Grupos de WhatsApp y etiquetas de Facebook: tu privacidad, en manos de los que te rodean

A raíz de las revelaciones de Edward Snowden y polémicas como el pulso entre Apple y el FBI a cuenta del desbloqueo de un iPhone, los diferentes mecanismos para proteger la privacidad se han dado a conocer y se han puesto de moda. Hasta WhatsApp ha acabado implementando el cifrado ‘end-to-end’, que tanto se le resistía, pero eso no quiere decir ni que estemos mucho más seguros ni que nos sintamos de ese modo.

Casi la mitad de los ciudadanos estadounidenses, sin ir más lejos, se abstuvieron o limitaron el uso de internet para realizar compras, operaciones bancarias o abordar temas controvertidos, por ejemplo, en redes sociales. A la suplantación de identidad o el robo de la tarjeta de cŕedito se sumaron temores compartidos por muchos usuarios, como la recolección de datos personales por parte de las empresas o el ciberespionaje gubernamental.

Activistas y medios de comunicación nos urgen a tomar medidas para proteger la información más sensible, aunque a menudo resultan tediosas o demasiado complejas de aplicar para el común de los mortales. La sencillez de uso y la privacidad parecen ser antagónicas, la una siempre en detrimento de la otra. Y eso a pesar de que se nos advierte de que la pereza es una negligencia que podría ponernos en peligro. Pero no es la única.

Al contrario de lo solemos pensar, la privacidad es un esfuerzo colectivo. Según un reciente estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania, de poco sirve que cuidemos la configuración de nuestras cuentas en redes sociales, naveguemos mediante VPN o cifremos los correos electrónicos si después nuestros amigos acaban compartiendo la información que procuramos proteger.

Grupos de WhatsApp, etiquetas en Facebook y demás formas de propiedad compartida de los datos personales son la verdadera clave de la privacidad en los tiempos que corren. En muchos sentidos, los usuarios somos interdependientes cuando se trata de preservar la intimidad de cada uno.

“Es un cambio de paradigma en muchos sentidos”, afirma Haiyan Jian, una de las investigadoras a cargo del estudio. “La privacidad ya no es solo acerca del individuo, sino también un proceso colaborativo y coordinado”.

El problema es que faltan mecanismos para proteger los datos personales compartidos con otros usuarios. “Las herramientas para gestionar la privacidad que hemos analizado eran muy individualistas”, afirma la experta. “No parecía haber herramientas para gestionar la privacidad de forma colaborativa”.

Aunque los gigantes de internet, conscientes de la preocupación del usuario, están constantemente mejorando sus sistemas para gestionar los datos personales (por ejemplo, estableciendo filtros para compartir la información solo con determinadas personas), no es mucho lo que están haciendo por facilitar la propiedad compartida.

“La próxima generación de plataformas sociales debería considerar la inclusión de mecanismos para hacer posible el esfuerzo de grupo”, sentencia Jia. “Una solución tecnológica podría pasar por sugerencias inteligentes de gestión de la privacidad, capaces de equilibrar las preferencias de los miembros individuales y la cohesión del grupo”.

De esa forma, por ejemplo, una foto sólo podría etiquetarse en Facebook cuando se cumplieran los requisitos de cada uno de los usuarios que aparecen (y no sólo los de aquel que la publica). No es una labor sencilla, y requeriría de un cambio de mentalidad por parte de empresas e internautas, pero garantizar la privacidad del individuo es cada vez más un esfuerzo colectivo y va siendo hora de que todos los actores implicados se percaten.