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Plague, una nueva red social que expande la información como un virus

Las redes sociales pueden ser una auténtica meritocracia, sin una 'casta' de perfiles con centenares de miles de contactos o seguidores que difunden sus mensajes de forma privilegiada. Una plataforma entre iguales, en la que todo lo que se publica tenga las mismas oportunidades de volverse viral. Eso es justo lo que Plague propone ¿Será capaz de cautivarnos?

Red social Plague

Red social Plague Plague

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Facebook, la red social por excelencia, tiene un problema. Twitter, la del contenido inmediato, lo tiene muy parecido. En realidad, es un 'handicap' que afecta a cada plataforma, pues nace del concepto mismo de comunidad, tan importante en este tipo de servicios.

En la red de Zuckerberg, lo que publicas lo ven tus amigos y los amigos de tus amigos (con suerte), pero rara vez llega un poco más allá, salvo el contenido generado por los medios de comunicación y algunas marcas muy potentes. En Twitter, solo los perfiles con decenas de miles de seguidores tienen repercusión asegurada.

¿Hay algún modo de acabar con esta oligarquía informativa? ¿Puede recuperar el 'social media' la capacidad de sorprendernos con publicaciones frescas de emisores diferentes? La 'startup' lituana Deep Sea Marketing cree que sí, y por eso está empeñada en devolver al término “viral”, aplicado a la difusión de contenido, su significado primigenio.

En la red social que han diseñado, Plague, no sigues a otros usuarios, ni ellos te siguen a ti. No tienes una 'timeline', un muro, ni nada por el estilo. Cuando alguien sube un contenido, comienza a expandirse como un auténtico virus. Los cuatro usuarios que más cerca estén del emisor (el GPS se encarga de determinarlo) reciben ese contenido y tienen que tomar la decisión: ¿lo siguen contagiando o detienen la expansión del virus? Si el contenido es de calidad, la repercusión está asegurada.

Nueva red social Plague

Las personas que se 'contagien' más allá del paciente cero permanecerán en el anonimato y podrán, además de transmitir el virus, dejar un comentario (en cuyo caso si dejarán huella). La acción de difundir o detener la expansión del contenido viral se lleva a cabo de la forma más sencilla: con un movimiento estilo Tinder, arrastrando hacia arriba o hacia abajo, respectivamente.

No hay mensajes directos ni privados; tampoco menciones. No hay 'hashtags' ni 'trending topics' que compongan una suerte de agenda informativa. La única manera de interactuar con el resto de las potenciales víctimas es hacerlo con el propio virus: todas tienen las mismas posibilidades de contagiar y ser contagiadas. Solo importa la calidad del contenido, su viralidad. Sin oligarquías. Sin estrellas. Sin gurús.

Lo interesante de Plague es que no estamos ante otro clon de Facebook o Twitter. El concepto es radicalmente distinto, un soplo de aire fresco que nivela el terreno de juego y fomenta la participación. No obstante, tanta libertad (como suele suceder) tiene sus riesgos.

A día de hoy, la aplicación recurre al GPS para encontrar dispositivos a los que infectar, pero sus creadores sueñan con un día en que Plague tenga tantos usuarios que no sea necesario. Llegado ese momento, el virus se transmitirá a los que estén cerca de un modo mucho más directo, incluso sin conexión a internet, a través de wifi o Bluetooth.

Y esto –prescindir de los intermediarios– representa algún peligro ¿Cómo impides que un contenido inapropiado se convierta en un viral en esta red social si pasa de mano en mano sin tu ayuda y los transmisores son anónimos? ¿Cómo te aseguras de que una imagen racista o incluso la pornografía infantil desaparece antes de expandirse? Ahí está el reto de futuro, si Plague logra instalarse en el presente (que todavía está por ver).

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