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Quieren que el límite de la adolescencia suba hasta esa edad

Los 24 años son los nuevos 14 (pero célibes y pornográficos)

En Australia han tenido una idea: considerar a la gente de 24 años como adolescentes, y quieren que el límite de la adolescencia suba hasta esa edad. Los investigadores del Royal Children’s Hospital se han dado cuenta de hace tiempo que los números no cuadran. Si un adolescente es una persona sin cargas familiares, despreocupada, insegura y con la personalidad a medio cocer, entonces eso es un veinteañero.

-Jóvenes en el parque

Jóvenes en el parquePexels

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En septiembre de 2017, se publicó una investigación en la revista científica Child Development que analizaba cómo ahora los adultos jóvenes dedican su tiempo a actividades propias de adolescentes de los años ochenta.

Esto explicaría muchas cosas: que ahora a la gente de 30 ó 40 tacos que viste como los Goonies se les llame 'urban hipsters', cuando en realidad, según esta publicación científica: no han madurado.

Esta investigación recopiló información de más de 8 millones de personas que tuvieron entre 13 y 19 años entre los años 1976 y 2016, y se evaluó a qué dedicaron su tiempo libre durante la adolescencia.

La diferencia entre los adolescentes de hoy y los de antes es que ahora no sienten ninguna prisa por sentirse adultos e incluso parece no motivarles en absoluto. No les urge sacarse el carnet de conducir, conseguir un trabajo para los fines de semana o para el verano, o salir de fiesta.

Si todo esto ya no es suficientemente atractivo, sus hitos vitales se retrasan y por lo tanto viven más tiempo en una adolescencia prorrogada.

También, hoy se folla menos. Mucho menos. Según este estudio, los adolescentes de hoy pasan menos tiempo fuera de casa. Un adolescente de 18 años de ahora pasa el mismo tiempo en casa que un joven de 13 años de antes. Las salidas nocturnas bajan, el sexo baja, pero el consumo de pornografía sube, sube, sube… hasta romper la gráfica.

Esto tiene tres explicaciones: la crisis, las redes sociales y el empoderamiento de la mujer. Estos factores lo han cambiado todo para los adolescentes de la Generación Z.

Como no ven futuro, no les urge hacerse mayores. Se les ha educado en la pesadumbre de que no encontrarán trabajo, de que no podrán independizarse y de que probablemente pasen décadas antes de poder tener un coche propio.

¿Entonces, para qué se van a sacar el carnet de conducir? Cuando en una familia se ha visto como el tío de 40 tacos ha vuelto a vivir a casa de sus padres, el tiene carta blanca para tomárselo con calma.

Además, las redes sociales han fomentado un ocio virtual que ha suplido de un plumazo todos los objetivos “adultos”. Nadie posa en instagram hablando con el banco sobre un préstamo, madrugando para ir a trabajar o ninguna de esas cosas que hacen los adultos. El estilo de vida que fomentan las redes sociales es un estado de ánimo donde ser adulto sobra.

Los adultos de antes debían seguir un calendario: universidad, noviazgo, casa e hijos. Todo debía estar dispuesto para ser padres antes de los 30. Ese era un esquema en el que los estudios y la carrera profesional de la mujer no era una prioridad.

Ahora todo eso ha cambiado. El empoderamiento femenino rompe también con la agenda: formar una familia y tener hijos ya no es el objetivo en el que culminan todos nuestros hitos, ni los de ella ni los de él.

No todo tiempo pasado fue mejor. E incluso que la adolescencia se alargue puede tener efectos muy positivos para la humanidad. Según este estudio, los jóvenes de ahora empiezan mucho más tarde a tomar alcohol, y la tasa de embarazos está en un mínimo histórico.

Ambos factores pueden estar relacionados con esa forma de socializar tan virtual: nadie se ha quedado embarazada por ver porno y dar likes.

Los investigadores han llegado a una conclusión muy motivadora: ahora la esperanza de vida es de 10 años más que en 1976, es decir, los jóvenes de ahora están preparados para vivir una década más que los adolescentes más “viejos” del estudio.

Eso quiere decir que tienen más tiempo por delante para desarrollarse, y no se sienten obligados a decidir su vida en sus primeros años de madurez. Según los investigadores, si los jóvenes se dan más tiempo para descubrirse a sí mismos, probablemente acaben siendo unos adultos mucho más estables y felices que las generaciones anteriores.

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