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NUEVO TERMINAL DE LA COMPAÑÍA ESPAÑOLA

Aquaris M5: ojito con BQ

El año pasado, BQ sorprendió con una gama Aquaris E que, a pesar de centrarse en un mensaje algo rancio y chovinista (por mucho que pretendiese ir de punk y antisistema), daba muy buen resultado. Esto continuó con el E5 4G, su mejor terminal hasta la fecha. La serie M recoge el testigo.

Nuevo Aquaris M5

Nuevo Aquaris M5 bq

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Está claro que BQ ha encontrado su lugar y la fórmula con la que se siente cómoda. La compañía renuncia a unos márgenes de beneficio mayores para conseguir buena fama con dispositivos que dan un rendimiento sorprendente para su precio. Además, poco a poco incluyen mejoras que pasan con el tiempo a ser algo común a todos sus teléfonos, como ocurre con la conectividad 4G o los procesadores Qualcomm (ausentes aún en el M4.5, eso sí).

Así pues, es sencillo resumir el Aquaris M5: es el Aquaris E5, pero en mejor. Sin más. Tiene otro nombre, sí, pero el espíritu es el mismo. Cuando Lewis Alcindor se convirtió en Kareem Abdul-Jabbar su baloncesto no cambió si no fue para ir a mejor, y cuando Cassius Clay pasó a ser Muhammad Ali sus ganchos eran igual de letales.

Por supuesto, todavía hay mucho margen de mejora. El diseño, por ejemplo, aún es tosco y el terminal es voluminoso. Sobrio y en cierta medida elegante, pero el ladrillo visto no deja de ser ladrillo. La buena noticia es que el acabado cerámico ya no es un imán para las huellas y no tocará estar limpiando la parte trasera constantemente (pero habrá que hacerlo cada cierto tiempo).

Esta seriedad también la encontramos en el lado del software y aquí sí que es una buena noticia. Al igual que Motorola, BQ respeta la esencia Android y no trata de diferenciarse con una capa que suele parecerse más a la ridícula e innecesaria que lleva Superman que a algo con sentido como lo de Batman. Sin excentricidades ni aplicaciones inútiles, simplemente un par de herramientas útiles como el acceso directo a contactos favoritos con la pantalla bloqueada (podremos proteger la privacidad y recuperar un teléfono olvidado al mismo tiempo -si bien estaremos a merced de que lo encuentre un alma caritativa, claro-).

La pantalla hace apenas año y medio habría estado dentro de lo espectacular. Hoy sorprende menos, pero pasa por encima de todo lo que podemos encontrar en la clase media. Y eso que es IPS (es decir, negros menos negros). Una densidad de píxeles por pulgada (440) al alcance de pocos y, lo mejor, un resultado acorde. Va más allá de ser buena sobre el papel y cumple con creces.

Lo mismo ocurre con el procesador. El paso a Qualcomm (Snapdragon 615) era tan lógico como arriesgado (son más caros, así que la jugada tiene que salir bien -en el sentido de necesidad-). Va tan bien que cuando tiene problemas con alguna aplicación o proceso (y los tendrá, que el mundo está hecho para los topes de gama) sorprende.

En definitiva, hay muy pocos rivales que puedan plantar cara a BQ en el entorno de los 250 euros (259, en concreto) y casi todos vienen de muy lejos. Aquí puede entenderse la estrategia chovinista de la compañía, pues recordará a sus potenciales clientes que el servicio técnico está, como mucho, a un día en la furgoneta de Seur de distancia y se puede comprar en prácticamente cualquier gran superficie. Y esto para el usuario medio es clave. Ojito con BQ, que sabe jugar a esto. Como Kareem.

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