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Y NO, YO NO TENGO LA CULPA DE QUE LE SEA INFIEL A SU MUJER

Me acuesto con un hombre casado desde hace dos años y no me arrepiento

Ni lo oculto ni siento vergüenza por mantener, muy frecuentemente, encuentros sexuales con alguien que luce una alianza que le quema en el dedo, cual Frodo en ‘El Señor de los Anillos’.

-Me acuesto con un hombre casado desde hace dos años y no me arrepiento

Me acuesto con un hombre casado desde hace dos años y no me arrepientoPexels

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“¿Y no te sientes mal sabiendo que estás rompiendo un matrimonio?”, me dicen a menudo cuando expreso, sin tapujo alguno, que comparto sábanas, sudor y sexo con un hombre casado. ¡Sacrilegio! Lo diré una vez y a ver si os queda claro: “No, ni lo más mínimo”.

¿Por qué he de tener remordimientos por una acción que estoy realizando siendo totalmente consciente de la situación sentimental de ambos (yo no tengo pareja, pero y qué si la tuviera) y en la que los dos participamos de forma adulta y responsable? Porque que os quede claro de una vez. Mi amante bandido casado y yo somos dos adultos que han decidido asumir la responsabilidad de que se atraen físicamente, que comparten un tiempo sexual de calidad inmejorable y que, aun así, no sienten mayor deseo el uno por el otro que el de llegar a un orgasmo plácido y sin complicaciones.

Pero dejadme que os explique por qué no creo que esté rompiendo su matrimonio. Atentos ahí. Su relación sentimental no está rota porque se acueste conmigo. ¡Sorpresa! Quizá su relación de pareja funcione mucho mejor de lo que parece.

Por lo tanto, ¿por qué dar por hecho que algo va mal solo porque quiera follar (es lo que hay) con otra fémina que no sea su esposa? Siempre he creído que comer brócoli todos los días, aunque te mantiene sano y con un cuerpazo escultural, termina haciéndose tremendamente aburrido. Y claro, si te ponen al lado un buen filete (o malo, el caso es salir de esa aburrida dieta aunque sea por un segundo) al que pegarle un bocado de vez en cuando, ¿podrías resistirte?

Entramos aquí, señores y señoras que crucifican a las mujeres (sobre todo si están solteras) que retozan con casados, en el complicado tema de si la fidelidad es algo intrínseco al ser humano o solo un invento de ‘El Corte Inglés’ o la Iglesia Católica. En mi opinión, somos animales que a lo largo de nuestra vida conectamos físicamente con otros.

¿Acaso el casarse o mantener una relación estable con otra persona anula automáticamente ese deseo y esa atracción meramente física que experimentamos hombres y mujeres? Vaya, que lo mismo hay un botón de OFF y yo no me he enterado.

Mi casado está felizmente casado. En serio. Jamás ha intentado jugar la baza de “es que mi matrimonio está pasando por un bache o es que ya no follamos….”. Creo firmemente que ÉL, tras más de 15 años juntos, la sigue queriendo, y mucho. De hecho, dejadme deciros que, posiblemente, YO haya mejorado esa relación.

Al menos en lo que a la parte de él se refiere. Y sí, ahora es cuando os estáis indignando y echando las manos a la cabeza. Pero dejadme argumentar esta loca idea para muchos, bastante coherente para mí.

A ‘mi casado’ le pudieron la rutina, los años, el tener ante sus ojos el mismo trozo de brócoli día sí y día también. Y en esas estaba cuando llegué yo, un filete que le alegró la vida y al que decidió hincarle el diente de vez en cuando.

Tras dos años de encuentros esporádicos, muy divertidos y sexualmente placenteros, puedo decir que lo noto más alegre e incluso habla de manera diferente cuando, en algunas ocasiones, me cuenta los planes que tiene con su mujer. Planes que, cuando lo conocí, no surcaban por su mente.

¿Estoy diciendo que el acostarse conmigo le ha hecho llegar a casa con una sonrisa en los labios, sentirse mejor consigo mismo, querer estar con su pareja porque ya no se aburre tanto y quizá alejar de su mente la idea de un divorcio inminente? Pues sí.

Ah, ya. Que no me compráis el argumento porque él lo que debería hacer es decirle a su mujer que quiere una relación abierta. Claro, queridos. Como que esta sociedad en la que vivimos nos permite llevar una vida no monógama con pareja como si tal cosa. Claro.

Sinceramente, creo que la infidelidad es el mejor revulsivo para cualquier matrimonio. Y os diré por qué. Estoy segura de que ‘mi casado’ se cansará de mí cuando su ego y su sensación de ‘puedo estar en el mercado de nuevo si quisiera’ se hayan saciado.

¿Y qué pasa conmigo?, os preguntaréis. Pues que disfruto enormemente de esta relación porque me da lo que necesito, ni más ni menos. ¿El qué?

Pues la libertad que no encuentro en las relaciones convencionales. Y, por qué negarlo, adoro la excitación de saber que estoy haciendo algo reprobable social y moralmente. Ah, y por cierto, por si quedan dudas. No solo los hombres son infieles, las mujeres también, pero somos más discretas. Avisados quedáis machos del mundo.

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