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Los productos de higiene íntima se gravan con diferentes tasas de IVA

Cuando tener la regla todos los meses te sale más caro según donde vivas

Las mujeres sangramos todos los meses a lo largo de una media de 36 años. Esto requiere de cierta ‘infraestructura’, o de cierto gasto para poder hacerle frente. Y ese gasto será mayor o menor dependiendo de dónde vivas.

-Tampons from Canadá

Tampons from CanadáTampons from Canadá

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Dentro de nuestro país, si resides en las Islas Canarias, los productos de higiene íntima están exentos de impuestos. Sin embargo, si vives en la Península o en las Islas Baleares, estarás pagando un 10% de IVA pese a que se tratan de artículos de primera necesidad. Si nos vamos fuera, la cosa también varía bastante: en Francia pasaron del 20% al 5,5%, y Canadá e Irlanda son países en los que estos productos están exentos.

En España, los tampones y compresas tienen el mismo IVA que el caviar, que comer en un restaurante o que un viaje en autobús; pagamos los mismos impuestos por ellos que por productos de lujo, como si menstruar fuese un capricho. Y es algo que afecta a la mitad de la población desde aproximadamente los 12 años hasta los 48, cuando suele llegar la menopausia.

Hagamos la cuenta: digamos que tienes la regla durante cinco días al mes, y usas, de media, unos cuatro tampones al día. Eso supone unos 260 tampones al año y unos 9.360 en toda tu vida reproductiva. Tomando como referencia el precio de una caja de 40 unidades normal, habrás pagado más de 1.000 euros solo en productos de higiene.

Cada regla es un mundo, y cada mujer debe poder elegir el producto que mejor se adapte a sus necesidades sin tener que pagar más por ello. Pero lo cierto es que la copa menstrual se lleva erigiendo como alternativa desde hace años a este gasto abusivo. Y también como alternativa sostenible. El IVA que se aplica sigue siendo el mismo, pero solo tendrás que comprarla una vez cada 10 o 15 años.

La cuestión sobre cómo deberían gravar los artículos de higiene femenina no es nueva; ha ido invadiendo ciertos sectores de la opinión pública de manera cíclica a lo largo de los años. En 2015, Canadá bajó los impuestos a estos productos hasta dejarlos al 0%. Esto provocó que el debate se reabriera y que durante el siguiente año surgieran campañas ciudadanas como Tampons from Canada.

La intención era clara: presionar al nuevo Gobierno que debía formarse en nuestro país para que cambiase el IVA del reducido (10%) al superreducido (4%). Si la petición no se tenía en cuenta, se organizaría un macro pedido de tampones y compresas a Canadá.

El debate ha vuelto a salir a la palestra esta semana tras la intervención de la nueva ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el Pleno del Congreso. En la hoja de ruta que se marca con su equipo está el estudio de la bajada del IVA cultural y de los productos ligados a la higiene femenina, “para incentivar el consumo y para no gravar a las mujeres con un impuesto añadido por el hecho de ser mujeres”.

En Canarias ya tomaron la iniciativa en este asunto a finales de 2017, y a comienzos de año, tampones, compresas y salvaslips pasaron de tener un 3 a un 0% del Impuesto General Indirecto Canario (IGIC), una contribución equivalente al IVA con la que el archipiélago grava el consumo.

Así que, desde hace unos meses, las islas se unieron a la corta lista mundial de zonas en las que los productos de higiene femenina no tienen impuestos, como Canadá. Pero en Europa no podemos llegar tan lejos: desde 2007 existe una directiva del Consejo de la Unión Europea que impide aplicar un IVA menor al 5%.

Irlanda consiguió escapar a la directiva al no gravar estos artículos con anterioridad. Aún así, muchos de nuestros vecinos han ido disminuyendo sus impuestos respecto a la higiene de las mujeres: Francia pasó del 20 al 5,5%, Bélgica del 21 al 6%; y Reino Unido bajó del 17,5 al 5%.

Las mujeres ganamos menos, pero también pagamos más. Y no solo por necesitar productos de higiene ligados a la menstruación. La llamada tasa rosa afecta a todos los artículos hechos ‘para mujeres’: desodorantes, cuchillas de afeitar... aunque sus características sean las mismas que las que tienen los productos destinados al público masculino.

No está recogido en ningún plan fiscal, pero lo cierto es que las marcas ponen a mayor precio aquellos artículos que se dirigen a la población femenina. Hay muchos estudios que documentan el ‘impuesto rosa’, como por ejemplo el llevado a cabo por el Departamento de asuntos de los consumidores de la ciudad de Nueva York (New York Citys Department of Consumer Affairs). En 2015 analizaron 800 productos que consumimos a lo largo de toda la vida y concluyeron que los artículos femeninos cuestan de media un 7% más que sus equivalentes masculinos.

La ministra de Hacienda argumentaba “razones de discriminación” para revisar el impuesto sobre los productos de higiene de las mujeres. Que unos artículos indispensables y de primera necesidad para la mitad de la población no sean reconocidos como tal da que pensar. Y no es una demanda solo de nuestro país; se trata de algo global.

Ser mujer sale caro. Pero lo que pagues también dependerá del lugar donde vivas.

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