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¿POR QUÉ DEMONIOS NO FUNCIONA?

Google + es como Brasil: lo tenía todo para ganar, pero muere haciendo el ridículo

Brasil, la mejor selección de la historia, jugaba en casa, el país del fútbol. Sin embargo Alemania les metió la mayor goleada de su historia para humillarles. Con G+ pasa lo mismo: tenía millones de usuarios de inicio, integración de servicios que son estándares online y muchas mejoras sobre su competencia. Pero, como a Brasil, a G+ le han hecho un siete irreparable.

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Ya llevamos tiempo dándole vueltas al estrepitoso fracaso de Google + como producto. Que si es uno más (aunque el mayor) en la lista de fracasos de Google al meterse en el negocio de las redes sociales, que si los movimientos de Google para obligarte a usarlo son contraproducentes... La cosa es que Google + es la red social que mejor lo tenía para conseguir triunfar y, sin embargo, es la que tiene más papeletas para morir.

Primero, lo bueno, porque lo hay. G+ es una plataforma espectacularmente bien diseñada: ligera, agradable, dinámica, que se adapta perfectamente a los dispositivos móviles... en todo esto gana por goleada a Facebook, que no termina por dar con la tecla con su app principal. Por si todo esto fuera poco además permite usar gifs animados ¿Cuál es, entonces, el problema?

Primera lección: el diseño y la usabilidad son claves, pero no son lo único

El problema es que nadie lo usa. Nadie. Sólo los trabajadores de Google, y tampoco con demasiada alegría. Y eso en redes sociales es un pecado capital.

De hecho es especialmente grave porque todos los que tenemos cuenta en Google (es decir, la inmensa mayoría de internautas) tenemos a la vez un perfil en G+ aunque no lo queramos y aunque no hayamos entrado nunca. Eso, de inicio, debería haber salvado el primer gran problema que tienen los proyectos sociales: alcanzar una masa crítica (es decir, que entre y me parezca interesante porque la gente que conozco ya está ahí).

Pero, aunque todos estemos, en verdad nadie está. Sin embargo en la competencia, que es Facebook, están todos.

La elección de una plataforma social es curiosa. Hubo otros Twitter antes que Twitter, pero el que triunfó fue Twitter a pesar de su limitación de caracteres y de que no permite comunicaciones privadas si no hay reciprocidad. O quizá triunfó precisamente por eso. Orkut arrasaba en países superpoblados Brasil o la India, y sin embargo acabó muriendo a manos de Facebook. Un tercer ejemplo: Tuenti, la red social española, ha funcionado muy bien en una franja de edad (adolescencia), pero perdía el toque aspiracional al crecer sus usuarios, que al llegar a la universidad han ido trasvasándose a Facebook.

Segunda lección: tener muchos usuarios no implica que se queden si lo que ofreces deja de gustarles

G+ ofrece, además, una gran ventaja que las otras plataformas sociales no: la integración con los productos de Google que normalmente todos usamos. Desde YouTube hasta Maps, pasando por las búsquedas. De hecho, esa es una de las grandes leyendas urbanas acerca de G+: que conviene tener el perfil actualizado y activo porque mejora enormemente el posicionamiento. Ese es el anzuelo al que han recurrido, y en cierto modo ha funcionado.

Pero hasta esto genera problemas. El primero, que la integración no siempre es buena. Sí, es cierto que si abres un perfil empresarial integra tu cuenta de Insights y Analytics, pero también al intentar colocar tu negocio en Google Maps te creará una segunda página de G+ que luego, una vez verificado todo el proceso, puedes fusionar con la página original. Un proceso, en cualquier caso, lioso, redundante y nada intuitivo.

El segundo problema es que si nadie usa G+ pero tienes que usarlo porque mejora el posicionamiento lo que muchos usuarios hacen es automatizar su gestión. Es decir, a través de software externo, programar que lo mismo que publico en una red social determinada vaya también a G+ ¿Qué tenemos entonces? Una red social zombie, llena de gente que no está ahí y que actualiza a distancia. De hecho, ni siquiera es fácil hacerlo: IFTTT no tiene acceso todavía a la API de G+ (y sí a otros servicios de Google, como GMail, Calendars, Drive o incluso Google Glass), y Hootsuite da bastantes problemas con la gestión de imágenes de los posts que se envían.

Vale, todo eso está bien, pero si realmente ayuda a posicionar ahí sí hay un elemento de fuerza. La pregunta es, ¿de verdad ayuda a posicionar? Porque uno de sus puntos fuertes era que ayudaba a hacer marca personal añadiendo tu perfil de G+ (o el del producto o empresa que sea) a las búsquedas, con una ficha en los resultados que ahora dicen que quizá quiten porque era sólo un experimento.

Tercera lección: ofrecer muchos servicios integrados es una gran idea, pero hay que hacerlo bien y de verdad

¿Es el problema entonces la falta de innovación? Si te fijas en cómo han evolucionado Facebook y Twitter la verdad es que parece que no han dejado de copiarse (Facebook ahora tiene hashtags, Twitter permite fijar actualizaciones...), pero en cualquier caso han ido cambiando: tweets patrocinados, cambios en el diseño del timeline y los perfiles, nuevas funcionalidades... Normalmente todo esto genera rechazo en muchos usuarios, acostumbrados a una determinada forma de funcionar, pero implica movimiento, cambios, mejoras.

En el caso de G+ también ha habido novedades y cambios, y un enorme esfuerzo por parte de Google por centralizar todo en su red social. Sin embargo hace unos meses, y ante la evidencia de que los recursos destinados no estaban funcionando, desmantelaron la estructura interna que tenían para que G+ fuera el centro de todo lo que hacían, lo que ha hecho que se disparen los rumores sobre la posible desaparición final de G+

Cuarta lección: si haces algo que ya existía más te vale que sea mucho mejor que lo que había porque si no la gente no se va a mover.

Haz la prueba: busca un artículo muy popular y mira el número de interacciones. Puede que tenga centenares en Facebook y en Twitter, pero con suerte llegará a las cinco o seis en G+. Final de trayecto.

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