política. “Estamos pidiendo al Ayuntamiento que intervenga, porque tiene herramientas para hacerlo”, apunta Fernando. “El edificio está en estado de abandono, por lo que no pasó la ITE (inspección técnica de edificios). En ese caso, la ley permite al Ayuntamiento expropiar el edificio”. La respuesta, por el momento, es negativa.

“Dicen que no tiene vivienda social, pero no es cierto. Y aunque lo fuera, podría comprar el edificio y utilizarlo como tal. Sería una inversión para el Ayuntamiento, solucionaría el problema de raíz y sentaría un precedente”. En otras ciudades, como Barcelona, el Ayuntamiento ha tenido litigios con este tipo de inmobiliarias.

Ante la gravedad de la situación, los colectivos vecinales han empapelado el edificio con pancartas de protesta. “Antes de hacerlo venían entre 8 y 10 personas a verlo todos los días”, cuenta Fernando.

“No tienen problema en enseñárselo a los especuladores, incluso con vecinos viviendo en su interior. Pero este es un barrio con una larga tradición reivindicativa, y no se lo vamos a poner fácil”.

Pese a todo, los especuladores ya han conseguido echar a uno de los vecinos. “La vivienda está vacía, pero la inmobiliaria ha dejado abierta una hoja del balcón y han puesto un temporizador para que la luz se encienda por las noches y que parezca que vive alguien”, explica Fernando.

El problema no se limita al número 45 de la calle Olmo. Dar un paseo por las calles de Lavaréis es asistir a un desfile de albañiles y esquivar contenedores frente a los portales. “Están haciendo obras en todas partes”, cuenta Fernando.

Las inmobiliarias compran los edificios enteros, a menudo los remozan ligeramente tirándolo todo -de ahí que esos contenedores rebosen ropa y viejos enseres- y los venden a fondos buitre, a menudo para que sean alquilados como pisos turísticos en plataformas como AirBnb”.

Y es que el fenómeno de los pisos turísticos no ha hecho sino acelerar bruscamente esta problemática. “Compran al 30% del precio de mercado para tener un amplio margen de beneficio. La rentabilidad es escandalosa. A día de hoy, incluso porterías interiores, oscuras y minúsculas que hace pocos años se alquilaban por 300 euros tienen una enorme rentabilidad en estas plataformas”.

Sí: Lavapiés está cambiando, y no necesariamente para bien. Fernando pone el ejemplo de otros barrios de la capital que ya están “completamente gentrificados”, como Chueca o Malasaña. Quizá sea sólo cuestión de tiempo que Lavapiés sea el siguiente. Aunque sea llevándose por delante a vecinos como Francisco.

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