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MOMIAS DE BEBÉS, MÁQUINAS DE TORTURA O VENENOS DECIMONÓNICOS

Así es el museo más espeluznante de España

Momias, cráneos trepanados, armas carcelarias, venenos decimonónicos, animales ponzoñosos, instrumentos de tortura, entre otras piezas extrañas y fascinantes se muestran en el Museo Reverte Coma, escondido en un pasillo de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense. Algo así como un museo sobre el crimen y la muerte.

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“Llegué anoche de Burdeos de traer nueve momias que habíamos prestado para una exposición. Ahora, ya se quedarán aquí una temporada, que son material muy delicado y en los traslados se pueden deteriorar”, dice el doctor José Antonio Sánchez, director del Museo Reverte Coma y, como se ve, manager de momias.

Las momias (andinas, guanches, egipcias, hasta 30 ejemplares) son las 'rockstars' de este museo y son frecuentemente solicitadas para figurar en diversas exposiciones.

“Algunas estuvieron en Granada recientemente, y ahora tengo que enviar otras a Tenerife”, cuenta Sánchez.

Quien le iba a decir a estas personas, que murieron hasta hace 3.000 años, que iban a seguir de gira tanto tiempo después, en plena era digital.

Si los rituales de la momificación suelen estar relacionados con la trascendencia más allá de la muerte, como explica nuestro guía, estas momias, desde luego, lo han conseguido.

En el museo, recluidas en sus vitrinas, dan un poco de yuyu: encogidas, frágiles, parduzcas, con mueca macabra, algunas aún conservan un envidiable melenón. No me gustaría venir de noche.

No solo hay momias en el (tomen aliento) Museo de Antropología Médica y Forense, Paleoantropología y Criminalística Profesor Reverte Coma, que, para entendernos, se centra en temas como el crimen y la muerte desde una perspectiva científica (y curiosa).

Escondido en un pasillo del departamento de Medicina Legal y Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, tras una puerta normal y corriente, se esconde uno de los museos más raros y fascinantes de España (es solo uno de los alrededor de 30 museos y colecciones muy desconocidos y de gran interés que albergan las facultades de esta universidad).

Entre su diverso y misterioso fondo, se encuentran multitud de restos humanos, armas carcelarias, viejos instrumentos científicos, una colección de fotos de tatuajes, venenos decimonónicos, animales ponzoñosos y hasta el garrote vil con el que fue ejecutado el famoso criminal Jarabo, en la cárcel de Carabanchel, en 1959.

El temible aparato se muestra entre otros no menos temibles como el aplastacabezas o el quebranta rodillas. Este sitio tiene algo de gabinete de curiosidades.

“Los objetos que se muestran, unos 200 de los casi 4.000 que almacenamos, se relacionan con disciplinas científicas que tienen que ver entre sí, aunque muchos también están aquí por la desbordada curiosidad del profesor Reverte Coma, al que todo le interesaba”, recuerda el actual director, a la sazón discípulo del fundador.

Desde las vitrinas, nos observan sin ojos los cráneos trepanados; es decir, con un agujero realizado con fines mágicos o terapéuticos: hay quien dice, como dijo el médico Paul Broca, que estos agujeros aliviaban la hipertensión intracraneal que producía dolores, alteraciones mentales y crisis convulsivas.

Otros opinan que, simplemente, se usaban para que saliesen los espíritus malignos. En otros cráneos podemos ver cómo varían las características humanas geográficamente (no son iguales en un continente que en otro) y también cómo varían los huesos con la edad y el sexo.

“Los forenses podemos conocer muchos datos sobre una persona estudiando sus huesos, que no son iguales para jóvenes, mayores, hombres o mujeres, etc”, dice el doctor Sánchez.

Si ustedes han visto en las películas carcelarias como los presos fabrican precarios muñecos que les sustituyan en la cama mientras cavan un túnel de huida, y si pensaban que eran fruto de la ficción, estaban equivocados.

Aquí se muestra la cabeza de un muñeco, con pelo y bigote, (la que ilustra el vídeo superior), bastante lograda, que un preso fabricó con miga de pan y tela en la cárcel Modelo de Barcelona.

También un ejemplar del Decamerón del Boccaccio en el que otro recluso escondía una pistola casera y todo tipo de armas blancas fabricadas dentro del trullo con pinchos, alambres, mecheros, muelles o bisagras, todo vale.

En otras secciones, se recoge la pseudociencia de la frenología: en una clásica cabeza de porcelana se relaciona cada parte con una característica del individuo como la “chistosidad” o la “maravillosidad”.

Aunque esta disciplina, fundada por el doctor Franz Joseph Gall alrededor de 1800, no resultó cierta (las características de la personalidad no se reflejan en la forma del cráneo), no iba tan desencaminada.

Hoy los neurocientíficos saben que las diferentes funciones cerebrales están localizadas en diferentes partes del cerebro.

En la parte final, se encuentran algunas de las secciones más curiosas, como esa dedicada a la Magia, Religión y Medicina, donde se muestran amuletos protectores, bastones rituales, o muñecos de vudú procedentes de Europa, Centroamérica o África.

También ejemplos de deformaciones craneanas comunes en muchas partes del mundo, como en el imperio Inca. “Allí se deformaban los cráneos, pero solo el Gran Inca podía deformárselo hacia arriba, en forma de torre”, dice Sánchez.

¿No producen problemas cerebrales estas deformaciones?

“En principio no, siempre que el cerebro tenga espacio para crecer, porque es plástico. Fíjate que de forma natural existe gente dolicocéfala (cráneos largos y delgados) o braquicéfala (cortos y anchos) que no presenta ningún problema”.

También hay muestras de algunos de los animales más venenosos: la gran tarántula, el pez globo o una pequeña serpiente, la jacará, la más venenosa del mundo, “es pequeña pero mortal, su veneno te puede matar en cuestión de segundos”, dice el doctor.

Afuera, en el pasillo, el visitante puede maravillarse con diferentes paneles en los que se ven efigies de grandes científicos, grandes criminales o ejemplos de muertes violentas, plantas tóxicas o torturas medievales.

El museo comenzó su andadura de la mano de José Manuel Reverte Coma en torno a 1980, a base de piezas que el fundador recogía en sus frecuentes viajes o donaciones de arqueólogos, investigadores, colecciones particulares o de juzgados como los de Plaza de Castilla.

En 2009, el entonces ministro de Justicia, Francisco Caamaño, asistió a la inauguración de las actuales instalaciones. ¿Y qué fue del profesor Reverte Coma?

“Todavía vive, tiene 96 años”, explica el doctor Sánchez, “y aunque tiene los comprensibles achaques de la edad, dificultades para moverse y para ver bien, se mantiene muy lúcido: aún dicta libros”, finaliza.

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