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FUNDADO POR EL PADRE DE TELEGRAM

Así se hicieron los hombres de Putin con el Facebook ruso

Con premeditación (de años) y en una fecha de lo más señalada, a escasos días del comienzo de los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en Sochi, los aliados del presidente ruso se han hecho con el control efectivo de VKontakte, la red social mayoritaria en el país del Este.

Pavel Durov, creador de Telegram

Pavel Durov, creador de Telegram Vkontakte

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No se habla de otra cosa. Que si Telegram por aquí, que si los hermanos Durov por allá... Los paladines rusos de la privacidad están en boca de todos a cuenta del repentino éxito de su chat, que crece a un ritmo de 200.000 descargas diarias en España. Sin embargo, sabemos muy poco de sus fundadores, que son 'celebrities' a lo Mark Zuckerberg en su país de origen, pero unos completos desconocidos por estas latitudes.

De Pavel Durov ya os hemos hablado alguna vez. Cabeza visible de VKontakte (VK para los amigos), la red social por excelencia al este de los Urales, este excéntrico personaje es conocido por su defensa a ultranza del internauta frente al control de las autoridades y por permitir que los contenidos protegidos por derechos de autor campen a sus anchas por la plataforma (lo que otros llamarían 'piratería', vaya).

Estos inquebrantables principios le han causado algún que otro problema y, precisamente, el devenir de los acontecimientos con VK en la madre Rusia es lo que le ha empujado a dar el salto al mercado internacional con Telegram. ¿A qué nos referimos? A que, tras más de dos años batallando con el régimen de Vladimir Putin, los aliados del presidente ruso se hicieron hace tan solo dos semanas con el control efectivo de la red social al adquirir el reducido paquete de acciones que aún estaba en manos de Durov.

El fundador y CEO de la firma no ha tenido más remedio dar su brazo a torcer y ha vendido la parte de la empresa que aún obraba en su poder (un 12%) a Ivan Tarvin, consejero delegado del operador de telecomunicaciones Megafon y socio del magnate Alisher Usmanov, el hombre más rico de Rusia, aliado de Putin y ahora accionista mayoritario de VK con el 52% de los títulos de la compañía (entre él y sus compinches).

¿Y cómo es que un héroe de la internet rusa, ejemplo para todos los emprendedores tecnológicos de su país, ha acabado cerrando un acuerdo de estas características?, te preguntarás. Se trata, en realidad, de una larga historia. Una historia de desencuentros con el gobierno, rebeldía y persecución policial.

Uno de los episodios clave tuvo lugar en 2011, en vísperas de las elecciones parlamentarias, cuando los perfiles de la oposición en VK comenzaron a publicar vídeos denunciando las irregularidades del proceso y las autoridades pidieron a Durov que bloqueara dichas cuentas. ¿Cuál fue su respuesta? La foto de un perro (mascota de la red social) con la lengua fuera.

Posteriormente, el joven empresario explicó en una carta abierta que había tomado la decisión pensando más en los negocios que en la política, puesto que él no se considera ni partidario ni detractor de Putin. Sin embargo, a partir de aquel momento, el presidente ruso y sus seguidores comenzaron a prestar atención a lo que sucedía en las redes sociales y estrecharon el cerco sobre Durov y VK.

La cosa se fue poniendo tensa hasta que, finalmente, en abril de 2013, la policía registró su casa y la sede de la red social, acusando a Durov de haber atropellado a un agente. No lograron encontrarle. Escapó y estuvo en paradero desconocido durante varios meses, hasta junio, cuando se redujeron los cargos que pesaban sobre él. A su juicio, todo fue una maniobra política ya que, por no tener, él no tenía ni coche.

Sin embargo, solo dos días después de la redada, Durov había sufrido un varapalo aún peor que la persecución policial: los otros dos cofundadores de VK vendieron su 48% de la empresa a United Capital Partners (UCP), una firma de inversión comandada por Ilya Sherbovich, otro de los aliados financieros de Putin.

Esta operación no fue suficiente para arrebatar a Durov el control de la firma, pues sumaba a su 12% de los votos el 40% del gigante ruso Mail.ru, gracias a un acuerdo previo. Sin embargo, se trataba de una alianza muy frágil, pues uno de los propietarios de Mail.ru es precisamente Usmanov, el ricachón del que hemos hablado al principio. La pinza estaba asegurada.

La presión ha ido en aumento hasta que Durov, incapaz de contrarrestar la influencia de los aliados de Putin, se ha dado por vencido y ha entregado a Megafon el 12% de la empresa que fundó en 2006 junto a su hermano Nikolai y unos colegas. Todo un golpe a la libertad de expresión en Rusia, que tiene lugar en una fecha de todo menos casual.

Dicen los analistas que el objetivo de los círculos de poder era cerrar la operación a tiempo para los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, por aquello de evitar disturbios y algaradas 2.0 (además de controlar posibles amenazas terroristas). Lo han conseguido. Ahora habrá que ver hasta qué punto se nota la mano de las autoridades durante la competición y si Durov, que sigue siendo el CEO de la compañía, puede hacer algo para suavizarlo.

Entretanto, los hermanos han puesto rumbo al extranjero con Telegram, que al menos en nuestro país está siendo un auténtico pelotazo. ¿Un clavo saca a otro clavo?

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