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UNA PRÁCTICA MUY POCO EDIFICANTE

La batalla de Facebook contra YouTube... ¿se basa en piratearles?

Hablamos del 'freebooting', una práctica poco legítima (cuando no ilegal) que se está poniendo de moda por las propias peculiaridades de Facebook como plataforma multimedia. La red social quiere plantar cara a Google y para ello está ofreciendo ventajas a los usuarios que comparten los vídeos directamente en su plataforma. ¿El problema? Que da igual si los están robando de YouTube.

Botón dislike de Facebook

Botón dislike de Facebook Agencias

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Facebook se está llenando de vídeos, y no es casualidad. La estrategia de la red social de Zuckerberg pasa por el audiovisual, probablemente porque así consiguen que te pases más tiempo mirando a su pantalla y no a las otras, especialmente a las de Google. En realidad, los gigantes de internet compiten siempre por la misma cosa: tu tiempo de atención.

Si lo piensas, es lo que venden a los anunciantes. No lo olvides: si no eres el cliente (y no lo eres, porque no pagas), eres el producto. Los vídeos nos gustan cada vez más, como demuestra el auge de servicios de mensajería como Snapchat o aplicaciones de 'streaming' como Meerkat o Periscope. Además, Amazon compró Twitch para entrar en la batalla y las estrellas de YouTube (recuerda, propiedad de Google) cada vez causan más furor. Ver llorar al Rubius es un momentazo televisivo que no se olvida fácilmente.

El vídeo está de moda, y Facebook quiere competir por ese trono con el todopoderoso buscador, a pesar de que le lleva un buen puñado de años de ventaja. ¿Cómo hacerlo? Por un lado, con el famoso y controvertido 'autoplay', un cebo que te fuerza a ver el contenido dos veces: una, sin pretenderlo y sin sonido, y otra, voluntaria y con su banda sonora original.

De la segunda táctica tal vez no hayas oído hablar. Se trata del 'freebooting', que consiste, básicamente, en piratear los vídeos de YouTube descargándolos y subiéndolos a Facebook. No es algo que haga la red social directamente -lo hacen los usuarios-, y ni siquiera es algo que hayan fomentado de forma expresa, pero le viene la mar de bien y de forma indirecta están logrando que se popularice.

El truco está en la diferencia entre la forma de mostrar los vídeos que compartes de YouTube (como un enlace que te saca de la página y con una imagen pequeñita y poco atractiva) y los vídeos que subes directamente (en grande, con reproducción automática y mucho más llamativos). Además, estos últimos posicionan mucho mejor, lo que significa que aparecerán en los 'timelines' de tus contactos mucho más a menudo y más arriba que los otros.

Sencillo y efectivo. Premiando al que sube vídeos a su plataforma, Facebook crea las condiciones perfectas para que el 'freebooting' se popularice, aunque de puertas para afuera no puedan promoverlo porque sería poco ético o ilegal (los derechos de autor, ya sabes). En cualquier caso, sea una apuesta de Zuckerberg o una casualidad, rastrear YouTube en busca de vídeos exitosos para compartirlos a través de Facebook como si fueran originales es algo que hacen cada vez más usuarios.

Esto, lógicamente, tiene a los 'youtubers' bastante mosqueados. Si dedican horas, días o semanas a grabar un vídeo con todos los ingredientes para convertirse en un viral, ¿cuánta gracia les hará que se lo roben? Es lo que le sucedió a Destin Sandlin, el famoso protagonista del canal Smarter every day, con casi tres millones de suscriptores.

Tenía una auténtica joya entre manos: el dibujo de un tatuaje a cámara lenta, grabado en primerísimo primer plano, con el máximo nivel de detalle. En nueve meses, veinte millones de reproducciones en YouTube. Exitazo. Pero entonces ocurrió: un par de días después de subirlo a la plataforma de Google, uno de sus suscriptores le avisó de que el vídeo estaba corriendo como la pólvora también en Facebook. Él no lo había compartido.

Una revista británica con pocos escrúpulos lo había descargado, editado para eliminar cualquier mención a Destin o al canal, y subido a la red social como propio. Lo habían visto 18 millones de personas en solo dos días. Él, que guarda los ingresos de su cuenta de YouTube para pagar la universidad de sus hijos, no había visto un duro. Pocos o ninguno de esos fans sabía que el vídeo era suyo.

Es solo una de las muchas historias que cuentan los 'youtubers' para respaldar su queja: el 'freebooting' les está perjudicando gravemente y Facebook no hace nada para remediarlo. Más bien, se sientan mano sobre mano a observar cómo su página recorta la ventaja de Google. De momento, los vídeos de la red social no tienen publicidad, así que nadie se está lucrando de forma directa con esta práctica tan poco edificante. De forma indirecta, sí: todos menos el verdadero creador.

En abril, los usuarios veían ya una media de 4.000 millones de vídeos al día en Facebook. Un auténtico terremoto en el sector que está dañando los cimientos de YouTube. En febrero de 2014, solo una de cada cuatro vídeos se subía directamente a la red social (la mayoría se seguían compartiendo como enlaces a la web de Google). Un año después, a comienzos de 2015, la balanza se había desequilibrado al lado opuesto: el 70% se publicaban en Facebook sin pasar por otro sitio.

La buena noticia es que Zuckerberg y compañía tendrán que actuar tarde o temprano. Si quieren convertirse en una alternativa seria a YouTube, tendrán que poner de su parte a los creadores, que ahora mismo están bastante descontentos. Además, tras el periodo de crecimiento a costa de lo que haga falta, querrán cubrirse las espaldas en materia legal: proteger el 'copyright' es algo indispensable para rentabilizar el servicio, y la publicidad no tardará en llegar a sus vídeos.

Mientras tanto, se impone la picaresca: descargar el vídeo de YouTube y subirlo a Facebook en plan pirata funciona igual de bien que publicar uno nuevo. Los 'freebooters' campan a sus anchas y la red social mira para otro lado. En la guerra por el audiovisual todo vale, pero si no reaccionan pronto perderán los más valiosos aliados: sin creadores, la auténtica batalla está perdida.

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