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La especulación inmobiliaria expulsa a los vecinos de Lavapiés

Así se ejecuta un desahucio invisible: burofax, casas tapiadas, ancianos a la calle

El último conflicto visible de la gentrificación tiene lugar en Argumosa 11, en el corazón del madrileño barrio de Lavapiés. La empresa Inversión en Proindivisos trata de expulsar a los vecinos, algunos ancianos, enfermos de Alzheimer o con más de 20 años en sus domicilios, para alquilar o vender los pisos arreglados a precios desorbitados (los que ahora se pagan). La lógica implacable del mercado contra la vida de las personas.

-El edificio de Lavapiés que sufre desahucios invisibles

El edificio de Lavapiés que sufre desahucios invisiblesSergio G. Fanjul

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En Lavapiés, la primavera ha traído la floreciente alegría de cañas y terrazas, a la que los despreocupados madrileños se entregan con pasión y regocijo. Alguien toca la guitarra, otros se pasean tranquilamente al sol. De puertas para dentro, tras los muros de los edificios, la historia es otra.

Por ejemplo, en el número 11 de la calle Argumosa, la principal vía de encuentro y cañeo, se realiza una operación inmobiliaria que puede echar a sus vecinos a la calle. Ahí viven personas que llevan hasta más de 20 años en el barrio, también otros más jóvenes. La empresa Inversión en Proindivisos, propietaria junto a otros dos particulares, los quiere fuera, y pronto.

“La cosa empieza el noviembre pasado, cuando vienen unos abogados y ofrecen 2.000 euros a los vecinos que dejen los pisos al mes siguiente. El edificio tenía que quedar vacío este año”, dice Teresa Sarmiento, de 68 años que va a cumplir 20 en su domicilio. Tiene una pensión no contributiva de 370 euros y paga 320 por el alquiler. “Luego empezaron a llegar paulatinamente burofaxes a unos y a otros para que abandonemos nuestras casas”, dice la vecina, “pero hemos decidido unirnos y vamos a tratar de quedarnos”. Las puertas de los cuatro pisos que ya han sido desalojados han sido tapiadas. El inmueble tiene cuatro plantas que albergan 33 viviendas.

La respuesta de la empresa

El objetivo de la propiedad es arreglar los pisos y alquilar a precios de mercado, es decir, mucho más caro. “Nos dedicamos, entre otras cosas, a comprar pisos, renovarlos y ponerlos a la venta o en alquiler”, explica Mateo Mata, de Inversión de Proindivisos. “Entendemos que algunas personas lleven más de 20 años y es una pena que no puedan quedarse o pagar más de 400 euros, pero tal vez tengan que irse a otra zona que sí puedan pagar”. La legislación dice que los inquilinos de renta antigua podrán permanecer en sus casas.

Es una muestra del mecanismo, movido por la búsqueda de beneficio de ciertas empresas y propietarios, que ha hecho que los precios del alquiler se disparen tanto en el centro como en la periferia de las ciudades hasta niveles insoportables para sus habitantes.

En Madrid han subido un 11% de media en el distrito centro desde el verano pasado, según el portal Idealista. Desde 2014 la subida suma un 38%. Son los llamados procesos de gentrificación que, más allá de los bares hípsters y las bicis fixie, expulsan a los vecinos de rentas más bajas para ser sustituidos por otros más ricos. La elitización de los centros urbanos. La lógica implacable del mercado contra la vida de las personas.

Hace unos días los vecinos, asesorados por el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y el colectivo vecinal Lavapiés, ¿dónde vas?, se reunieron y colocaron pancartas por toda la fachada, para visibilizar su situación. “Vecina despierta, especulan en tu puerta”, “Proindivisos nos quita los pisos” o “No nos vamos” son algunos de los lemas que se pueden leer.

“Sabemos que este edificio es una perita en dulce, está ubicado en una zona de moda, con muchas terrazas”, dice Teresa Sarmiento, “he ido a preguntar por un alquiler en un edificio cercano y está a 1.200 euros, esta burbuja es impresionante”. Según afirma Sarmiento, entre los vecinos, se encuentran ancianos y hasta un enfermo de Alzheimer. “Hay algunos que llevan mucho más tiempo que yo, y hasta dos que nacieron en el edificio y ya están muy mayores”.

Lo que quieren, explica, es poder negociar con la empresa para poder quedarse en los pisos en los que viven. Según afirma, la propiedad no quiere hablar con ellos. La empresa dice que los contratos ya vencen y que no serán renovados. “Llevamos mucho tiempo negociando y no han querido aceptar las ayudas económicas que hemos ofrecido”, replica Mata.

“Argumosa 11 es solo un ejemplo de algo que está pasando en otros edificios, al menos otros tres solo en Lavapiés”, dice Pablo García, portavoz del Sindicato de Inquilinas e Inquilinos, “nos estamos coordinando para sumar fuerzas contra este fenómeno”.

Según explica, una serie de empresas “hiperespecializadas” se movilizan en Madrid para adquirir edificios de propiedad comunal y ofrecérselos a inversores. “Estamos vigilando de cerca las prácticas de estas empresas por si caen en mobbing inmobiliario”, dice García, “los burofaxes, el tránsito de operarios que vienen a realizar medidas, colaboran a aumentar los niveles de ansiedad e incertidumbre.

Desde el sindicato tratamos de apoyar a los inquilinos en ese trance”. El sindicato se formó hace cerca de un año y, según afirman, crece con fuerza. Pronto lanzarán una campaña de afiliación. “En estos casos no vemos por ninguna parte a las administraciones públicas o a los servicios sociales”, apunta el portavoz.

Recientemente el ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, se ha mostrado preocupado por la burbuja del alquiler y ha asegurado estar estudiando la normativa en busca de soluciones, aunque ha rechazado la posibilidad de fijar precios máximos, que, en su opinión, “contraería el mercado”.

La subida de los alquileres en los distritos más céntricos no se queda ahí: los habitantes expulsados tratan de mudarse a la periferia y contribuyen, con el aumento de la demanda, a la subida de los alquileres también en las zonas periféricas. Los especuladores también corren a aprovecharse de esta coyuntura. Por ejemplo, según Idealista, el precio de los inmuebles ha subido desde el pasado verano un 26% en Moratalaz, un 25% en Carabanchel o un 19% en Vallecas. La pregunta es a dónde tendrán que mudarse los habitantes de estos barrios. ¿De vuelta al campo?

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