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CON FLASH FRONTAL Y OTRAS FUNCIONES PRO-SELFIE

Huawei Mate S, algo más que un idilio con los selfies

Huawei ha puesto a la venta el Mate S, su smartphone más sofisticado hasta la fecha. Son 5,5 pulgadas que se venden a 649 euros (en su versión de 32 GB) y que cuentan con todas las prestaciones de un terminal de alta gama, así como 'delicatessen' técnicas originales de la marca.

Huawei mate

Huawei mate Pablo G. Bejerano

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El Huawei Mate S representa un hito para el fabricante chino. Quién lo ha visto y quién lo ve, cuando hace unos años construía los smartphones de marca blanca de las operadoras móviles.

Desde hace un tiempo la compañía viene sacando al mercado terminales de pantalla grande –los llamados phablets– cuyas prestaciones ha ido mejorando poco a poco. El nuevo modelo de Huawei se puede considerar una especie de culmen (momentáneo) en esta escalera hacia la gama alta.

Y es que el Mate S es el primer smartphone de la compañía china que pretende competir de igual a igual con terminales de la talla del iPhone 6s u otros Android de gama alta. Su pantalla de 5,5 pulgadas está acorde con los estándares de este tipo de terminales: es grande, pero sin tirar la casa por la ventana, y su resolución de 1920x1080, con 405 píxeles por pulgada, ofrece imágenes claras y riqueza en las tonalidades.

Por dentro el sistema es Android 5.1.1, el último antes de la inminente llegada de la versión 6 de la plataforma, con lo que el smartphone no debería tardar demasiado en actualizarse. Sus ocho núcleos de procesador a  2,1 GHz, junto a sus 3 GB de RAM, dan potencia más que suficiente para el uso cotidiano y margen para tareas pesadas.

La batería es más pequeña de lo que nos tiene acostumbrados Huawei, de 2.700 mAh, pero a cambio la optimización de los componentes y del software permite que el terminal aguante un día de uso no intensivo -eso es, no lanzarse a ver películas, a grabarlas o a quemar todos los objetivos del 'Candy Crush'-.

Huawei mate

El diseño estilizado del Mate S está a la altura de su propuesta de gama alta, al igual que los moderados 156 gramos de peso. No deja de ser grande para una sola mano, aunque la huella dactilar en la parte trasera facilita su manejo a la hora de desbloquear el terminal y realizar otras tareas cotidianas, como pasar las fotos en la galería, algo que se hace deslizando el dedo lateralmente. El sensor ofrece un registro rápido y cumple con su función, aunque a veces hay que probar varias veces hasta que lee el dedo.

En el control táctil Huawei ha introducido novedades. Su tecnología Knuckle Sense 2.0 (la primera versión está disponible en el P8, el modelo anterior de la marca) permite dibujar una letra con los nudillos para abrir una aplicación, igual que la cámara -si trazas una ‘c’- o el navegador -con una ‘e’-.

Su anticipada tecnología ‘Force Touch’, que en la fastuosa presentación del smartphone se anunció a bombo y platillo, no estará disponible para las versiones de 32 y 64 GB de capacidad: solo la de 128 GB contará con esta funcionalidad, que reconoce distintos niveles de presión sobre la pantalla, de forma que a cada uno se pueden asociar acciones diferentes.

Parte trasera de Huawei

Pertrechado para los selfies

El Mate S cuesta 649 euros en su versión de 32 GB (699 euros vale la de 64 GB), lo que supone un salto en precio desde los 500 euros por los que se vende el Huawei P8, el modelo más caro de la compañía hasta ahora. Pero esto no ha impedido que el fabricante mime especialmente un uso muy particular: el de las autofotos.

Quien piense que los selfies están hechos solo para adolescentes se equivoca y aquí está Huawei retando a los narcisistas del siglo XXI a gastarse 650 para hacer que sus autorretratos salgan más favorecidos. La cámara trasera, de 13 megapíxeles, ofrece una calidad de imagen propia del precio al que se vende el terminal, pero en lo que verdaderamente ha puesto esfuerzo Huawei ha sido en el sensor frontal, de 8 megapíxeles y que cuenta con flash.

No es la única chuchería destinada a los selfies: el usuario puede pulsar el botón para hacerse la foto usando la huella dactilar, así se evita el engorro de apretar el botón en la pantalla (con el dedo de por medio es difícil concentrarse en mantener una pose glamurosa).

Aparte de esto, el software de la cámara permite mejorar los selfies. ¿Cómo? Con una función que se llama ‘Mejorar selfie’. La activas, te haces una foto de frente, otra de perfil y otra mirando hacia abajo. A partir de ahí el software detecta cómo eres y lo que tú necesitas. Si le das permiso el smartphone te suavizará las arrugas e imperfecciones varias de tu cara. También te la blanqueará, te hará los ojos más grandes y más brillantes, para que sean más llamativos, y afinará tu rostro. Toda una serie de ajustes cortados por el patrón de la estética actual.

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