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CUENTAN EN LA RED LOS TRUCOS PARA VIAJAR POR LA PATILLA

Los trotamundos que vuelan gratis burlando la burocracia de las aerolíneas

Toda una comunidad de intrépidos viajeros se ha organizado en torno a la red para buscarle las cosquillas a las compañías aéreas. Son auténticos profesionales de viajar por la cara, cuyo único objetivo en la vida es ser más listos que el rival para que no les pillen. Cuando ya no sirven, revelan sus trucos en las redes sociales o en sus blogs.

Avión de la aerolínea Lufthansa

Avión de la aerolínea Lufthansa Getty

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Su casa es un avión; su cama, un asiento de primera clase; su dieta, los más lujosos manjares que ofrecen las aerolíneas a los clientes más adinerados. No tiene un oficio convencional, pero tiene un trabajo a tiempo completo: ser más listo que las multinacionales y volar alrededor del mundo sin gastarse un euro (o, más aún, ganando dinero por el camino).

Puede pasar semanas, incluso meses, sin pisar otra cosa que aeropuertos y aeronaves. Dedica unas seis horas de media al día a surcar los cielos, y tantas o más a narrar sus correrías en un blog y en sus perfiles de redes sociales. Cierto exhibicionismo no le falta, claro, pues retransmite su azarosa vida llena de lujos casi en tiempo real.

También tiene un poco de experto en estadística, ciertos conocimientos de programación, un puntito de abogado (o al menos es capaz de tolerar la documentación legal más farragosa) y, sobre todo, es un fanático de todo lo que tenga que ver con los aviones.

Aunque las generalizaciones son odiosas, esto vendría a ser un 'hobbyist', un trotamundos que ha hecho de buscar las vueltas a las aerolíneas su forma de vida. Costea sus trayectos con una provisión inagotable (y siempre creciente) de “millas”, los famosos puntos que acumulan los viajeros frecuentes para canjear después por más viajes.

My past 48 hours in a picture...

Una foto publicada por Ben Schlappig (@onemileatatime) el 25 de Feb de 2014 a la(s) 9:35 PST

Precisamente así comenzó todo a principios de los años 80, a raíz de la privatización del transporte aéreo en los Estados Unidos. Un gurú del marketing llamado Bill Bernach, que asesoraba a una importante aerolínea, pensó que recompensar a los clientes más habituales incentivaría también a los demás. Como no andaba desencaminado, los programas de fidelización fueron un éxito y todos sus competidores se vieron obligados a ofrecerlos.

Poco después nació el hobby. Un fanático de la aviación llamado Randy Petersen fundó la revista pionera, Insider Flyer, en 1986. Ocho años después nació FlyerTalk, su correlato online, que a día de hoy reúne a más de 500.000 aficionados y profesionales del arte de viajar por la patilla.

La mayor parte de lo que se dice en esta web es casi incomprensible para los neófitos, así que a Petersen se le ocurrió montar BoardingArea, una red de blogs para todos los públicos que ha catapultado a la fama a estrellas de la Red como el neoyorquino Ben Schlappig, que cuenta con una legión de seguidores que supera los 28.000 miembros en Twitter y los 33.000 en Instagram.

Well this is sort of surreal. Who knew they let nerds in @rollingstone?

Una foto publicada por Ben Schlappig (@onemileatatime) el 1 de Jul de 2015 a la(s) 7:33 PDT

Uno de sus trucos más potentes es el llamado “gasto manufacturado”, que consiste en explotar los acuerdos entre bancos y aerolíneas para acumular millas cada vez que se realiza un gasto con tarjeta. ¿Cómo? Ahí está el quid de la cuestión: los métodos van cambiando a medida que empresas y 'hobbyist' van jugando al gato y al ratón.

Hay quien dice, de hecho, que el chollo de viajar por la cara está tocando a su fin. Ahora algunas aerolíneas dan los puntos en función del dinero que se gasta el cliente (así que ya no pueden buscar vuelos con descuento para luego canjear las millas por otros en primera clase) y aquello de buscar cosas rotas en el avión para sacarse un dinero por las molestias ya está muy visto.

Les ven la jugada, pero siempre están buscando nuevas cartas. Estos jugadores de altos vuelos seguirán existiendo mientras sigan sacando ases de la manga a toda velocidad, tan rápido que las aerolíneas, con su aparatosa y lenta burocracia, sean incapaces de seguir su pista. Si el ratón es rápido y pequeño, el gato lo tiene muy difícil.

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